Amado y Alonso.
Amado estaba en el apartamento. Ya había
pasado una semana desde que se efectuó el velorio y entierro de Daira. Alonso
no lo acompañó y eso le dolió mucho, desde la última vez que se vieron luego de
salir de la comisaría no se habían visto ni hablado.
Solo, sin Daira en casa se sentía un león
enjaulado y luego de mucho pensar y caminar por todo el apartamento decidió
salir y dar una vuelta.
Al llegar a planta baja decidió ir a un
sauna pero no sabía la dirección, nunca había ido. Tomó su celular y entró a
Google para buscar saunas en la ciudad. Sólo buscar el sitio lo puso nervioso
pero estaba decidido a ir y hacer algo distinto.
Alonso estaba en el supermercado
comprando varias cosas para abastecer la alacena. Aunque estaba relajado no
dejaba de pensar en Amado al punto que estaba cogiendo de los anaqueles
pepinillos y aceitunas de los que le gustan a su ex. Se sonrió y los devolvió.
Siguió comprando.
Mientras esperaba su turno para pagar, había
una persona delante de él, estaba pagando con tarjeta de crédito.
–Señor dice rechazada, ¿la paso de nuevo?
–Que raro...sí pásala de nuevo.
La cajera volvió a introducir la tarjeta
en el punto y de nuevo rechazada.
–Dice lo mismo, ¿tiene otra tarjeta?
¿Débito?.
Alonso veía al muchacho algo molesto y se
sonreía.
–No, no tengo otra forma de pago, ni
modo, dejo el mercado.
–Epa chamo, deja que yo te pago el
mercado.
–No señor tranquilo, vengo otro día.
–No hay problema, señorita pase mi
mercado y agréguelo a esta cuenta.
La cajera comenzó a registrar los
productos mientras el muchacho se dispuso a guardar las cosas en bolsas.
–Gracias señor, que pena con usted.
–Ya no es nada y no me digas señor –Le
guiñó el ojo, el muchacho sonrió.
Amado llegaba al sauna, cuando estaba en
la recepción pagando le pareció costosa la entrada pero como era la primera vez
no le dio mayor importancia. Se apuntó a un masaje para más tarde.
No había pedido cabina así que le tocaba
desvestirse en el área común de los lockers. Un jóven se le quedaba viendo
mientras se quitaba la ropa, Alonso lo veía de reojo, se colocó el paño y se
fue al vapor. El muchacho lo siguió.
Amado sin saber donde ir se fue al fondo,
entró en la zona más oscura y se sentó en el asiento de cemento. El hombre que
lo siguía se quitó el paño y se paró frente a él.
–Mámalo.
–Disculpa, ahora no
–Te dije que lo mames –Agarró su pene se
lo metió en la boca, Amado no puso resistencia y comenzó a hacerle sexo oral
mientras el pene crecía dentro de la boca.
Amado ya le dolía la mandíbula y se
sentía sofocado pero el joven le tenía sujeta la cabeza, igual se zafó y
descansó unos segundos y continuó, otra persona se acercó para que Amado lo
hiciera con él pero el muchacho lo apartó poniéndole el brazo en el pecho.
Se
corrió dentro de la boca pero Amado, que escupió todo el semen.
–Te espero afuera en la fuente de soda
-Le dijo a Amado.
Se fue a duchar y salió a buscar al
muchacho. No estaba seguro de quien era pues estaba oscuro, pero el muchacho le
hizo señas y se acercó.
–Hola, ¿cómo estas? Que rica esa mamada,
eso lo hacen los años.
–Ja, ja, ja gracias, bueno si, te llevo
unos cuantos años. Mucho gusto Amado, jubilado.
–Encantado, Américo, médico.
–Muchas gracias por el favor señor, que
vergüenza, Esta misma semana le pago, usted me da su cuenta y le transfiero.
–Usted, usted, trátame de tú, Ya te dije
que no hay problema.
–Claro que sí, yo te pago.
–Bueno, ¿Dónde te llevo?
–No, déjeme…déjame aquí que hay una línea
de taxi.
–Pero yo tengo el carro, yo te llevo a tu
casa, vas más cómodo y no pagas taxi.
–Suficiente con lo que has hecho.
–Mmmm no, yo te llevo, además eres muy
guapo, eso motiva más.
–Aaah sólo por eso me pagaste el mercado
ja, ja, ja
–Básicamente, mucho gusto Alonso.
–Mucho gusto Ramón.
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