viernes, 5 de octubre de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 75

Orlando y Arévalo iban a Valencia con el hermano de este en su carro, previo a un pago, los llevaba. Se regresarían en el carro de Vicente que estaba en esa ciudad.
-¿Estás bien? Bueno ambos.
-Fino papá, llevándola, el bro es el que está raro, le pegó mucho lo de la vieja.
-¿Qué tienes?
-No quiero hablar de eso papá, hoy es tu día, tenemos que celebrar tu herencia.
-Es por lo de…-Arévalo le apretó la pierna para que no siguiera hablando y entendió que no era el momento de hablar del tema.
Llegaron a la casa de su suegra, el hermano de Arévalo se fue a visitar a unos amigos y después se iría a Caracas.
-Antes que entres, quiero decirte algo chamín.
-Dime. –Arévalo lo miró a los ojos y simplemente se acercó y le dio un beso en la boca, le metió la lengua. Orlando sorprendido no se separó y abrazó al policía.
Arévalo se apartó apenas centímetros de la cara del chico. –Marico me gustas que jode, de verdad, me gustas y quiero tenerte en un cama, te quiero coger guevón, te quiero coger.
-Ya va Arévalo, calma, estás con Diego, vives con él, yo puedo tirar contigo si quieres… - Arévalo escuchó eso y sintió como su pene se levantaba, le cerró la boca al chico.
-No quiero que me hables de Diego, no ahora, ahora estamos tú y yo, vinimos a que recibas la parte de la herencia de tu novio que te corresponde, luego tú y yo nos vamos a un hotel porque lo que quiero es cogerte papá. Vamos a entrar.
-Arévalo estás muy raro.
-Tú estás buenísimo marico.

Entraron a la casa pero Arévalo se quedó en una silla que estaba en la entrada de la casa, los demás se fueron a la sala. Orlando le explicó a su suegra que el policía se le había muerto la madre pero lo trajo a Valencia. La madre de Vicente se conmovió y le llevó un vaso con papelón con limón a Arévalo.
-Tome mijo, bébalo con confianza, no tiene laxante.
Arévalo tomó el vaso mirando a la mujer que le sonreía, con temor se llevó a los labios el vaso y bebió un sorbo. La mujer se alejó.
Orlando recibía por parte del abogado de Vicente las llaves de vehículo y del apartamento de Caracas y los documentos que le acreditaban para manejar una cuenta de ahorros del que fuera su pareja, no era una fuerte cantidad de dinero pero había suficiente.
Almorzó con la familia de Vicente e invitaron a Arévalo para que se sentara con ellos. El policía apenas probó la comida, estaba distraído y serio, no era tristeza pero estaba muy callado. Orlando contó algunas anécdotas de Vicente cuando estaban juntos, lloraron, rieron y volvían a llorar. Luego de un par de horas se despidieron.
Al salir de la casa Orlando le lanza las llaves del carro a Arévalo. –Maneja tú, vámonos de una vez a Caracas y tiramos en un hotel, yo pago.
Llegaron a Caracas y en el primer hotel decente que encontraron, se metieron.
-No puedo creer que hoy me vas a dar culo.
-¿De verdad quieres hacer esto? No quiero sentir que esto lo haces por rabia, desahogo o…-Arévalo lo volvió a besar.
-Deja de hablar tanta paja y quítate la ropa
Ambos se desnudaron, Arévalo vio al chico totalmente desnudo y le detallaba el cuerpo, se sonreía y su pene cada vez estaba más rígido. Orlando se agachó. –¿Deseabas que hiciera esto? -Se introdujo poco a poco el pene en su boca mientras movía la lengua y humedecía el pene, era complicado que entrara completamente en su boca pero fue haciéndolo poco a poco.
Lo sacaba de su boca y recorría con su lengua cada centímetro del enorme y grueso pene que brillaba, el glande lubricaba y el chico lo limpiaba con su lengua. Se detuvo y se fueron a la cama. Orlando sobre él lo besaba en la boca mientras Arévalo le apretaba las nalgas y rozaba su pene entre las nalgas del chico.
-Saca el condón de mi koala. –le dijo Arévalo a Orlando que lo buscó, abrió el empaque y se lo colocó. El chico llenó su mano de saliva y la llevó hacia atrás, se acercó al oído del policía. –Hazlo despacio.
-Tranquilo mi amor, no te haré daño. Orlando tomó entre sus manos el pene y lo dirigió hasta ponerlo justo para penetrarlo, lentamente fue introduciendo el enorme miembro, el chico cerraba los ojos mientras intentaba relajarse, respiraba. Poco a poco iba entrando, entrando. Arévalo miraba el rostro de Orlando que arrugaba la frente y apretaba los dientes, él, sonreía.
Arévalo lo tomó de la cintura y lo volteó en la cama sin retirar el pene, ahora él, quedando sobre el chico, le levantó las piernas colocándolas en su pecho y moviéndose suavemente iba metiendo y sacando su pene, cada vez que lo hacía ambos se estremecían. Orlando sentía como aquel pene abría sus carnes, Arévalo emocionado de tener al hombre que le gusta tan cerca.
Arévalo, apartando a cada lado las piernas se agachó hasta tener su cara muy cerca de la de Orlando y le habló con su aliento tocando los labios del chico. –Marico estoy dentro de ti y me emociono, no sabes cuánto esperé este momento, me siento feliz chamín, me gustas que jode. -Mientras le hablaba su cadera se movía armoniosamente pero muy suave, Orlando gemía, no hablaba, cerraba los ojos y le apretaba los brazos al policía. Los abrió y vio los ojos de Arévalo. –Estoy disfrutando esto, no pares. –El policía lloraba, pero no se detenía, seguía moviéndose.
Se le erizó toda la piel, sentía que en cualquier momento acabaría y no podía aguantarse, Orlando se masturbaba mientras le pedía que no parara, pero Arévalo no resistió, y sin gritar, apenas un gemido ahogado se descargó dentro del chico. Cayó sobre él pero a los segundos se levantó, retiró el pene y se quitó el preservativo.
-¿Me dejas penétrate si nada? Solo un poco. –Le dijo.
-Hazlo. –Volvió a penetrarlo hasta ver a Orlando acabar y soltar tres chorros que bañaron su pecho y abdomen. Arévalo se tumbó sobre él y así estuvieron unos minutos para luego acostarse al lado del chico y este lo abrazó por la espalda. –Fue maravilloso Arévalo, me hiciste el amor como nadie lo había hecho... me encantó.
Se quedaron dormidos hasta que Arévalo comenzó a llorar sin que Orlando notara, pero cada vez que escuchaba como aspiraba su nariz, terminó levantándose.
-¿Me vas  a contar que es lo que pasa Arévalo? ¿Qué es lo que te tiene así? ¿Tu padre? ¿Sabes quién es?
Arévalo estiró las piernas y se volteó para ver al chico, se sentó en la cama y le tomó las manos a Orlando mirándolo a los ojos. –Te lo voy a decir claro y raspaó
-Dime por favor, de una vez.
-Eres mi cuñado
-¿Ah?

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