miércoles, 5 de agosto de 2020

FIEBRE. segunda temporada. Capítulo 3

Gerardo preparó dos Cuba Libre y se sentaron para comer algo y conversar.
Hablaron de la enfermera, del padre y de lo que había hecho y dicho la madre. No podía creer lo que escuchaba. Estaba sorprendido pero le dijo a Román que pronto las cosas iban a cambiar.

Sirvió otros dos tragos y siguieron conversando mientras comían. Gerardo le dió un beso en la boca llena de ron, mientras se bajaba el pantalón. -Agáchate y mámalo.

El chico se puso de cuclillas y comenzó a hacerle sexo oral. Con una mano sostenía el pene, comenzaba a meterlo en su boca que ya se humedecía, miraba a Gerardo a los ojos esperando que le diera una cachetada pero esta vez el hombre le acarició el cabello y luego la mejilla, le guiñó el ojo y le lanzó un beso. Román se lo metió todo en la boca, lo sacaba y lo metía. -Chúpame las bolas.
El chico obedeció, volvía a mirar a Gerardo, este sonreía.
El hombre lo levantó del piso y desnudó al chico. Llevó su mano al culo del chico y comenzó a meterle los dedos. Lo cargó, escupió en su mano y la restregó en el culo. Tomó su pene y lo movió hasta colocarlo en el culo de Román.
-Despacito por fa.
-Tranquilo nené -Tomó con fuerza las nalgas del chico y empujó, su pene se deslizó dentro. Román echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos, Gerardo empezó a moverlo para que su pene entrara y saliera, Román no paraba de gemir y así se fueron a la habitación.

Gerardo se arrodilló y sin dejar de penetrar lo tumbó en la cama y comenzó a moverse. El chico seguía gritando, sus piernas pegaban en su pecho. El hombre levantó más el culo de Román y se puso sobre él penetrándolo completamente. Gerardo gruñía. -¿Te gusta? Se que te gusta y querías perderte esto nené, te quiero que jode, quiero cogerte cada noche carajito, darte duro. -Empujó con fuerza y le sacó un fuerte gemido al chico.

Las gotas de sudor caían en el cuerpo de Román que también sudaba, cada empujón lo movía, se aferraba a las sábanas, pedía más y Gerardo lo complacía, se movía con rapidez y fuerza. Volteó al chico en un solo movimiento y lo volvió a penetrar ahora acostado. Le hablaba al oído y le mordía el lóbulo de la oreja, Román estaba disfrutando pero cerraba los ojos y apretaba los dientes. 
-¡Me vengo, no aguanto! - El chico eyaculó en las sábanas, Gerardo dió tres sacudidas más y su cuerpo se tensó, volvió a empujar y acabó dentro de Roman.
Gritó, le apretó las nalgas mientras pasaba el orgasmo y soltó. Retiró el pene y abrió las nalgas del chico. -Puja, quiero ver cómo sacas la leche. -El chico lo hizo, un hilo blanco escurría haciá su escroto.
Gerardo cayó a un lado de la cama cansado. Comenzó a toser, no paraba. Se levantó, el pecho le dolía y la tos era seca.
-¿Estás bien? -Gerardo dijo si moviendo la cabeza. Tomó aire.
-Ya, me atoré...ay, voy a preparar un par de tragos más. -Le dió otro beso a Román, se detuvo unos segundos, lo tomó por la nuca y su lengua atravesó su boca.
-Te quiero carajito.

Gerardo fue a la cocina y Román al baño, volvió a ver la foto de Federico. -¿Y si le cuento al viejo que conozco a su hijo? Le voy a decir, ¿Que tanto?. -Voy a la cocina.

-Viejo ¿Tas ahí?
-Pasa chico, ven, toma tu trago, salud. ¿Quieres comer?
-Si, mira quiero contarte algo.
-Estaba pensando, cuando pase este peo de la cuarentena te voy a presentar a mi hijo, bueno y a mi hija para que los conozcas y vayan familiarizándose contigo. Federico te va a caer bien. Mosca y te enamoras de él, mira que me pongo celoso, ja ja ja.
Román sonrió tímidamente y tomó un trago.
-¿Que me ibas a decir?
-Nada...que yo...es la primera vez que voy a dormir con un hombre.
-La primera pero no la última nené, esa cama será tuya también. -Lo volvió a besar. Le pasó la mano por la mejilla y Román cerró los ojos, la temperatura de su cuerpo se elevaba.
-De nuevo estás caliente carajito. ¿Tú te encuentras bien?
-Si vale, estoy bien, solo que me emociona eso que dices.
-Te voy a dar tu regalo de cumpleaños.

Regresó a la cocina. -Cierra los ojos y extiende tu mano.
Román lo hizo y Gerardo dejó caer en sus manos algo que sonó metálico, el chico abrió los ojos.
-¿Qué es esto?
-¿Tú qué crees? Las llaves de tu primer carro y tu licencia de conducir.
-Ya va viejo ¿Qué vaina es está? ¿Cómo que licencia de conducir? Es pirata.
-Es legal del propio Instituto de tránsito pero sin pasar por el engorroso exámen teórico y práctico. Tú me dijiste que sabías manejar.
-Si, marico pero...perdón, viejo...¿Cómo me vas a comprar un carro?
-No es nuevo, era de mi hijo pero le compraré uno nuevo. Este está a tu nombre, es tuyo, nadie te lo va a quitar.
Román lo abrazó efusivamente, Gerardo se rió pero cerró los ojos y se puso serio, respiró profundo. -Disfrútalo.
-Gracias. Viejo, te mereces una buena mamada de güevo.
-¿Solo eso? Yo quiero culito toda la noche.
-Culito te voy a dar.


-A levantarse, vamos, vamos que hay que irnos.
-¡Coño mamá que ladilla son las 4:30 de la mañana!
-Si, tenemos que salir temprano antes que monten las alcabalas, Luis debe estar por llegar, vístanse y desayunen.

-¿No te vas a despedir de tus abuelos? -Le dijo Carlota a su hijo Federico.
-No, está durmiendo y es lo menos que quiero hacer, despertarlos, ya me quiero ir de esta casa.

45 minutos después ya estaban montados en el taxi, los chicos dormidos en el asiento de atrás y Carlota de copiloto.
-Señor Luis, le voy a pedir que no le diga absolutamente nada a mi esposo que usted nos buscó, yo le inventaré algo no quiero que me forme un lío por estar usándolo para estás cosas.
-Tranquila señora que a su esposo le hago esto y muchas cosas más.
-¿A qué se refiere?
-Yo me entiendo.
-Mi esposo tiene otra mujer.
-Ay mi señora todos los hombres tenemos nuestro segundo frente. Pero nos quedamos con la legal.
-Que alentador eso que me dice. Tengo que asumir que mi marido se acuesta con otra mujer.
Federico con los ojos cerrados se sonreía.

-Gracias señor Luis. Tome, ya sabe, esto no pasó.
-Chicos ¿ustedes van a desayunar?, ponte el tapabocas
-Yo no, me voy a acostar luego como
-Yo también mami.
Entraron al apartamento y los chicos se fueron cada uno a su habitación y Carlota se fue despacio a la suya, abrió la puerta con cuidado y entró para desvestirse y acostarse, se acerca a la cama y ve a su esposo desnudo boca arriba y al lado a un chico también desnudo, acostado boca abajo con el brazo sobre el pecho de Gerardo.
Carlota se llevó la mano a la boca y sus ojos se llenaron de lágrimas.

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