viernes, 11 de septiembre de 2015

SE ME ANTOJA QUERERTE 10 #SMAQ


Adriano, Américo y Ramón.

Adriano estaba sirviendo dos vasos pero no de whisky sino de sagría, Ramón estaba en el baño que desde que salieron del restaurante venía orinándose. Al salir lo esperaba el vaso de sangría, Adriano colocó una música a bajo volumen y se sentaron a conversar.



–¿Y tu vives solo en este apartamento?

–Si, bueno vivía aquí con mi mamá, mis padres se divorciaron. Mi mamá murió hace unas semanas.

–Wao cuanto lo siento, ¿estaba enferma?

–No, la mataron –Tomó el vaso y se bebió toda la sangría –Voy a servirme más y te cuento.



Desde la cocina iba hablándole.

–Mi exnovio la mató. Entró a la casa y… –se detuvo, Ramón estaba impresionado con lo que acababa de escuchar.



Su novio la mató y este tan tranquilo se ve con el tipo aún ¿qué vaina es esta?. Ya va, ¿el carajo que estaba en el restaurante mató a tu mamá?

–Si…me dijo que se estaba interponiendo en nuestra relación y le quitó la vida. Luego hizo lo mismo y por la misma razón, con mi psicóloga.

–Así, normal, tipo tranquilo me cuentas esto.

–Estoy muy afectado todavía y más porque sigo enamorado de Américo, que no se llama así, no me preguntes cuál es su nombre real porque no lo sé.

Ramón se bebió su trago de una sentada también y le pidió otro.

Mierda pero es que me persiguen los locos. Asdrúbal enamorado de un estafador asesino y este de un psicópta obsesionado con este que también anda loco. Yo me tengo que ir de aquí.



Adriano seguía contando la historia de Américo, Ramón cada vez más desconcertado y nervioso pero quería escuchar todo el cuento.

Luego del cuarto vaso de sangría ambos estaban relajados y riéndose.

–Wao, ya es como tarde para que te vayas a tu casa, ¿quieres quedarte aquí?  –Se le acercó a Ramón y le dio un beso en la boca que este no rechazó al comienzo.

–Espera, espera, calma chamo, despacio.

–Quédate y vamos a tirar.

–No, no pana, yo me voy a mi casa. Llámame a un taxi.

Adriano le metió la mano entre el pantalón pero Ramón se apartó.

–Chamo por favor, llámame un taxi que me voy.

Adriano se levantó molesto y tomó el teléfono para llamar a la línea de taxi.

Tres minutos después llamaban a casa de Adriano diciendo que el taxi ya estaba abajo.

–Baja tú, el vigilante te abre –Le dijo Adriano



Ramón salió del edificio  y ahí estaba el taxi, un vehículo viejo de color marrón con la casco de luz que dice taxi sobre el techo.



–Buenas noches

–Buenas noches ¿a que parte de Valle Grande va?

–Valle Grande Sur.

El taxista tomó la autopista. Ramón estaba enviando mensajes por WhatsApp, uno de los mensajes era para Adriano que le había escrito que lo disculpara. Ramón le respondió que no quería saber más de él, que esa historia le pareció demasiado fuerte y retorcida y que tenía miedo de estar en ese apartamento. Cuando Ramón levantó la mirada para ver al frente, se dio cuenta que no iban por la vía.

–Disculpe señor, pero creo que se metió mal, por aquí no es…

El taxista frenó el carro bruscamente y se volteó hacia Ramón apuntándolo con un arma.

–Claro que por aquí es. Bájate del carro lentamente y no se te ocurra correr.

–Señor, señor, no me vaya a disparar yo no tengo dinero, sólo tengo este celular más nada.

–Cállate la boca.

Ramón salió del carro y el taxista también. Estaban en una calle ciega donde solo había un parque infantil cerrado y al frente un botadero de basura.



–No me mate señor, ¿qué quiere? Le doy mi celular pero por favor…

–Que te calles la boca. Yo no vine a robarte –le puso la pistola en la cabeza. –Vine a advertirte que no vuelvas a acercarte a mi novio más nunca en tu vida.

–¿Qué? ¿qué novio? ¿de qué está hablando?

–Estabas con mi novio hace un rato y seguro te lo tiraste maricón de mierda. Yo lo advierto una vez a la segunda que suceda te mato.

–Tú eres, Américo –Ramón recibe un golpe en la cabeza con la cacha de la pistola que lo tumba al piso.

–Menos mal que estás claro quien soy y de lo que soy capaz. Tranquilo que no te voy a matar pero ya te dije lo que tienes que hacer. Ni te acerques a mi novio y ni te lo cojas más nunca en tu vida

–No hicimos nada… –Una patada directo a las costillas lo retorció del dolor.

–No me vengas con estupideces, todos los maricos somos promiscuos, no eres tú la excepción. Te vas a quedar aquí. Ponte boca abajo y vas a contar hasta 30 y luego te levantas.



Américo se montó en el carro y arrancó a toda velocidad. Ramón contó hasta 15 y se levantó. La calle estaba oscura. No conseguía su celular y se agachó para tantear el suelo. Lo consiguió.

Iba a llamar a Adriano pero se imaginó que Américo iría para allá ahora.  Caminó hasta salir de la calle ciega y se encontró en un bulevar improvisado, habia poca gente, vio su reloj, eran las 11 de la noche. Llamó a sus papás para no preocuparlos y le dijo que estaba saliendo del cine.



Caminó una cuadra más, al levantar la mirada tres hombres le cierran el paso.



–¡Epa! Mira un extranjero, estamos resueltos.

–Buenas noches, permiso –Ramón se estaba poniendo nerviso.

–Eh eh eh ¿pa dónde vas? –El tipo le puso la mano en el pecho -Aquí no vas a pasar así como así, lo extranjeros pagan peaje –Le revisaron los bolsillos y le quitaron el celular, le quitaron la billetera y sólo tenía un par de billetes de 100 y una tarjeta de débito.

–Este bichito anda pegao. Vamos a tener que ir a un cajero pa sacar el dinero que tengas.

–Estoy limpio, no hay nada en la cuenta.

–Tranquilo eso vamos a comprobarlo, mira, ahí hay un cajero te acompaño para que saques la plata.



Llegaron al cajero, pidió saldo y al salir el papel el tipo lo coge antes que Ramón.

–Viste que si tienes plata, saca todo lo que puedas y me lo das –En la cuenta Ramón tenía su quincena completa. La retiró en tres transacciones.

–Ahora acompáñanos de nuevo donde estábamos.

–Pero déjenme ir, ya tienen lo que querían.

–Si pero nos dijiste mentiras y eso aquí se paga. Rendel, ven acá, aquí tenemos un extranjero que se puso comiquita ¿qué hacemos con él?

–Lo de siempre, vámonos por lo tradicional.

A Ramón se le heló la sangré y su cuerpo se tensó. Su piel tomó un aspecto pálido. Estaba seguro que esa, sería su última noche.

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