Adriano y Américo.
Alonso fue a buscar a su hijo para
hablar seriamente sobre su novio asesino.
–¿Pero tú que estás esperando para
denunciar a ese tipo? Mató a tú mamá, mató a tu psicóloga, ¿quieres que te mate
a ti o a mi?.
–A mi no me va a matar, él me ama.
–¡A que bien, ya me quedo tranquilo
entonces! Es un psicópata Adriano, no piensa, mata.
–¿Pero cómo hago? No deja huellas, no
hay pruebas en su contra, lo atrapan y que hacen?
–Bueno tu vas detrás de él borrando las
evidencias porque mira que te ha mandado mensajes, cartas, visitas. Habla con
la policía, cuadren una salida y citas a la policía que te pongan micrófono
¡qué sé yo! ¿O quieres que vaya yo y lo mate?
Adriano levantó la mirada y vio a su
padre con cara de reproche y comenzó a temblar.
–¿No me digas que tú sigues enamorado
de ese desquiciado? No lo puedo creer.
–¡No papá! No es eso –Mintió –No es fácil hacer lo que dices, Américo es
astuto, sabe como escurrirse siempre.
–Definitivamente contigo siempre habrá
una excusa para justificar al enfermo ese. Yo no sé que vas a hacer tú, yo
tengo un arma y si se me presenta la oportunidad lo mato, me sabe a mierda, si
tú no quieres hacer nada yo no me voy a quedar tranquilo. COÑO MATÓ A TU MAMÁ
¿qué más quieres que pase?.
–Voy a hacer las cosas a mi manera.
–Me parece bien, conmigo no cuentes. Yo
no sé si estás más loco tú o él y creo tener la respuesta carajito. Toma, te
invito este almuerzo –Le dejó 10 billetes de 100 para pagar la cuenta y se fue.
Adriano apoyó los codos en la mesa para
apoyar su cabeza en sus manos y quedarse así pensando en lo que le había dicho
su padre.
–Tú papá tiene razón en protegerte de
mi que maté a tu madre y a tu psicóloga, pero a ti no te voy a hacer daño mi
amor, tú eres lo más grande que tengo en mi vida y ya tenemos un año juntos. Lo
que si no voy a permitir es que tu papá también quiera separarnos.
Adriano levantó la mirada y se le fue
encima a Américo hasta tumbarlo al piso. Comenzó a golpearlo una y otra vez.
–MALDITO ASESINO, MALDITO ENFERMO, DÉJAME
EN PAZ
Comenzaron a llegar los empleados del
restaurante a la terraza pero el que se acercó fue uno de los comensales y un
mesonero para separar a Adriano.
–¡Mi pana, mi pana, ya, ya cálmate,
quédate quieto, lo vas a matar! –El
muchacho tranquilizó a Adriano mientras el mesonero atendía a Américo que tenía
sangre en su cara pero estaba consciente.
–¿Está bien señor? No se mueva, ya le
traigo una servilleta para que se limpie.
–No necesito nada, lo necesito a él –Se
levantó del piso y se acercó a Adriano que lo seguía sosteniendo el otro
muchacho–.
–Yo nunca te he pegado Adriano, nunca y
esta es la segunda vez que me golpeas, a veces pienso que no me amas –El
muchacho que sostenía a Adriano abrió los ojos sorprendido al ver a Américo
hablando pausadamente como si nada hubiese pasado –Voy a dejar pasar este
incidente pero la próxima vez no respondo.
–¿QUÉ VAS A HACER? ¿ME VAS A MATAR?
¿VAS A MATAR A MI PAPÁ?
–¿Este pana es una asesino? –Le
sususrró al oído el muchacho que aún sostenía a Adriano que lo ignoró y no le
respondió–.
–A ti nunca te haría daño mi amor, ya
te lo dije, me voy a ir luego me comunico contigo –Tomó un porta servilletas y
se lo llevó para limpiarse la sangre.
Adriano se levantó del piso ayudado por
el joven.
–¿Estás bien?
–Si, si, gracias
–Mira ahí hay un dinero en el piso, es
tuyo¿ibas a pagar?
–Si, ya me iba.
–Te ayudo –Se pusieron a recoger los
billetes y las sillas que se habían caído. Adriano pidió disculpas a los
comensales y al gerente del restaurante que no le dio importancia a los
destrozos que no fueron graves.
–¿Tienes carro, te acompaño? Estás
nervioso, estás temblando –Cuando se reincorporó le vio a Adriano la
entrepierna y se notaba que tenía una erección.
–“Verga
¿este pana está excitado?”
–Si, tengo carro, está en la calle, ¿me
acompañas? Yo te llevo a tu casa, bueno, no sé si estás con alguien aquí.
–No, no, yo vine solo, vine a comer
rapidito y me iba a hacer unas cosas, yo te acompaño al carro.
Al llegar al vehículo, que lo trajo el
valet parking, el muchacho se ofreció a manejar pues veía a Adriano muy
alterado para hacerlo, le dio las llaves y se montaron en el carro.
–A todas estas no nos hemos presentado.
Mucho gusto, me llamo Ramón.
–Encantado, Adriano y bueno como te
habrás dado cuenta soy gay. Ese tipo se ha encargado de decírselo hasta las
piedras así que a estas alturas es una tontería ocultarlo.
–Tranquilo, yo también soy gay.
Ambos se sonrieron
–¿Me guías para llevarte a tu casa?
–Si claro, de momento ve derecho por
aquí. Aja ¿y luego cómo te vas a tu casa?
–Un taxi o metro, autobus..
–Vamos a hacer algo, te invito a mi
apartamento, nos tomamos algo y cuando digo algo es alcohol, necesito
relajarme.
–Mmmmmm ok, te acompaño, acepto la
invitación. Chamo, ¿te puedo hacer una pregunta?
–Dime
–¿Ese carajo era tu novio? ¿es un
asesino?
–Cuento largo, como tres whiskys,
¿estás dispuesto?
–Lo que estoy es cagao ¿y si el pana se
aparece en tu casa y me quiere matar ahora a mi?
–Tranquilo, ese no aparece hoy más.
Detrás de ellos los seguía un carro
marrón muy viejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario