sábado, 29 de julio de 2017

FINAL DE TEMPORADA. De Repente Tú 8


Amor a prueba.



Entraron de nuevo al salón donde aún estaba encedida la fiesta. Jesucristo buscó algo para beber y sentarse, tenía una presión en la cabeza y la situación con Emilio le preocupaba, seguía con la idea de visitarlo y hablar con él. Buscó un trago de vodka a pesar que él no bebe, se le acercó Yonaikel que venía con Fernando. Ya le había contado lo de su primo.



Pablo se acercó a su grupo de trabajo y a su jefe para comentarle lo sucedido sin dar mayor explicación. Habló con José Arturo y Keiny para luego alejarse del grupo y buscar algo que comer y beber. Su mente estaba embotada con lo sucedido en el centro de rehabilitación. Buscó a Jesucristo.



–¿Te parece si nos vamos?

–Pero llegamos hace media hora, ¿se va a marchar así?

–No me siento bien, lo de hoy me dejó mal, no decimos nada y nos vamos quiero llegar a casa y tumbarme en la cama.

–¡Vámonos!

Sin decir nada y sin despedirse de nadie se fueron de la fiesta.



Llegaron al apartamento, durante el trayecto no habían cruzado palabra, ambos tenían en sus mentes a Emilio, cada uno por distintas razones.



–Lo de esta noche ha sido muy fuerte novio.

–Si, quiero pasar página de una vez, no se me quita de la cabeza la imagen de ese tipo colgado.

–Estoy borrachito, creo que hoy podrá hacer conmigo lo que quiera.

Pablo lo miró a los ojos, lo agarró del cabello por la parte de atrás de la cabeza y lo trajo hacia él para besarlo.

–¿Te animas con una sesión de sexo salvaje?

–Ya le dije que en este momento puede hacer lo que quiera conmigo



Pablo lo alzó en brazos y lo llevó a la cama donde lo lanzó.

–Quítate la ropa

El muchacho hizo caso y comenzó a desvestirse, Pablo hacía lo mismo. Su pene ya delataba una erección. Buscó lubricante, lo colocó en la mesita de noche y se le fue encima a Jesucristo que se sonreía.

Le levantó las piernas y comenzó con un beso negro. Le mordía las nalgas y el ano, metía su lengua para dilatarlo hasta que empezó a introducirle dedos mientras lamía la zona.

Jesucristo, con los ojos cerrados, pasaba su lengua por los labios y los mordía mientras sostenía sus piernas para que Pablo siguiera comiéndole el culo.



Pablo se detuvo y se fue hacia delante colocándose sobre el muchacho para introducirle su pene en la boca. –Mama. –Le decía mientras lo sostenía de la cabeza para empujársela hacia su pene.

–Mmmmmm me ahogo Pablo, me ahogo.
–Shhhh, aguanta chamito aguanta, sigue

Jesuscristo tenía los ojos húmedos con cada empujón de Pablo que le hacía llegar el pene hasta su garganta.



–Ponte en 4. –El muchacho se colocó y con sus manos se abrió las nalgas pero Pablo se las apartó. Un par de nalgadas precedieron a una penetración que Jesucristo no se esperaba.

El pene bien lubricado entró de golpe en el cuerpo del chico que pegó un grito y por el dolor se echó hacia delante, pero Pablo lo sustuvo por el hombro.

–Te dije que aguantaras, esto va a ser rudo.

–Siga, no se detenga.



Pablo lo sostuvo de la cadera y comenzó a moverse rápido y de cada tanto le daba un empujón fuerte. El calor hacía estragos en sus cuerpos, el sudor corría por la piel de ambos, que, mojada, al chocar sonaba como si fueran nalgadas. Jesucristo gemía, Pablo gruñía mientras le abría las nalgas.



Retiró su pene y empujó a Jesucristo para que se acostara. –Junta las piernas.

Se colocó sobre el muchacho y lentamente guió su pene entre las nalgas apretadas para luego deslizarlo sin contemplaciones. Se acostó sobre él.

Sin levantarse, movía su cadera para penetrar a su novio que le sostenía las manos con las suyas que apretaban las sábanas.

–Que culo tan rico tienes coño, apretadito. Apriétame el guevo anda. –Le decía al muchacho en el oído mientras que contraía el esfínter.



Se detuvo y se bajó de encima del muchacho. –Párate, vamos al baño.

Se colocaron frente al lavamanos y le levantó  la pierna para ponérsela en sobre el mueble. Tomó su pene y volvió a penetrarlo. Se miraban en el espejo.

–¿Te gusta verdad? Te gusta que te den duro?

–Si…siga, siga –Se besaron. Y Pablo comenzó a moverse y su mano se fue al cuello de Jesscisto para sostenerlo por ahí.

–Vente, ponte ahí, parado.

Pablo bajó el espejo vertical de la pared y lo puso en el piso. –Pon las piernas entre el espejo. Quiero que veas como te entra mi guevo.

Ahí de pie volvió a penetrarlo mientras ambos veían como el pene entraba en el cuerpo de Jesucristo que estaba excitado; su piel mojada, enrrojecida y erizada. Jesucristo le excitaba ver los testículos de su novio chocar con su cuerpo mientras el pene entraba y salía a toda velocidad.



–Me vengo, me vengoooooo, aaaaaahhh, aaaah

tres chorros bañaron el espejo. Jesuscristó comenzó a masturbarse y también acabó sobre el espejo. Se enderezó y se volteó para besar a su novio.

–Que buena tirada

–Demasiado buena nené, que rico ese culo.

–Me duele todo pero quiero repetir.

–Déjame descansar y repetimos, vamos a ducharnos.



Luego de ducharse, se tumbaron en la cama.



–Nené, tengo que decirte algo que no creo que te guste.

–Ay no, novio, no me arruine el mejor sexo que he tenido.

–Es que te lo tengo que contar, igual lo vas a saber.

–¿Qué será?

–Me voy a Chile por una semana, con Verónica.

–¿QUEEE? ¿Por qué? -El muchacho se sentó en la cama viendo con rabia a Pablo.

–No me queda más remedio, la enviaron a ella, a pesar que pedí que fuera otro un carajo que está en el área que se necesita para el foro.

–Esa mujercita va a querer dormir con usted, espero que no se…

–Cristo, por favor ¿en que cabeza cabe que me voy a acostar con ella?

–Fueron novios…

–Eso que tuvimos no se le puede llamar noviazgo mi amor, ya deja los celos, con esa mujer no quiero nada solo temas de trabajo.

–Lo sé pero me da rabia igual. Pero se va por una semana, usted solo por allá con esa barba y ese poco de hombre que debe haber allá que querrán tirar con usted y yo aquí solo pensando en usted.

–Yo puedo pensar lo mismo de ti nene, que te quedas solo y puedes tirar con alguien y hasta traerlo aqui para tener sexo tranquilos

–NOOOO, Yo no soy de esos, yo no hago esas cosas y esta no es mi casa.

–O sea que yo si soy de los que montan cachos.

–Si, yo soy un cacho, ¿o se le olvidó que estaba empatado con el otro cuando salió conmigo?

Pablo se quedó callado y luego le dio un beso en la boca. Esta vez Jesucristo no sintió aquella brisa floral cada vez que su novio lo besaba y eso lo estremeció.

–No quiero que vaya para ese viaje.

–Es de trabajo mi amor, no de placer sino te llevo

–Lléveme.

–Jajajaja no puedo mi amor, además te vas a aburrir solo, yo estaré trabajando.

–Pero llega en la noche y yo lo espero para hacer el amor.

Pablo lo abrazó. –Ya mi amor quédate tranquilo que no va a pasar nada con nadie, ni con Verónica ni con otro hombre ¿ok?



Jesucristo se separó, con la cara fruncida y la boca haciendo puchero. –Esta bien novio, yo confío en usted, me quedaré tranquilo pero usted me llama o me escribe todos los días.

–Prometido, además no vas a estar solo, tienes a tu hermanita que necesita de ti, sales de la universidad y te quedas con ella cuidándola. Por cierto, mañana salimos a comprarle un regalito a la beba ¿ok?

–Esta bien amor. Yo lo ayudo a hacer la maleta.

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