martes, 5 de junio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 17


–Chamo, me tengo que parar, me estoy cagando de nuevo y no aguanto.

–Coño, espera que lleguemos a le estación de servicio.

–Marico me estoy cagando. -Arévalo estaba sudando frío, llevaba rato aguantando pero ya no podía esperar. –¿Me habrá caído mal la cerveza?

–No sé, a lo mejor.

–Me voy a parar aquí, aquí mismo.



Arévalo se estacionó en el hombrillo, se bajó del carro y se fue hacia el otro lado, abrió la puerta de atrás y la del copiloto donde estaba  Orlando.

–¿Vas a ponerte justo aquí coño?

–Bueno para que no…me vean. –Arévalo pujó.

–Que asco vale. -Orlando volteó hacia el otro lado. –Métete pa’l monte.

–Si pa que me salga un bicho o algo.

Sonó el celular de Arévalo. –Mira a ver quien me llama, aaaaauuu que dolooor.

–Dice señor Jesús Morgue.

–Coño mi jefe, pásamelo, verga que mal huele. <Aló, jefe ¿cómo está?

–<¿Dónde coño estás, tú no piensas reportarte en la oficina? Y encima estás con mi carro.

–<Jefe ya voy para allá estoy en la vía, pero me paré porque tuve un inconveniente>.

–<¿QUÉ LE PASÓ AL CARRO?>

–<No, no, al carro nada, a mi, estoy cagando, estoy mal del estómago y estoy cagando en la carretera>

–<Bueno, bueno, vente rápido que hay trabajo y puse a redoblar a tus compañeros>

–<Si, si, ya le dije que me descuente eso>

–<Pues claro que te lo voy a descontar, aprieta ese culo y vente ya>



–Marico todavía siento que tengo mierda, me siento mal, esa cerveza estaba mala, yo creo que tu suegra me dio una piche para joderme. Siento que tengo mierda, me siento mal, esa cerveza estaba mala.

–Si hablas guevonadas.

–Abre la guantera, ahí debe haber papel.



Orlando abrió y sacó un rollo de papel higiénico y se lo pasó al policía.

–Busca en mi bolso por fa, debe haber toallas húmedas, esta mierda me irrita que jode, ah y gel antibacterial.



Arévalo se limpió con las toallitas y sujetándose se levantó, estaba un poco mareado, se puso pálido.

–Chamo, ¿puedes manejar tú? No me siento bien.

–Si vale, tranquilo, ahora nos paramos para que tomes algo ¿ok?.

–Si, si, me voy a recostar.



Orlando comenzó a manejar, al lado Arévalo durmiendo.

–Sonó el celular del chico, era Pedro, puso el manos libres.



–<Epa Pedro, ¿cómo estas?>

–<Hola, bien, bien, ¿ya estás en Caracas?>

–<No, voy en camino>

–<Ah ok, ¿todo bien? ¿Cómo te sientes?

–<Bueno, ahí, movido, luego te cuento>.

–<Dale…mira…este, te quería pedir un favor>

–<Dime>

–<Era para ver si me podías dar el número de tu amigo, el policía, el que fue al cementerio contigo> -Arévalo abrió los ojos y se le tensó el cuerpo, Orlando extrañado le preguntó para qué lo quería. Pedro le inventó una historia, para ubicar a alguien que había estafado a un tío, dio una explicación enredada pero Orlando le dijo que se lo enviaba por mensaje ahora cuando se detuvieran.

–<¿Estás en el carro?>

–<Si, voy manejando>

–<¿Manejando?>

–<Si, luego te cuento, hablamos>



Arévalo volteó haciéndose el dormido.

–¿Con quién hablabas?

–Con Pedro, mi amigo, el que estaba en la funeraria.

–Ah, ya, si creo que que me acuerdo.

–Me pidió tu número para no sé que cosa de un tío, no entendí bien, ya te explicará cuando te llame.

–¿Un tío? Ese quiere llevar palo otra vez, le gustó la cogida, bueno yo le doy ya que este no se deja ni tocar el pelo tendré que desahogarme con el Pedro. Si quieres yo lo llamo, guardo su número.

–Ah bueno, busca la última llamada y lo agregas al WhatsApp.



Arévalo anotó el número y lo agregó, buscó en WhatsApp para escribirle.

–Listo ya le voy a escribir.

–Pero llámalo mejor y te explica.

–Si, si, pero le voy a escribir para decirle que ya lo tengo.

–¿Cómo te sientes?

–Mas o menos, creo que cuando lleguemos a la estación de servicio voy a cagar otra vez.



–<<Hola es el policía, Arévalo,  ¿quieres hablar de tu tío o quieres otra cogida?>>

–<<Quiero otra cogida, pero tenía que darle una excusa a Orlando>>

–<<¿Pa qué? Tú eres mayor de edad, con pelos en el guevo ya>>

–<<Ay pero él es todo correcto, en fin, cuándo puedes?>>



–Llegamos, ¿vas al baño?

–Si, cómprame un refresco de limón por fa.

Arévalo salió corriendo al baño y dejó el celular. Orlando vio la conversa abierta y leyó.



El policía estaba en el baño con el rollo de papel en la mano, sudaba frío de nuevo, estaba solo y tenía la libertad de pujar sin importarle las flatulencias. Orlando se acercó al baño.

–¿Todo bien?

–Si, si.

–Toma, te paso la lata, bébela, te espero en el carro.



Cinco minutos después llegaba Arévalo, estaba todo sudado y de nuevo pálido, se sentó en el carro.

–¿Te sientes mal? Si quieres te llevo a tu casa.

–No, marico tengo que ir directo al trabajo

–Pero ya es tarde.

–No importa.

Cogió su celular y le respondió a Pedro.

–<<Te aviso, hoy estoy muy mal del estómago>>

–<<Dale, ya estamos por wasap, es más fácil cuadrar, mejórate>>



Varios minutos en silencio y Orlando no aguantó y habló con Arévalo.



–¿Tú le piensas cobrar a Pedro el favor tirándotelo?

–¿Ah?

–Tiraste con Pedro y por eso me pidió tu número para que te lo cojas de nuevo.

–¿Y cuál es el peo? ¿es tu novio?

–No, es mi amigo, no quiero que le hagas daño.

–¿Daño? Le metí esta verga y sigue vivo, no le puedo hacer daño.

–Sabes a que me refiero. El gusta de mi, pero él es enamoradizo, bueno cuando echaba los cuentos de sus novias, cada día le gustaba una, pero en realidad eran tipos.

–Tú lo que estás es celoso. Ahora el pana me para a mi, ya te arrechas, bueno marico, tú no te dejas coger me tendré que coger a otro.



–¿Tú solo querías cogerme y ya? Lo de que te gusto era paja.

–No, ya va, espera, no enredes el papagayo, lo dije por arrechera, yo te quiero así de pinga, pa´ novio, quiero cogerte, de bolas que quiero cogerte. Ya va, yo hablando guevonadas ahora y que de novio, si yo no he tenido pareja hombre, pura jeva.

–Entonces es sexo lo que quieres conmigo. Te advierto chamo que yo no me acuesto con un tipo por acostarme, tiene que haber algo, yo no ando tirando como loco. Como dice Pedro, soy muy correcto.

–¿Leíste el mensaje? ¿TU AGARRASTE MI CELULAR Y LEISTE? ¿QUE TE PASA?

–Dejaste el celular en el asiento y estaba encendido y leí, ni lo toqué.

–A mi no me gustan esas vainas chamo.

–Bueno, disculpa, no lo hice con mala intención.



Llegaron a Caracas directo a la morgue.Arévalo se bajó del carro y se fue directo al baño.



–¿Tú estabas manejando el carro?

–Si, disculpe, es que Arévalo se sentía mal y me pido el favor.

–Tranquilo, siendo el hijo de Orlando sé que eres responsable.

–Gracias, el carro está sano y salvo.

–¿Cómo te vas a tu casa?

–Agarro un taxi, aquí afuera vi una línea.

–Yo te llevo a tu casa, déjame resolver unas cosas aquí y salimos, son 10 minutos.



Orlando buscó a Arévalo para despedirse.

–Disculpa lo malo chamín, solo quería que te sientieras bien en el funeral y todo quedara perfecto, no incomodarte.

–Tranquilo, estamos en contacto, más bien muchas gracias por todo, disculpa mi mal humor, no ando en mi mejor momento.

–Físicamente si marico, no sabes el culo que tienes ¿tú te has visto las nalgas? –Orlando lo vio a los ojos. –Si, ya, ya disculpa, me callo, chao, cuídate, avisa cuando llegues.

–Tu jefe me va a llevar a casa.

–¿Mi jefe? ¿en serio? Que vaina más rara.

–Bueno, supongo que será porque soy hijo del exdirector de la morgue, que se yo.

–Mmmmmm bueno, avísame cualquier cosa.



Se montaron en el carro.

–¿Cómo voy a dejar que el hijo de mi colega ande por ahí pasando penurias? –Le pasó la mano por el muslo moviéndola y viendo al chico a los ojos, Orlando arrugó la frente sin entender mucho pero se limitó a sonreir.



El hombre fue todo el camino preguntándole cosas a Orlando, le pellizcaba el hombro y se reía. Llegaron al edificio.

–Si quieres anota mi número por cualquier cosa, uno nunca sabe. –Orlando sacó su celular y guardó el número.

–Repícame y así tengo el tuyo de una vez.



–Eres muy guapo, debes tener a las mujeres loquitas. –Le paso la mano por el hombro bajando por el brazo. –Y además se ve que vas al gimnasio, estas durito debes tener un cuerpazo que las vuelve locas.

–Si, más o menos.

–Bueno, ya sabes, me llamas cuaquier cosa, me dio gusto conversar contigo. –Le puso la mano de nuevo en el muslo y apretó. –No dejes de ir al gimnasio, mantén ese cuerpo.

–Si, claro, yo voy cada vez que puedo. Gracias por la cola. –El chico le extendió la mano y la estrechó, el hombre le rascó la palma con su dedo índice y el chico retiró inmediatamente la mano.

–Mándale saludos a tu papá.

–Si, se los daré, le digo que usted me dio la cola y fue muy amable.

–No, no tienes que contarle todo, simplemente mándale mis saludos. Avísame cuando estés en tu cuarto ya tranquilo.



Orlando se alejó del carro y caminó hacia el edificio, estaba desconcertado, se rió. No podía creer lo que había pasado durante el trayecto.

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