lunes, 14 de noviembre de 2016

A QUE NO TE ATREVES 7 Capítulo 6


La locura es compartida.



Bertha, desnuda, oyó el grito de auxilio de uno de los pasajeros. Fue hacia la butaca donde estaba el hombre para sacarlo. Mientras veía como podía ayudarlo, metió la cabeza debajo del amasijo de hierro para poder sacar al hombre.

­Quedó impresionada. Se llevó la mano a la boca.

–¿Qué pasa, qué pasa, ¡sáqueme de aquí!.

–Señor….no…no…no tiene piernas. -El hombre comenzó a gritar y llorar.

–Máteme, no me deje vivo aquí, máteme que no quiero vivir así, máteme.

Bertha se apartó. Una barra metálica golpeó con fuerza la cabeza del pobre hombre. Carmelo cumplió el deseo del señor que suplicaba que lo mataran.

–Listo. Está muerto.

Tomó a Bertha por la cintura y le dio un beso en la boca metiéndole los dedos en la vagina y sintiendo como se mojaba.

–Hazme tuya aquí mismo.

Carmelo la tomó del cuello y le aplicó la llave del sueño dejándola inconsciente. La cargó y la llevó a un pequeño bosque de arbustos. Se desnudó y la violó. La tomaba del pelo con fuerza y hacía presión hacia ella para penetrarla completamente. La respiración de él cada vez era más acelerada, su piel estaba erizada y brillante por el sudor, las venas de la sien las tenía brotadas, le temblaba la mandíbula.



Al momento de correrse dentro de ella, Bertha despierta lanzando una bocanada y abriendo los ojos más de la cuenta.

–¿Qué pasó? -Estaba agitada, le faltaba el aire.

–Te hice mía, te cogí aquí msmo.

–Estoy embarazada.

–Sí, ya me lo dijiste antes, vamos a ser papás. Voy a cuidar a ese bebé.

–¿Y si está muerto?

–Está vivo, lo sé.

Comenzaron a escuchar unos helicópteros y en instantes el avión estaba rodeado de rescatistas, médicos y voluntarios.



–Estoy desnuda y no sé donde está mi ropa.

–Que importa, estás hermosa, vamos a decirles que estamos aquí.



Salieron del escondite donde estaban y corrieron hacia los restos del avión. Gritaron para que los vieran y 5 personas se acercaron a ellos para atenderlos.



–¡Doctor Carmelo! ¿usted estaba en el avión?

–Hola bachiller, ¡claro! ¿Que voy a hacer aquí si no es por el avión?

–¿Está bien?

–Yo estoy bien, yo estoy bien, revísenla a ella, está embarazada.



A Carmelo le dieron una cobija para el frío y a Bertha se la llevaron en el helicóptero, él se quedó para ayudar.

–Es increíble que ustedes 2 hayan sobrevivido. Es un milagro. Usted debe tener una misión en esta vida Doctor, a su edad y ya es un médico consagrado yo apenas tengo 5 años menos que usted y sigo estudiando.

–Un médico nunca deja de estudiar bachiller.

Continuaban con la recuperación de cadáveres mientras ambos hablaban.

–Doctor ¿quiere que le diga algo?

–Dígame bachiller.

–Yo sé su secreto, sé lo que hace. Cuando se queda solo y tiene sexo con los cadáveres, una vez lo vi en la morgue cuando todos se fueron, usted me intrigaba y quería saber de usted, me escondí y esperé que todos se fueran y lo vi, vi como disfrutaba de aquel cuerpo sin vida, su cara era otra. Voy a pasar para el otro lado de la cola, ayúdeme aquí para cruzar.

Carmelo lo tomó del brazo para que pasara al otro lado del avión pues la cola había quedado en el borde de un precipicio.

–Ok, sosténgame que ya voy a cruzar.

Carmelo lo soltó y el muchacho cayó al vacío. Mientras caía, veía hasta que escuchó un ruido de árboles rasgarse. Cruzó al otro lado del ala y se fue donde estaban los rescatistas.



–Me siento débil, pensé que podía estar con ustedes pero prefiero irme.

–Tranquilo doctor, vamos a decirle al piloto que lo busque.



Una vez montado en el helicóptero Carmelo cerró los ojos y como flashes contínuos en su cabeza aparecían las personas que había matado para satisfacer sus deseos más oscuros. No los volvió a abrir hasta que llegó al hospital.



Entró al hospital y fue a buscar a Bertha. El lugar estaba abarrotado de gente. Mientras iba por el pasillo buscándola, se detuvo en una puerta abierta. Una camilla con alguien encima, pero tapado.

Volvió a sentir como el corazón le latía y el cuerpo se le erizaba. De la camilla colgaba un brazo de hombre. Entró y cerró la puerta.

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