miércoles, 20 de junio de 2018

Y SI ME ENAMORO Capítulo 23

–¿Nos vamos?
–Yo me quedo, voy a esperar a Arévalo, el policía.
–¿Al policía? Que raro…tú como que tienes un beta con el bicho ese.
–Verga Nelson como te encanta un chisme una vaina. –Decía Nicolás mientras Orlando se sonreía.
–Déjalo, me dijo que quería hablar conmigo unas vainas y que me da la cola.
–Esperamos a que venga el pana para que no te quedes solo.
Orlando quería quedarse solo, más que todo para que Arévalo no dijera nada imprudente.

Arévalo llegaba al local en su moto. –<Estoy afuera, sal>
–Llegó, vámonos.
Salieron del local y se despidieron de Orlando y del policía.
–¿Dónde dejaste a Pedro? ¿Coronaste? -Le dijo Nelson a Arévalo que no entendió la pregunta pero no dijo nada.
–Vámonos de una vez

Se montaron en la moto y se fueron de ahí a toda velocidad.
–¿Adónde vamos?
–A tomarnos unas birras en otro sitio más barato.

Se fueron al centro de la ciudad a un pequeño bar que aún estaba abierto.
–Chamo te traje aquí porque es más barato, pero paga tú.
–No hay rollo.
Arévalo pidió dos cervezas, cuando llegó la suya se la bebió de un golpe y pidió otra.
–Tampoco te pases, no te voy a invitar ocho cervezas.
–No, no chamo.
Hubo un silencio, Arévalo miraba hacia la barra, Orlando miraba su celular hasta que el policía volvió a hablar.
–Marico hoy me cogí a Pedro, pero con arrechera.
–¿Tengo que escuchar eso?
–No, no te voy a contar detalles güevón, te digo que estaba tan molesto por lo que pasó contigo que la pagué con él, fui un bruto.
–Me imagino que está molesto contigo, hasta se habrá cagado.
Arévalo vio a Orlando a los ojos por unos segundos, el chico se puso nervioso.
–Marico como me gustas, de pana. El peo no es ese, a Pedro le gustó la cogida y a mi también. Quiere más.

Orlando suspiró. –Arévalo, vamos a aclarar algo, yo te gusto, pero te quieres coger a Pedro, entonces ¿qué quieres? Cogernos a los dos.
–Güevóóón eso sería lo máximo. Verga no sé, no sé, tengo un peo en la cabeza.
–Por mi parte conmigo no te vas a acostar.

Arévalo lo volvió a ver a los ojos y se le acercó dándole un beso en la boca.
–Chico pero tú estás pasao, ¿acaso esto es un bar gay?
–¿Esto? Aquí hay de todo pana, este local es de los que llaman friendly ¿Así se dice?
–Si…vaya…no sabía que por esta zona existieran locales de tolerancia. Chamo ya, ¿sí? No insistas que te voy a agarrar rabia y no quiero.
–Discúlpame coño, pero es que…bueno ya.

Orlando se bebió lo que quedaba de su cerveza y pidió otra.
–Te quería comentar algo ya que estamos en una de charla.
–Si es sobre el güevón de Diego ahórrate la charla.
–Se trata de él y de su papá.
–Que ladilla pana, voy al baño a mear.

Arévalo entró al baño y estaba orinando un señor de unos 55 años, el policía se puso en el urinario de al lado.
El hombre bajaba la mirada para verle el pene al policía y luego lo veía a los ojos, se sonreía, Arévalo serio. El hombre volvió a verle el pene que ahora estaba orinando, se atrevió y estiró su brazo para tocárselo. El policía movió con su mano el chaleco y dejó al descubierto el arma de reglamento.
–Lo tocas y te quedas sin mano o sin vida, este güevo tiene dueño.
El hombre retiró la mano inmediatamente y se acomodó el pantalón para salir.

Arévalo se quedó solo y se vio el pene riéndose. –Ahora tienes dueño jajaja que bolas, si hablo guevonadas, será Pedro u Orlando, pero este güevo va a tener un culo donde entrar.

Arévalo regresó a la barra y se sentó al lado de Orlando que, al lado tenía al hombre del baño.
–Sígueme la corriente, le dijo el policía al muchacho en voz baja.
–Amor, este tipo intentó agarrame el güevo en el baño, yo le dije que tenía novio que eres tú.
–Así es señor, antes de lanzarse  a meter mano averigüe si la persona tiene pareja. Mi marido es policía, ahí se lo dejo.
El hombre se levantó y se puso tres asientos más lejos.
–Al viejo le mostré el arma y se cagó.
–Coño a ver si le da un infarto. Coño la gente si es osada, yo no puedo hacer esas vainas y menos en un baño, me parece denigrante.
–Tengo un novio casto y puro.
–Pendejo.
–Ajá cuéntame de Dieguito.

Orlando le volvió a contar pero con detalles lo de Diego y su padre, y luego lo que le dijo Diego por mensaje.

–Ese viejo es marico.
–Un güevón es lo que es, a estas alturas con esas vainas del siglo XIX
–No papá, que el viejo es marico, que le gustan los hombres pero está reprimido. Tengo gente que le puede dar un susto al viejo, o enamorarlo y sacarle plata y ponerlo al descubierto.

Orlando se quedó pensando. –No, no yo no quiero matar al viejo ¿qué es eso?
–Dije un susto coño, yo no hablé de matar. O ponerle una trampa, mandarle un carajito que se tire y luego ponerlo en evidencia.
–No sé, no sé, es como mucha maldad junta.
–Déjame eso a mi. Necesito plata pa´ eso.
–¿Y quieres que te de plata? Estás como loco, yo no voy a gastar plata en eso.
–Ya veré como hago, pero yo te resuelvo. ¿viste soy hasta cabrón, te voy  a poner papita tu relación con el gafo ese quitándote al suegro del medio.
–Deja de inventar vainas Arévalo, no quiero peos. Nos tomamos otra y nos vamos.
–Si va.


Se montaron en la moto y se pusieron los cascos.
–Marico, no me vayas a abrazar, te agarras de otro sitio, estoy prendío, me tocas y se me para el güevo.
–Cálmate, que yo sé como sujetarme ya.
–Mosca.

Llegaron al edificio donde vive Orlando.
–Te acompaño arriba.
–¿Para qué?
–Coño para saber que llegaste bien.
–Ooookeeeey, vamos.

Se montaron en el ascensor y Arévalo se le acercó a Orlando, tocó el botón de stop de la cabina.
–¿Cuándo me vas a dar culito?
–¿Tú vas a seguir chamo?
–Anda vale, vamos a darle ahora, en tu cama, rapidito, te lo meto, ra, ra, y me voy.
–No Arévalo, está mi mamá.
–Pero no se va a enterar, coño vale, un ratico, yo sé que tú quieres, no me has apartado de ti y te tengo a centímetros, mi boca cerquita de la tuya. –Pasó su lengua por los labios de Orlando. Se quedó tranquilo y mirando los labios del policía.

–Está bien, un ratico nada más.
–Cooooooño, que feliz me haces no joda.
–Te pones condón.
–Yo me pongo una tanga de lentejuelas si quieres.

Llegaron al piso y mientras Orlando abría la reja, Arévalo le apretaba las nalgas. Abrió la puerta y lo primero que vio fue a su madre en el piso. Salió corriendo junto con Arévalo.
Se agachó para hacer reaccionar a su madre.
–Quita, que le voy a hacer un RCP.

Arévalo comenzó a hacer la reanimación, al tercer intento, la mujer abrió los ojos y reacionó pero quedó adormecida.
–Vamos a llevarla a una clínica ya, llama a una ambulancia.
–Si, si, la del seguro voy.

Coñoelmadre la vieja me jodió la tirada. No digas esas vainas vale, puede ser tu suegra.
–¿Te vas en la ambulancia o conmigo?
–En la ambulancia.
Jodido estoy.

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