Débora y Alejo.
Débora y Alejo se volvieron a reunir con
su socio para conversar sobre el nuevo local.
Ya tenían el sitio, era al este de la
ciudad, estabn esperando el mobiliario y al arquitecto para armar el salón, la
mercancía ya estaba en el local.
Acordaron montar una oficina en ese local para
tener un centro de operaciones y monitorear ambos salones de belleza pues ya
estaban pensando en abrir otro local una vez que el nuevo arrancara y comenzara
a producir.
Débora estaba contenta por el crecimiento
de su negocio y más ahora que su novio la apoyaba y era socio de ella junto con
el nuevo socio capitalista.
Mientras estaban conociendo el nuevo
local, viendo las obras, Débora entró a lo que sería la oficina. Alejo y
Ramiro, el socio, estaban afuera chequeando el espacio para el cartel donde
iría el nombre.
–¿Entonces Débora en realidad es un
hombre? ¿y ustedes son novios? –Susurraba Ramiro.
–Ya es una mujer, se operó, pero no
comentes nada de eso de que es o era hombre, para ella Arquímedes murió hace
años.
–Coño pero es una jeva completamente,
mete el paro y todo. Y mira ¿y qué tal en la cama? Se siente igual o te la
coges…por el culo?
–Bueno pana, estás preguntando mucho ya.
–No verga disculpa es que me da
curiosidad, a mi esa vaina no me importa cada quien en lo suyo y si ella es feliz
como es ahora bien, esa es su vida.
–Se siente muy bien, al principio es
raro, no porque no parezca una vagina sino que la conocí con pene y verla así
me impresionó pero el sexo fue uf mundial, mosca ahí viene.
–¡Me encanta este local Ramiro, es amplio
y se le puede sacar provecho al máximo –Dijo Débora al salir del local y
acercarse donde estaban ellos.
–Te lo busqué tal cual me lo pediste. La
zona es cara, pero vale la pena hay potencial aquí. El próximo podemos ubicarlo
en un centro comercial pero tenemos que sentarnos a discutir eso a ver en cual
porque ahí si que nos desangran y el alquiler es en dólares normalmente.
–Primero lo primero, abrimos este y vemos
como marcha la cosa, ya sabemos que el primero es my rentable –Dijo Alejo.
Se fueron a almorzar para celebrar.
Estando en el restaurante Débora recibe un mensaje de texto.
–<Hola Arquímedes, no me olvido de ti,
pronto nos vemos>
Borró el mensaje nerviosa y puso el celular en
la mesa.
–¿Pasa algo mi amor?
–No, no nada, luego te cuento, ahora
brindemos por el futuro local –Débora sonrió pero vio a Alejo con cara de
preocupación, él entendió que ese
mensaje no era nada bueno y sospechaba de que y de quien se trataba.
Mientras Débora hablaba con Ramiro, Alejo
los escuchaba sin intervenir, en eso recibe un mensaje por el WhatsApp.
–Te ves muy guapo cuando te arreglas un poco.
Te espero en el baño, no quiero acercarme e interrumpirlos –Alejo miró hacia
los lados disimuladamente y luego miró hacia atrás, al fondo del restaurante.
Lo saludaron haciéndole señas para ir al baño.
–Disculpénme un momento, voy al baño.
–¿Te pido el segundo plato amor?
–Si, ya vengo.
Llegó al baño y no había nadie, revisando
los cubículo se encontró con la puerta abierta y el hombre que le escribió adentro
con el pantalón abajo.
–¿Qué te pasa? ¿estás loco?
–Sácatelo para mamártelo y me lo metes.
–Ya te dije la otra vez que ya, pagaba el
favor y listo.
–Yo sé, pero bueno quiero repetir.
–No Régulo –Se le abalanzó y le dio un beso
en la boca para luego agacharse y comenzar a hacerle sexo oral. Cuando
escucharon la puerta del baño abrirse,
se encerraron en el cubículo.
–Cógeme –Le dijo Régulo al oído. Alejo ya
tenía una erección y sin hacer ruido lo volteó y se echó saliva en su pene y en
el culo del bombero.
Comenzó a penetrarlo y este se quejaba
del dolor. Alejo le tapó la boca. Mientras lo penetraba, Alejo veía por el
pequeño espacio que había entre la puerta y el metal que la une. Un tipo en el
urinario miraba a cada rato hacia el cubículo. Se estaba masturbando.
Alejo abrió con cuidado la puerta para que el
hombre los viera, se acercó. Tenía el pene en total erección y estaba
lubricando.
Alejo se apartó.
–Cógetelo–Alejo salió y entró el hombre
que de una vez penetró a Régulo.
–¿Te vas a ir?
–Si, no me puedo tardar. –Se estaba
acomodando el pene entre el interior y el pantalón, la erección no se le bajaba
y tuvo que ponérselo hacia abajo para poder salir.
Llegó a la mesa, no se dio cuenta que
estaba sudado.
–Amor ¿qué te pasa? estás sudando a mares.
–Es que creo que se me bajó la tensión,
pero ya estoy bien. ¿Y ustedes? ¿Todo bien? Vamos a comer que se nos enfría.
–Débora miraba con extrañeza a Alejo,
pero no le dio importancia y siguieron conversando los tres.
Mientras se contaban anécdotas y reían,
se acercó a la mesa Régulo.
–Hola buenas tardes y buen provecho,
¿cómo están?
–Hola Régulo –Dijo con seriedad Débora
que vio con ojos de rabia a Alejo.
–Epa mi
pana ¿cómo está todo? ¿Qué haces por aquí?
–Bien, almorzando con unos compañeros del
trabajo que hoy lo tenemos libre. Bueno no los interrumpo más. Te escribo luego
Alejo. Chao Débora.
–Adiós.
–¿Ese no era el bombreo de la otra vez
cuando se quemó el local? –Dijo Ramiro.
–Si...es ese, es un amigo de Alejo, muy
buenos amigos.
Alejo clavó la mirada en su plato y
siguió comiendo. Ramiro vio algo extraño en ambos y se imaginó que ahí pasaba
algo con Régulo.
–Bueno, ahora me retiro un momento yo que
voy al baño. –Dijo el socio.
–Por eso es que estabas nervioso y sudando
por todos lados, te viste con él. Se vieron en el baño ¿verdad?
–NOO, bueno…si, pero no pasó nada...bueno,
él intentó que pasara algo pero yo no quise, por eso me tardé el insistía hasta
que entró un tipo y aproveché para salir.
A lo lejos Régulo los veía discutir y se
imaginó que Débora sabía algo. Le mandó un mensaje.
–Mira Alejo yo conozco igual que tú que
este mundo gay es promiscuo y hace esas cosas y en los baños eso es Sodoma y
Gomorra así que no me vengas con excusas.
–Bueno ya estoy aquí –Dijo Ramiro cuando
escuchó que discutían.
Alejo aprovechó y revisó el mensaje.
–<esa cogida en el baño estuvo uf,
lástima que me dejaste ahí con el tipo ese, que también me cogió rico>.
–Débora leyó de reojo el mensaje pero no
dijo nada y siguió conversando con Ramiro.
Luego del almuerzo regresaron al trabajo.
Al llegar a la esquina del salón de belleza Débora detuvo el paso y tomó del
brazo a Alejo.
–Mira Alejo, yo sé que eres bisexual, me
engañaste cuano te lo pregunté aquella vez que si eras gay y me dijiste que no.
–Y no lo soy, soy bisexual.
–Bueno, sabes a lo que me refiero. No sé
que pasó en ese baño, pero de que algo pasó eso no me cabe la menor duda. Si tú
quieres seguir en tu doble vida de estar con hombres y mujeres pues ese es tu
problema, yo quiero un novio para mi, no quiero compartirlo.
–Débora, perdóname, es algo más fuerte
que yo.
–ENTONCES DÍMELO, sé sincero conmigo, yo
he sido abierta contigo y te cuento todo y te digo lo que quiero, sé igual
conmigo, yo veo si me quedo montada en ese autobús o me bajo, pero no me
engañes y te burles de mi en mi cara. Encima en el restaurante donde estamos celebrando
otro logro del que tú formas parte y vas y te revuelcas con ese tipo.
–Yo creo que mejor dejamos esta relación
hasta aquí, te estoy haciendo daño y yo me estoy haciendo daño también.
–Obvio que esto no va a seguir Alejo...
Hubo una pausa de varios segundos y
Débora retomó la conversación.
–Yo no quiero perderte, me refiero a ti
como persona, eres un hombre extraordinario, trabajador, has estado pendiente
de mi y de mi mamá, pero como novio eres un desastre y yo no quiero eso. Tú vas
a seguir estando a mi lado como mi socio y mi amigo, pero más nada Alejo, hasta
ahí.
Se abrazaron y así pasaron unos segundos
que se volvieron interminables. –Soy un desastre Débora, perdí a una gran
mujer, te quitaron las bolas pero tienes unos cojones más grandes que los mios
y eso no supe valorarlo. Te adoro .
–Yo también te quiero y te adoro y me
parece horrible que esto suceda pero no quiero más desastres amorosos, lo he
pasado terrible en mi vida desde que tengo uso de razón, quiero ser feliz,
disfrutar lo que tengo y ahora que todo marcha bien te pierdo a ti.
Volvieron a abrazarse y ambos lloraron.
Al separarse, ella le contó lo del mensaje.
–Recibí un mensaje de Rendel, bueno, digo
yo que es él.
–Me lo imaginé por la cara que pusiste,
¿qué dice el mensaje?
–Lo borré de los nervios pero decía que
no se ha olvidado de mi “Arquímedes”
me puso. Y luego, “pronto nos veremos”.
–Maldito ese cabrón, cuatro balazos y no
se muere el desgraciado. Voy a tener que hacerlo yo.
–No te atrevas Alejo. Yo lo hice en un momento de rabia,
impotencia y locura, pero no quiero que ahora tú te desgracies la vida.
–Yo no quiero que ese imbécil te haga
daño. Es mi familia pero lo mataría con gusto.
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