viernes, 11 de noviembre de 2016

A QUE NO TE ATREVES 7. Capítulo 5


Una nueva (y peor) vida.



Después de dejar a Adolfo en el hospital regresó a su apartamento para recoger sus cosas, un dinero que tenía guardado junto a una gran cantidad de dólares, se llevó 2 laptops y varios aparatos que utiliza cuando requiere hackear páginas, iba a necesitar todo eso para su nueva vida.

–“Lo maté, lo maté, maté Adolfo, yo me tengo que ir”.



Se hospedó en un hotel a las afueras de la ciudad, bien modesto y que no llamara la atención, desde su computadora, entró a la página de la Oficina de identificación y Extranjería. Accedió a los archivos generales y creó a un ciudadano nuevo. Bernardo Alemán. El nombre lo sacó de un compañero del colegio que murió pero nadie se acordaba de él. Lo mismo hizo para sacar una licencia de conducir nueva. Borró su historial en el Seguro Social, en la oficina de identificación y de Tránsito. Pero fue más allá.



Tenía que simular la muete de Jorge. Al día siguiente en la noche se fue a las riberas del río que recorre la ciudad para buscar a un mendigo, un drogadicto, alguien al que nadie reclamaría.

Con los nervios a flor de piel y sintiendo su corazón como brincaba en su pecho, apretó el bate que cargaba y esperó escondido bajo la oscuridad que le proporcionaba el lugar sin iluminación.

Tragaba saliva, escuchaba ruidos y se ponía alerta.

–“No eres capaz de hacerlo, no lo vas a hacer, a que no te atreves, vete de ahí” -Lo atormentaban unas voces en su interior.

Unos minutos después apareció un hombre andrajoso cargando un bulto.

–“Deja esa vaina ahí, esa mercancía es mía”

–Ahora es mía mamaguevo, eso estaba mal para’o ahí yo me lo conseguí.

–O me lo das o te quiebro. –Jorge apretó el bate pero tenía que esperar que uno de los 2 se fuera.

–Dale pues, ven a quitarme el bolso.

El otro hombre partió una botella y sin mediar palabra le cortó el estómago para luego cruzarle el filoso vidrio por el cuello. Cogió el bolso y se fue corriendo de ahí.

Jorge esperó unos segundos y sacó un pantalón y una franela que cargaba en su morral. Se acercó al hombre que agonizaba mientras se desangraba, le quitó la ropa y le puso la de él. Cogió el bate y lo levantó sobre su cabeza.



Comenzó a golpear al hombre varias veces en el rostro hasta desfigurarlo mientras Jorge no habría los ojos, al detenerse sintió su respiración entrecortada le puso al hombre su reloj y su billetera con las tarjetas de crédito, la cédula y la licencia. No paraba de llorar. Lo arrastró hasta el borde del río y lo deslizó por la pendiente, el cuerpo se detuvo justo antes de tocar el agua. Lanzó el bate al río. Se quedó unos segundos viendo el cuerpo y luego se fue.



En la mañana compró una maquina de rasurar, se pasó por la cabeza dejándose el cabello al ras, compró unos lentes y se dejaría crecer la barba. Desde la computadora había creado una nueva cuenta a nombre de Bernardo Alemán, transfirió todo su dinero a esas cuentas para luego borrarlas del sistema bancario. Igualmente creó un par de tarjetas de crédito.

15 días después con el cabello corto y una incipiente barba, se fue a sacar la nueva cédula y el pasaporte.



3 días antes, hallaron el cuerpo sin vida y en estado de descomposición de Jorge. Fue a su propio funeral viendo a lo lejos a sus padres, compañeros de trabajo y hasta su jefe. Apoyado en un árbol lloraba viendo a su familia.

Con su celular nuevo llamó al número de Adolfo para saber de él, desde que lo atropelló no quiso saber nada.

Se hizo pasar por un excompañero del colegio.

–<Ay mijo, no te conozco pero gracias por llamar, mi hijo está en su casa, lo estamos cuidando, quedó en silla de ruedas luego del accidente que tuvo, pero el médico dice que volverá a acaminar con terapia y ejercicios>.

–<¿Y saben quien fue?>

–<No se sabe nada, la gente que estaba cerca solo habló de un carro azul que aceleró cuando mi hijo caminaba en la calle, pero más nada, la policía sigue investigando>

–<Tenía entendido que él vivía con un amigo>

–<Si, luego del accidente de mi hijo, asesinaron a su amigo, la policía maneja la venganza en los crímenes, hasta crimen pasional>

–<Bueno señora gracias por la información, iré a visitar a Adolfo pronto>



Colgó y se fue del cementerio.

Había alterado los datos de su carro y los puso a nombre de Bernardo Alemán y se fue a buscar sus nuevas placas que había solicitado pues se habían “desaparecido” las suyas.

___________



Cuando ya había borrado todo lo que dijera su antiguo nombre de todas partes, buscó la liquidación en su antiguo trabajo. Por seis meses estuvo haciendo cursos y especializaciones en terapia ocupacional, ejercicios de rehabilitación, masajes, todo para ahora vivir de eso, y, aunque tenía que estudiar más sobre eso, falsificó unos certificados y diplomas para graduarse de fisioterapeuta y ofrecer sus servicios.



Ahora que ya vivía una nueva vida, en nuevo apartamento alquilado, con su  nuevo aspecto con el cabello corto, una barba poblada y lentes de pasta, se disponía a visitar a Adolfo para ofrecerle sus servicios de fisioterapia a domicilio.



–Gracias por venir, tarde pero seguro, mi hijo se acuerda de tu nombre pero no de tu cara, espero que cuando te vea te reconozca.

–No se preocupe señora, de todas maneras vine a ofrecerle mis servicios, quiero que Adolfo se recupere y lo vamos a lograr juntos.

–No tenemos dinero, hemos gastado un dineral en las cosas de Adolfo y su padre no quiere ocuparse de él.

–Caramba, no tienen una buena relación.

–Desde que nos enteramos que Adolfo es… es…raro, usted sabe, le gustan los hombres, es gay. -Lo dijo en voz baja.

–Tranquila, yo no tengo problema con eso, yo vine a hacer mi trabajo.

–Le tengo que advertir que mi hijo tiene sida, bueno no, sida no, lo otro, vih, así que tenga cuidado.

–No se preocupe señora, voy a ver a su hijo, ¿me puede dejar a solas con él para conversar con tranquilidad para quitarle la aprehensión que tiene?

–Si seguro joven, está en su casa, cualquier cosa me busca en la cocina.



Bernardo tocó la puerta de la habitación, el corazón le latía muy rápido, cerró los ojos y le dio la vuelta al pomo de la puerta.

–Permiso, buenos días Adolfo. –Miraba hacia la ventana sentado en la silla de ruedas.

–Buenos días Bernardo. Bernardo, Bernardo, ¿en realidad eres Bernardo o eres otro compañerito al que le jodí la vida y ahora vienes a vengarte?

–Soy Bernardo Alemán y yo era uno de los que jodía en clases contigo, pero no estuve mucho tiempo en el colegio, pero mantuvimos contacto, luego me fui del país y regresé hace 5 años.

Supe lo que te pasó con Jorge y lo que hizo con los demás del colegio.

Adolfo resopló y se sonrió.

–El maldito ese ya murió ojalá haya muerto de sida, yo se lo pegué.

–Lo mataron.

Adolfo movió las ruedas para moverse, al voltear por completo y quedar frente a Bernardo, le vio la entrepierna.

El mono que cargaba le marcaba el pene y también los muslos, la franela blanca que cargaba le marcaba los pectorales, vio su cara, una barba bien cuidada y poblada. Bernardo había trabajado su cuerpo hasta moldearlo y sacar musculatura.



–Carajo pero has cambiado que jode desde el colegio ¿no? no me acuerdo como eras pero es que ahora estás… “buenísimo” –Eres otro.

–Jajaja gracias. Tu mamá me dijo lo del vih, ¿tienes tratamiento?

–Esa mierda no la volví a tomar luego del accidente, de hecho no le dije a nadie que tengo eso.

–Bueno, yo he venido a ayudarte con tus ejerccios y lograr que vuelvas a caminar y también te ayudaré con lo del vih.

–Acércate. –Le dijo Adolfo.

Bernardo se acercó  a la silla, la entrepierna quedó frente a a Adolfo que levantó la mirada para verlo a los ojos.

–Viéndote ahora más cerca pues si, me acuerdo de ti. ¿Tú eres gay verdad?

Bernardo se agachó quedando sus caras al mismo nivel.

–Si, pero yo vine a esta casa a trabajar.

–Esta bien, esta bien, pero no siempre llega un fisioterapéuta guapo y gay a la casa de otro gay. Hay que sacarle provecho a eso.

Bernardo en un impulso le dio un beso en la boca y Adolfo respondió al beso.



–Siento que ya estos labios los he probado antes. –Dijo Adolfo.

–Quizá en otra vida, en otro cuerpo.

–Quizá…mejor  comencemos la terapia porque se me ocurre otras cosas para hacer.

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