Las risas iban y venían en la mesa de cinco
mujeres que bebían vino blanco desde las 10 de la mañana. Entre esas mujeres
estaba Rebeca que compartía con sus amigas del club.
El celular no paraba de sonar pero la
actriz no le prestaba atención. Seis botellas de vino eran las culpables de los
gritos, chistes y de no importarles más nada sino pasarla bien un miércoles a
la una de la tarde.
Ana tuvo que tomar un taxi para buscar a
Teodoro al colegio.
–¿Y mi mamá?
–Mi amor, tu mamá está ocupada y me pidió
que te buscara.
–Ella siempre dice que me va a buscar y no
viene.
–Está ocupada mi vida, ven sube al carro.
–Señor, de vuelta donde me fue a recoger.
En una pausa mientras dos de las mujeres
iban al baño, Rebeca buscó su celular, tenía 20 llamadas perdidas y 20
mensajes.
La llamó Ricardo, el colegio y Ana, los mensajes
también eran de ellos tres.
–¡Ay que se joda, bah!
–¿Qué pasó bruja?
–Ay el carajito, que salió de clases y se
me olvidó buscarlo, ya lo debió buscar la perra de Ana.
–Ay chica pero ese niño pobrecito. ¿Ana es
la tipita con la que se acuesta tu marido?
–Si mi amor y la tengo metida en casa.
–No sé como soportas eso.
–El dinero mi amor, Ricardo está podrido en
plata, no voy a perderme eso.
–¿Mira y cuándo regresas a la televisión?
–Estoy vetada en MegaVisión y en la otra
televisora no me quieren contratar.
–¿O sea que sigues haciendo teatro?
–Ay si, ahí me refugié, en el teatro, es
otro peo chama, me gusta.
–Pero no te he visto en ninguna sala de
teatro, ¿en que obra estas?
Rebeca tomó la copa, se sirvió y se bebió
todo el vino. Ya estaba borracha. Llegaban las otras dos amigas.
–En el teatro Trapichito, haciendo obras de
esas de sexo, doble sentido.
–Maaaaarica, que bajo has caído perra
jajaja -Decía una de las que había ido al baño.
–Esas obras son terribles.
–Pero va un gentío que es lo que me
interesa, hay dinerito ahí.
–Pero si tu marido esta podrido en plata
con todos sus negocios y ahora que es…
Se quedaron calladas cuando vieron
acercarse a Ricardo.
–Yo sabía que estabas aquí ¿cómo no se me
ocurrió antes venir para acá. MIRA EN EL ESTADO EN QUE ESTAS, Y SE TE OLVIDÓ
BUSCAR A TEODORO.
–No me se me olvido mi amor, me dio
laaadilla buscar a ese carajito. –Una bofetada en la cara la tumbó al piso con
todo y silla.
–¡Te vienes ya a la casa y atiendes al
carajito!
–Maricón, muy machito pegándome, ¡guevón y
te tiras a la niñera en nuestra cama!
Otra cachetada para luego cogerla del
cabello y arrastarla por el piso hasta alejarla de la mesa mientras sus amigas
le gritaban insultos a Ricardo, que sacó su arma y las apuntó haciendo que retrocedieran
y se agacharan al igual que el resto de los presentes.
La levantó del piso y a empujones la llevó
al auto tumbándola en el asiento de atrás.
__________
Ella sobre él se movía desafiante y
excitada, movía su cabeza y las gotas de sudor volaban alrededor. –¡Sigue,
sigue, sigue! –Pero Victor no seguía, su pene perdía erección. Virginia se
detenía.
Victor con los ojos cerrados, ayudó a su
esposa a bajarse sobre él, se levantó de la cama.
–¿Se puede saber qué te pasa?
–Estoy cansado Virginia, te dije que estaba
ocupado pero insististe en que querías tirar.
–Bueno, claro tenemos semanas que no lo
hacemos, te la pasas en el restaurante todo el día, tengo que venir a tirar
aquí. Me tienes en un total abandono.
–Tú sabías que esto iba a ser así.
–No mi amor, esto cambió de un par de años
para acá cuando tu jefecito se dedicó a otras cosas.
–Bueno Virginia esto es lo que hay.
–Quiero un hijo.
–Ya te dije que ahora no.
–Cinco años Victor, cinco años esperando y
todavía me dices que no.
–Vístete y nos vemos en casa.
–¿Ya no me amas verdad? ¿Hay otra?
–¿Que dices? Estás loca ¿qué otra? ¿En qué
momento?
–En cualquier momento. Si no hay otra, ¿qué
pasa? ¿es un hombre?
Victor se volteó a verla mientras se
colocaba el interior. Bajó la mirada y terminó de colocarse el interior.
–Yo sabía, yo sabía, yo sabía, pendeja yo
que no lo quise creer pero antes de casarnos ya lo sabía.
–Hablamos en la casa.
–¿Por qué me hiciste perder 5 años de mi
vida?
–Hablamos en la casa Virginia, tengo mucho
trabajo.
Virgina se vistió y se peinó en el pequeño
espejo que había en la habitación que había detrás del restaurante donde estaban
las oficinas donde se maneja el resto de los locales.
–En la noche hablamos.
–Si, tú también vas a hablar, tienes cosas que contar.
Llegaban a la casa. El ruido del carro
sobresaltó a Teodoro que corrió a la puerta de la casa a esperar que abrieran
la puerta.
–PAPIIIIIIIII LLEGASTEEEEE ¿Y mamá?
Papito, ¿cómo está el hombrecito de esta
casa?¿Tu mamá? Borracha en el carro, ve, ve a verla.
Teodoro salió de casa y fue al
estacionamiento hasta el carro de su papá. Vio a su madre tumbada en el asiento
de atrás roncando.
–Mami, mamiiii, mamiiii
Rebeca despertó asustada.
–¿Qué pasa?
–Mami despierta.
–SAL DE AQUI COÑO. Déjame en paz, sal, sal
SAAAAL.
Teodoro se echó para atrás y a punto de
llorar siguió caminando hacia la puerta.
–Ay no vayas a ponerte a llorar porque te
pego. –Ana salió de la casa.
–Ni te atrevas a pegarle al niño.
–Peeeerraaaaaaa, ve a acostarte con mi marido que es lo único
que sabes hacer. Teodoro, ¿tú sabías que esta zorra se acuesta con tu papi?
Duermen juntos y tiran, tienen sexo, sexo, tú no sabes lo que es eso. Ya lo
sabrás y me entenderás.
Entró a casa y la esperaba Ricardo.
–A ti te encanta recibir coñazo ¿verdad?
–Ricardo se agachó. –Papito, ve a tu cuarto que tengo que hablar con tu mamá.
–Mi mamá está brava conmigo.
–Tranquilo, se le va a pasar, yo hablo con
ella y se le pasa, sube. Ana, ve a tu cuarto.
Ricardo se quitó la correa de las trabillas
del pantalón y le dió un vuelta en su mano. Rebeca sentada en el sofá recostada
sobre sus piernas. Se acercó a ella y sin decir nada comenzó a pegarle con la
correa una y otra vez. Rebeca gritaba suplicando que no le pegara más, Teodoro
lloraba arriba en el borde de la escalera mirando la escena, Ana sonreía
cerrando los ojos, salió de su cuarto y sin hacer ruido subió las escaleras y
buscó al niño y entraron a su cuarto.
Ricardo se detuvo, Rebeca tirada en el piso
llorando. Dejó caer la correa, su mano tenía la marca del cuero en su piel, su
respiración entrecortada y la rabia en su rostro lo mantenían ahí viendo a su
esposa inmóvil. Sonó el timbre.
Se acercó a la puerta y abrió.
–Victor te dejó a medias.
–Victor es gay y lo sabes.
–Pasa, subamos
Virginia cruzó la sala viendo a Rebeca
tirada en el piso.
–¿Esa no es Rebeca?
–Si, llegó borracha del club, sube que
tengo cosas que hacer y me tengo que ir al Concejo municipal.
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