Andrés y Amadeo.
Una habitación amplia, una cama King con
una cabecera de madera con dos másiles en las esquinas. Unas sábanas blancas
que reflejaban a luz hasta enceguecer.
Desnudo, boca abajo y con las manos
esposadas, una en el mástil izquierdo y la otra en un hueco de la cabecera. Los
pies amarrados a los pies de la cama. El hombre comenzaba a desvestirse
mientras le daba nalgadas al que tenía en la cama. Le halaba el cabello y le
gritaba groserías.
Una vez desnudo tomó un condón y un pote
de lubricante, se montó encima y apretó el pote hasta bañar las nalgas con el
gel, las apartó y sin preámbulos introdujo su pene sintiendo como abría la
carne, apretada, cerrada.
Amadeo no aguantó el dolor y apretó el
esfínter lo que hizo que el dolor se intensificara y soltó relajándose, pero
aún sintiendo dolor. El hombre se acostó sobre él y le mordía la espalda.
Amadeo estaba incómodo, no estaba
disfrutando del sexo. Siempre pensó que este trabajo lo disfutaría pues era
sexo con mucha gente y encima pagándole. No se imaginó que en ese universo de
gente que busca sexo pagando hay varios que les gustan cosas distintas al
común.
El hombre se movía con fuerza para
penetrarlo completo, mientras seguía mordiéndole la espalda hasta que se
detuvo.
–Por fa no me muerdas tan duro, me duele
todo.
–Yo pagué para que te dejaras hacer todo
y pagué que jode.
–Si ok, pero hazlo despcio.
–Cállate la boca, te voy a soltar las
piernas y te pones en posición de perrito.
Una vez liberadas las piernas, Amadeo se
incorporó y se puso como le dijeron. El hombre fue al vestier a buscar algo.
–¿Este tipo que irá a hacer?.
Regresó con un pequeño látigo, al estar
cerca de Amadeo le pegó en las nalgas lo bastante duro para que se retorciera
del dolor y cayera en la cama.
–Levántate que no he terminado. –Se montó
en la cama, ahí de pie se agachó y penetró nuevamente al muchacho de una sola
vez y ahora si le estaba dando con fuerza. Ahora lo halaba del cabello.
–Eres una perra, eres muy perra –Le
susurraba al oído. Amadeo gemía pero no de placer.
Tomó el látigo y comenzó a azotarlo en la
espalda pero no tan fuerte como antes. Unos minutos después se detiene y le
quita las esposas.
–¿Ya? Terminamos?
–No mi perrita, todavía falta, arráncame
el condón y ponte a mamar hasta que acabe.
Amadeo comenzó a hacerle el sexo oral
pero no contaba con que el hombre le tomaría la cabeza para que se metiera todo
el pene en la boca hasta que se ahogara, soltar y comenzar de nuevo y así
varias veces seguidas. Cuando ya estaba a punto de correrse, le tomó la cabeza
y la apretó contra su pelvis corriéndose dentro de la boca de Amadeo. No le
quedó más remedio que tragarse todo aquel líquido.
–AAAHHH COÑO QUE RICOOOO. QUE PUTA ERES
NO JODA. Te portaste como una buena perra.
Amadeo estaba agotado y con los ojos
brillantes aguantando las lágrimas por el esfuerzo de no ahogarse.
–Ve a ducharte y te vas. –El hombre
encendió un cigarrillo y encendió el televisor
Al salir del baño con la toalla alrededor
de su cintura, se recostó en la cama.
–Te dije que te ducharas y te fueras así
que vístete. Mira, abre ese bolso y saca una paca, es para ti.
Amadeo abrió el bolso y vio que dentro
había decenas de pacas de billetes de 100, tomó uno como le dijo el señor y
volvió a cerrar el bolso
–Mierda este tipo debe ser un narco o un político corrupto. Terminó
de vestirse. El hombre se levantó de la cama y se fue al baño a orinar. Amadeo
aprovechó y sacó otra paca de billetes y lo metió en su bolso y salió del
cuarto a esperar al hombre.
Dile a tu jefe que estuviste muy bueno y
que pronto lo llamaré para que vengas tú de nuevo, los otros carajitos son unas
niñas que no aguantan .
–Gracias se lo diré, hasta luego.
–Cuídate perrita. –Le abrió la puerta y
Amadeo se fue.
En la tarde se vio con Andrés. Se estaba
sintiendo mal, le dolía la espalda y su ano.
–Te noto tenso amor,¿qué te pasa?
–Hoy no me fue muy bien, me siento mal.
–¿Pero qué te pasó?
–No querrás saber, mejor cambiemos de
tema, que también son malas noticias.
–A ver, somos novios ¿no? Estamos para
contarnos las cosas, ver como solucionamos y apoyarnos el uno al otro.
Hubo unos segundos de silencio y luego
comenzó a contarle.
–Hoy estuve con un cliente...y...el tipo
era un pelo sádico.... qué incómodo contarte esto…me penetró a los coñazos, me pegó y me mordió.
Otro silencio invadió el espacio.
–¿Te estás dando cuenta que me cuentas lo
que haces en tu trabajo y te incomoda hablar de eso? Te dije que no iba a ser
fácil, te dije que te ibas a encontrar a gente mala y extraña.
–Si ya, ya me lo dijiste, no quiero
hablar de eso más, el tipo por lo menos me dio una buena propina y por el mal
rato le quité una paca de dinero. Cuando me dijo que tomara una, se fue al baño
y me agarré otra.
–¿Quééé? ¿Te volviste loco? ¿robaste?
¿pero en qué estabas pensando tú chico? ¿Qué es eso?
–Bueno coño, ese tipo debe ser un narco o
un político corrupto que más da.
–NO AMADEO, NO NINGÚN QUE MÁS DA. ¿cómo
vas a robarle a alguien? Yo no me empaté con un choro. Dame esa paca.
–¿Para qué? ¿se lo vas a devolver? Deja
la guevonada.
–No, le vamos a dar un mejor uso a ese
dinero, lo vamos a donar, vamos a depositarlo a una fundación.
–¿QUÉ? ¿estás loco? Esa vaina es mía.
–Amadeo, dame ese dinero.
Amadeo le entregó la paca robada. Al día
siguiente depositarían ese dinero a dos fundaciones a partes iguales.
–No te soporto, eres demasiado correcto.
–Este es tu novio ¿lo tomas o lo dejas?
Cuéntame lo otro.
–Pendejo, no te voy a dejar, pero me da
rabia que me quites esa plata. Bueno…mi papá me botó de la casa.
–Coño...¿porque eres gay?
–Si y porque se enteró de mi trabajo por
culpa de mi abuelo. Me sacó de la casa y me dijo que no volviera.
–Verga amor ¿y qué te dijo tu mamá? ¿Pero
que le pasa a tu papá? Un retrógrado a la décima potencia.
–Ella hace lo que dice mi papá aunque le
dijo que no estaba de acuerdo, luego me dio un dinero y me dijo que me
comunicara con ella siempre.
–Bueno, por lo menos tienes dos apoyos y
no te van a dejar solo.
–¿Dos?
–Ajá, ¿tú crees que este ciego te va a
dejar solo en este peo? No. Tú eres mi pareja y nos tenemos que apoyar. ¿Dónde
te estás quedando?
–En un hotelucho mientras consigo un
apartamento o anexo.
–Mañana mismo nos ponemos a buscar apartamento
y yo te ayudo a pagar la mitad
–¿Y te vas a vivir conmigo? – A Amadeo se
le iluminaron los ojos.
–Ja, ja, ja no te emociones vamos poco a
poco, pero si, puede ser.
Amadeo abrazó a Andrés y se atrevió a
darle un beso en la calle.
–Pero hay una cosa en la que tú me vas a
tener que ayudar.
–¿Qué será?
–Me tienes que enseñar a estar en ese
nuevo apartamento, para no tropezarme, estoy acostumbrado a mi casa y ya sé
donde están las cosas.
–Si va, eso no tienes ni que pedirlo,
además, tengo pendiente enseñarte a nadar.
–Ja, ja, ja una cosa a la vez. Llama a tu
mamá y cuéntale lo que vas a hacer, mantenla informada mi amor.
–Ahora lo hago. ¿Sabes algo mi cieguito? Se
me está antojando quererte y mucho.
Otro beso selló la tarde para luego irse
a cenar.
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