El
enemigo en casa.
Cogió el frasco de aceite con árnica se
echo una buena cantidad en sus manos esparciéndola entre ambas. Sentado en el
piso tomó una de las piernas colocándosela en su hombro y comenzó a masajearla
con fuerza. Se la bajó del hombro y comenzó a el masaje por los pies, subía por
la pantorrilla hasta llegar al muslo, estiraba más la mano y metía su mano por
el interior hasta llegar al ano.
–¿Sientes eso?
–Algo.
–Voy a meter un dedo. ¿Sientes?
–Muy poco pero sigue. ¿Tienes que estar en
interior para hacerme los ejercicios? Me tienes nervioso.
–Para no mancharme.
–¿Y si entra mi mamá?
–La puerta tiene el seguro. -Bernardo iba
por la otra pierna.
–¿Entonces por qué no te quitas el
interior? Es la tercera vez que vienes y haces lo mismo.
Bernardo se levantó del piso y como si
fuera una película, Adolfo vio como en camara lenta se bajaba el interior
dándole la espalda, viendo como las nalgas se abrían frente a él.
Levantó su torso poniéndose recto
nuevamente y volteó. Su pene, que colgaba, se movía con el movimiento al dar la
vuelta para ver a Adolfo.
–Chamo usted lo que está es bueno. ¿cómo me
haces esto?
–¿No me dijiste que me quitara todo? Vamos
acuéstate para voltearte.
–¿Upa me vas a coger?
–Estás como con ganas de portarte mal.
–Tengo meses que no tengo sexo, no se me
para mucho. ¿Eres versatil?
–Si. Volteáte ¿sí? Que luego vienen los ejercicios
y esos si no te gustan.
Bernardo comenzó a masajear la pierna
izquierda recorriéndola hasta llegar a la nalga, cuando seguía de regreso metía
su mano entre las nalgas de Adolfo y regresaba al muslo.
–Me quieres coger y no sabes como decirme
Terminó con la pierna izquierda y comenzó
con la otra, su pene ya mostraba un total erección.
Con esfuerzo, Adolfo se levantó ayudándose
con los brazos y volteó a verlo.
–Mira como te puse. En la mesita de noche
hay un condón creo y lubricante, mírale la fecha.
Bernardo no le hizo caso y seguía masajeando la pierna derecha haciendo
lo mismo entre las nalgas.
–Dale, busca el condón, tú quieres y yo
quiero. Mira como estás lubricando.
Bernardo se levantó del piso. Su pene
soltaba un hilo de líquido preseminal que caía al piso. Levantó a Adolfo del
piso cargándolo en su hombro.
Lo llevó a la cama poniéndolo boca arriba.
Buscó el condón y el lubricante, Levantó las piernas de Adolfo y le dijo que
las sujetara.
Era la primera vez que Jorge, ahora
Bernardo, iba a penetrar a alguien en su vida, pero estaba demasiado excitado
para no logralo y además lo deseaba.
Puso sus manos a cada lado de a Adolfo y,
con su pene totalmente rígido fue penetrándolo despacio.
–Házlo duro, no siento.
–Quiero ir despacio, no quiero acabar ya,
estoy muy excitado y es mi primera vez penetrando a alguien.
–Acércate a mi. -Le dijo Adolfo. –Me acabas
de disparar el morbo con eso que me dijiste, ser tu primer culito, cógetelo.
Bernardo terminó de penetrarlo y comenzó a moverse despacio. Con su barba
rozaba los labios de Adolfo que comenzaba a sentir como el pene entraba y
salía. Su respiración se aceleraba Y Bernardo se acercó a su boca y lo besó
metiendo su lengua para jugar con la de él.
Adolfo se le erizó la piel y comenzó a
eyacular. El semen salía en grandes cantidades mientras él gemía.
–Ah, ah, ah Jorge, Jorge, te amo, te amo,
sigue Jorge.
Bernardo se detuvo y retiro el pene. Se
levantó.
–¿Qué pasó? ¿Acabaste?
–No, no…es que…no.
–¿Qué pasó estás pálido?
–Me llamaste Jorge, me dijiste Jorge, ¡yo
no soy Jorge, soy Bernardo!
–Disculpa Bernardo, se me escapó, pero no
te tienes que poner así.
–Vamos a dejarlo hasta aquí, mañana vengo
para hacerte la fisioterapia.
–Ya va Bernardo, Bernardo, espera coño,
pero no es para que te pongas así, cualquiera dirá que somos novios.
Bernardo termnó de vestirse.
–¿Me vas a dejar aquí? No me vas a vestir?
Salió del cuarto.
–¿Ya terminaron mijo? ¿Cómo va Adolfo?
–Bien señora pero mañana regreso, para
seguir, me tengo que ir hoy.
Entró a su carro. El cuerpo le temblaba.
–Me descubrió, me descubrió, sabe quien
soy. Claro que sabe quien eres, eres Bernardo, Bernardo, eres Bernardo. –Le
daba golpes seguidos al volante. –eres Bernardo, Bernardo, Bernardo…
–¿Ay Bernardo te me enamoraste o que?
Jajajaja. Ya caiste en mis redes y apenas 3 semanas viéndonos. Me gustas mucho
Bernardo, me gustas. ¿Pero le gustaré así, postrado o fue puro morbo? Si le gusto,
sino no se hubiera puesto así cuando dije Jorge, ¿cómo se me pudo escapar el
nombre de ese maldito en pleno sexo?
–Mi amor ¿vas a comer? –La madre de Adolfo
entraba a la habitación y se puso a recoger.
–No sé como haces para desordenar todo.
-Recogió del piso el condón que usó Bernardo.
–Si tu papá ve esto te saca de esta casa.
Ese hombre es tu fiosterapéuta o tu amante?
–Mamá por favor, bota eso, por favor.
La madre salió del cuarto para contarle a
su padre.
15
minutos después y gritando por la casa, llega el padre lleno de furia.
Mañana te vas de mi casa de nuevo enfermo
pervertido, esta vez no regresas.
–No puedes echarme de la casa papá, soy una
persona discapacitada y tengo derecho a vivir aquí y que ustedes velen por mi.
La ley me proteje.
–Me limpio el culo con la ley, te vas de mi
casa mañana y que alguno de tus amantes te cuide, ya eres grandecito.
–Tranquilo, yo mañana me voy, por lo menos
me pueden ayudar a vestirme.
–Dile a tu madre.
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