–¿Tú sigues enamorado de Ricardo?
–¿A que viene la pregunta? –Victor llevaba a su casa a
Antonio. El actor los vio en la playa y por el comportamiento de Victor sabía
que habían hablado del tema y lo que le afectaba, pero el abogado no quiso
ahondar en el tema desviando la atención en algo que si le preocupaba; Carlos.
La sola idea de imaginarse a Antonio muerto por culpa del
escolta lo asustaba y perturbaba, ya eran dos personas cercanas asesinadas por
el hombre que estaba enamorado de él.
–Tranquilo chico, yo me cuido ¿pero por qué te pones así,
que me va a suceder?
–Eres famoso y conocido, a lo mejor algún fanático quiera
hacerte daño.
Antonio comenzó a reirse sin parar hasta que se calmó.
–Deja la paranoia, no estamos en Estados Unidos loco.
Gracias por traerme a casa. ¿nos vemos mañana?
–Te aviso, mañana voy a estar full, sabes como son mis
semanas.
–Vale, te escribo.
Antonio subió hasta el piso de su apartamento. Un diminuto
estudio de un solo ambiente, entró y encendió la luz que iluminó el único
ambiente.
–Hola. -Carlos con un puñal brillante y afilado lo sostenía
con la mano derecha a la altura de su cara, y, sin dejar chance a alguna
reacción, enterró el cuchillo en el cuello del actor, que no se mantuvo en pie
pero Carlos lo sostuvo hasta tumbarlo en el piso a esperar que se desangrara.
________
Rebeca estaba ya lista para llevar a su hijo al colegio.
Ricardo seguía durmiendo.
Ambos montados en el carro, Rebeca había colocado música
mientras iban al colegio. Teodoro le bajó el volumen.
–Si yo le cuento a mi papá lo que me hiciste te va a pegar
de nuevo.
–¿Tú me estás chantajeando carajito?
–¿Qué?
Rebeca pisó el freno en seco que Teodoro, a pesar de tener
el cinturón de seguridad se echó hacia adelante.
–Como tú le digas a tu papá lo que te hice en la playa la
que te va a pegar soy yo y no vas a
querer que eso ocurra.
–Eres mala conmigo.
–Y tú eres lo peor que me ha pasado en la vida. ¡Bájate! Te
busco a la una de la tarde.
Teodoro se bajó del carro y se quedó parado frente al
colegio sujetando por delante su pequeño morral. Su madre debió esperar que la
maestra llegara a recogerlo pero lo dejó solo en la puerta de entrada. A
Teodoro le corrían dos lágrimas por sus mejillas.
Antes de ir a MegaVisión Rebeca fue a un local a desayunar
para hacer tiempo. Se sentó en una de
las mesas se colocó sus lentes de sol para que no la reconocieran y pidió el
menú.
Al fondo un joven la miraba mientras ella estaba distraída
leyendo el menú para escoger que desayunar.
Se acercó a la mesa y retiró la silla para sentarse,
Rebeca deslizó sus lentes por la nariz
para ver quien era la persona.
–Hola.
–¡Otra vez tú! ¿Tú me estás siguiendo?
–Desayuno aquí todos los días.
–Ah que bien, ¿que quieres?
Francisco Cáceres el hombre que embarazó a Rebeca volvía a
encontrarse con la actriz, él estaba decidido a entablar una relación con su
hijo y quería encarar a Rebeca por las buenas.
–Quiero ser el padre de ese chamo, quiero darle mi apellido.
–Mi hijo es hijo de Ricardo y tiene su apellido, es el único
padre.
–Mentira, lo engañaste. No me hagas que mueva a un ejército
de abogados para quitarte al niño.
–Yo también tengo un arsenal de abogados.
–Quiero reconocer a Teodoro.
–¿Para qué? Si eres un dañado, ¿qué futuro va a tener
contigo?
Francisco se rio en la cara de Rebeca al escuchar eso
sabiendo que ella no quiere al niño y haría lo que fuera por quitárselo de
encima.
Franciso insistió en que se acercaría la niño de cualquier
manera pero que si ella no accedía a su petición la demandaría y exgiría una
prueba de ADN.
–No te conviene un escándalo siendo famosa.
–Vete a la mierda y déjame desayunar. –Francisco se levantó
y se alejó regresando a su mesa.
Rebeca se puso nerviosa, sacó su celular e hizo una llamada.
Estacionó el carro en uno de
los sótanos del canal y le entregó la llave a uno de los empleados.
–Buenos días señorita Montenegro, tenía tiempo que no venía.
–Buenos días Eladio, me botaron de aquí pero he vuelto y
espero regresar por la puerta grande.
–Suerte señorita y feliz día.
–Gracias pero soy señora. –Le mostró el anillo de su dedo
anular, el hombre sonrió y le hizo un gesto con el pulgar de aprobación.
–Buenos días Ofelia ¿sigues trabajndo aquí? Ya eres
monumento histórico.
-Buens días, si, a mi no me botan de los trabajos, me porto
bien.
Rebeca se le quedó viendo sin mover un músculo de la cara.
–¿Está Gonzalo?
–Si está, déjame ver si puede atenderte.
–<Gonzalo, aquí en la sala de espera está esta muchacha
actriz, esta la que trabajó hace tiempo aquí de protagonista….ajá esa, si si.
Quiere habalr contigo…¿le digo que pase?> –Pasa, te va a atender.
–Aaaaay graaaacias, tan linda.
–¡Princesa, qué sorpresa! Pasa, pasa.
–Hola Gonzalo.
–¡Qué seriedad princesa! ¿Ya no me dices papi?
Gonzalo se levantó de su mullido asiento para saludarla
tocándole la mejilla y los labios, ya su calendario marcaba 73 años, se notaba
el paso de los años, ya caminaba más despacio, era pocas las veces que iba a su
despacho.
–Voy a ir directo al grano, quiero trabajar en una novela,
quiero entrar de nuevo en la televisión, me estoy pudriendo en el teatro.
–El teatro es la cuna del actor, la escuela.
–Pura paja, eso no me da de comer y el teatro comercial
tampoco es que es lo mejor del arte. Quiero ser protagonista de nuevo.
–Princesa, tu esposo es un exitoso empresario y concejal,
tiene mucho dinero, creo qe no estás pasando hambre.
–Quiero mi propio dinero y quiero ser de nuevo famosa, que
la gente me aclame, me pida una selfie, se emocione al verme. Yo hago lo que
sea con tal de volver, me acuesto contigo, te lo mamo. –Dijo eso y se agachó
poniendo su mano en el cierre del pantalón del viejo Cienfuegos que le agarró
la mano y se la quitó de ahí.
–Princesa, ya no hay actividad ahí abajo, esa área está
clausurada. –Rebeca lo vio a los ojos mientras se levantaba del piso
lentamente.
–Pero quiero volver papi, anda por favor, lo que me pidas lo
hago tú eres el dueño de esto por favor, por favor.
–Ven acá siéntate que estoy cansado de estar de pie.
-Gonzalo sufría de la circulación, sus piernas llenas de várices las sentía
cansadas, eso sumado a su hipertensión lo mantenían casi fuera de la empresa.
–Mi hijo Gonzalo es el que maneja el canal desde hace un par
de años, yo apenas tomo una que otra decisión en las reuniones de comité.
–¿Tu hijo no está casado o si? Estoy dispuesta a todo.
Gonzalo visiblemente cansado comenzó a reirse sentado en su
poltrona al escuchar a su actriz favorita.
–Princesa, ¿pero tú realmente quieres trabajar aquí?. No sé,
tendrás que pedir cita con mi hijo para que te atienda, su despacho está en la
otra torre donde están los estudios.
–Habla con él, dile que yo voy a verlo.
–Cuando vayas a verlo sabrá que vienes de parte mia, él sabe
todo lo nuestro. Lo que no sé es si querrá contratarte.
–Me acuesto con él.
Cienfuegos volvió a reirse mientras Rebeca se acercó a la
poltrona y lo abrazó por detrás.
–Anda papi, habla con tu hijo.
–¿Quieres que sea un cabrón? Dejar que mi hijo se acueste
contigo.
–Pero tú no quieres nada conmigo.
–Ya estoy viejo, cansado y enfermo princesa. Le diré que en
algún momento irás a hablar con él, de ahí en adelante resuelves tú, yo no
tengo nada que ver en sus decisiones.
–Voy ahora mismo a hablar con él, ¡pregúntale si puedo ir
ahora mismo!
–Tranquiiiila, vaya pero estás desesperada, toma las cosas
con calma carajita, ¿sabes cuantas niñas tenemos más preparadas que tú
esperando una oportunidad como la que tú tuviste y no supiste aprovechar? Ya
han pasado 5 años, tú estás en el olvido.
Rebeca escuchó esas palabras que le hirieron en su ego, su
corazón palpitaba con rapidez, su cara enrrojeció pero se calmó antes de
hablar.
–Ok, dile que voy para allá y yo negocio con él.
–A ver, ¿y tu mánager? Dile a él que negocie tu regreso,
¿para qué te pones tú a hacer el trabajo sucio?
–PORQUE NO TENGO REPRESENTANTE, ME DEJÓ Y NADIE QUIERE
MANEJARME, conseguí lo del teatro por los contactos que tengo y los conocidos.
Cienfuegos levantó el teléfono y marcó la extensión de su
hijo, no estaba en su despacho pero la secretaria le dijo que volvería en media
hora. Llamó a su hijo y le comentó el caso y accedió a atenderla.
–En una hora te va a atender. Ve al cafetín y come lo que
quieras que lo pongan en mi cuenta.
–Come conmigo.
–No cariño, yo me voy a casa con mi mujer, para que me
consienta. Luego me llamas y me cuentas como te fue.
El viejo se levantó de la silla y tomó el bastón que
reposaba en la pared y caminó hacia la puerta.
–Gonzalo, ¿tu me quieres? Sigo siendo tu princesa
consentida?
El hombre antes de abrir la puerta volteó a ver a la actriz,
se sonrió.
–Sigues siendo la misma carajita de 18 años cuando viniste
con tus papás y Ricardo para que entraras en las novelas con tu contrato
blindado del concurso de belleza. No pierdas esa ingenuidad nunca, suerte con junior.
–Abrió la puerta y salió.
Rebeca quedó ahí parada algo desconcertada y salió de la
oficina aturdida y confundida. Ofelia la vio y por un momento le conmovió
verla.
–Gonzalo está enfermo y pronto se despide del canal, su hijo
toma las riendas de la empresa definitivamente.
Rebeca la vio y se le quedó mirando fijamente a los ojos.
–Ahora serás la secretaria privada del junior y también te
lo tirarás ya que este ya no puede. Pero yo me voy a adelantar y haré lo que
sea, pero yo entraré de nuevo a este canal.
Siguió su camino. Ofelia cerraba los ojos y respiraba profundo.
–¡Estúpida!
No hay comentarios:
Publicar un comentario