Rebeca había cruzado el pasillo que divide las dos torres de
MegaVisión para ir al despacho del futuro presidente del canal de televisión.
–Pasa, ¿tú eres…Rebeca Montenegro, cierto? No te recuerdo
mucho.
–Pendejo, como si no
supiera que me tiré al papá. Trabajé en este canal por casi 4 años siendo
la estrella y la que les facturó mucho dinero con tres de mis novelas.
–Claro, como olvidarlo, que cabeza la mía. ¿Y a qué vienes?
¿reenganche?.
–Quiero trabajr de nuevo para esta empresa, protagonizar,
quiero un contrato de exclusividad como antes.
–Vaya, no pides nada. A ver, te cuento los contratos de
exclusividad ya desaparacieron, no es rentable, te contratamos por proyecto y
ahí se ven los beneficios extras mientras dure el contrato.
–Bien, ¿dónde firmo?
Gonzalo Jr. se rió mientras firmaba varios documentos que
ocupaban todo su escritorio.
–Con calma muchachita, eso no es así, llegar y firmar, tengo
actrices ya listas para potagonizar las siguientes tres novelas y una serie.
–Estoy dispuesta a hacer lo que sea con tal que me
contraten.
–Si, ya me dijeron de lo que eres capaz.
Gonzalo tomó su chaqueta y le hizo un gesto a Rebeca para
que se levantara y se fuera con él, tomó las llaves de su camioneta y se
retiraraon de la oficina.
–¿Dónde vamos? -Preguntó Rebeca un poco nerviosa.
–Dijiste que esás dispuesta a todo, vamos a que me
demuestres eso.
Llegaron a la urbanización Altavista, al edficio donde vive
Gonzalo. Un enorme penthouse de su propiedad dominaba a lo alto del edificio.
Un apartamento amplio decorado en gris muy claro con toques
de colores en algunos muebles donde predominaba el blanco y gris.
–Hermoso el penthouse.
–Se lo compré hace años a tu esposo, tú no habías ni
aparecido.
–Vaya.
Mientras Rebeca mira la vista desde la terraza que daba a la
imponente montaña, Gonzalo sacaba de una gaveta del mueble de la sala unos
objetos.
–Vamos a taparte un momento los ojos.
–Ya va..yo…
–Shhhh…calladita, pon tus brazos en la espalda y junta tus
manos.
Dos chasquidos y sus muñecas quedaron amarradas a unas
esposas.
–¿Qué me vas a hacer?
–Sigues hablando y voy a tener que taparte la boca.
–No me vayas a violar por favor, yo solo quiero…
Gonzalo le puso una mano en la boca haciendo presión.
–Te dije que te callaras
Le desabotonó la blusa, se la quitó y luego el sostén.
–Buenas tetas, operadas. –Las tocó apretándolas cada una. Le
desabrochó el pantalón y luego le quitó los tacones, le vio la ropa interior,
era un hilo de encaje. Metió su mano en la entrepierna y pasó sus dedos por
entre los labios de la vagina.
–La tienes depiladita. -Empezó a jugar con su clítroris y
sentía como Rebeca comenzaba a lubricar.
Se quitó la ropa quedándose en interiores, acercó su mano a
la nariz para sentir el aroma de la chica.
–Hueles rico, hueles a sexo. –Le tocaba las nalgas y las
abría. –Todavía las tienes firmes, te cuidas, como se ve que quieres trabajar
en una novela, sabes de que trata todo esto.
–Estoy preparada.
Le agarró la barbilla con fuerza. –Te dije calladita.
Su interior estaba tenso por la erección, se lo quitó y
empujó a Rebeca al sofa quedando boca abajo. –Quédate así.
Buscó lubricante y se echó en el pene y derramó otro tanto
entre las nalgas. Se acercó a la chica y, sin preámbulo, la penetró por detrás
lo que hizo que Rebeca gritara por el dolor.
Gonzalo le volvió a tapar la boca.
–Cálllate y aguanta.
Rebeca estaba tensa y apenas iba entrando el pene, pero
Gonzalo volvió a empujar y otro gemido ahogado se colaba entre los dedos.
Tumbados en el sofá, ella aprisionada contra los cojines, él
moviéndose con agilidad y fuerza, la tomó del cabello e hizo más presión contra
ella.
Rebeca gemía aguantando el dolor. Gonzalo comenzó a darle un
poco más rápido, el clímax estaba a punto.
Tres gruñidos fuertes junto con un apretón del cabello,
Gonzalo se descargó dentro de ella para luego soltarla y levantarse.
Rebeca se quedó tumbada mientras Gonzalo le quitaba las
esposas y el pañuelo negro.
–Ve a ducharte en ese baño.
Rebeca adolorida se levantó y se fue al baño. A pesar de
dolor, estaba contenta pues sus objetivos se estaban cumpliendo.
Salió del baño vestida y secándose el cabello.
–Wao, no sabía que eras así de salvaje.
–Eso no es nada chiquita, eso apenas es un abreboca, otro
día te muestro los verdaderos juguetes.
–Que bien, bueno, ¿cuándo paso por tu oficina para
firmar el contrato?
–¿Perdón?
–Bueno, ¿no quedamos en eso? Yo me acostaba contigo y
firmábamos el contrato.
–Yo no dije nada de eso, yo te dije que te vinieras conmigo
para que me demostraras que estabas dispuesta a todo. Ahora ya se que eres capaz
de todo ya te puedes ir, cuando quieras me llamas y te invito a mi cuarto de
juguetes.
Rebeca estaba entrando en un estado de histeria que trataba
de controlar.
–Yo me acosté contigo para hablar de mi ingreso al canal,
creí que lo había dejado claro en la reunión.
–Si hablamos de eso, pero te comenté que ya tenemos la
nómina copada. Me gusta tu aguante, sé que puedo hacer otras cosas más salvajes
contigo. Bueno deja la toalla ahí y vete que tengo cosas que hacer.
–Pero Gonzalo yo…
–Adiós, estaremos en contacto. –Gonzalo desnudo, le abrió la
puerta del penthouse y la vio salir.
Se montó en el ascensor y comenzó a gritar. Las lágrimas le
salían solas. Vio el reloj, era casi la una de la tarde, tenía que buscar a
Teodoro.
Llegó al colegio, la maestra estaba con el niño esperando.
–Señora Sucre, tenemos que tener una reunión con usted y el
señor Sucre para hablar sobre el niño, está teniendo unas actitudes un poco
violentas para su edad y es de un tiempo para acá.
–Ay mire maestra yo no tengo tiempo para esas estupideces si
quieren envien una carta a su padre y que él se encargue, monte al carajito en
el carro que me tengo que ir.
–Pero señora su hijo….
Rebeca cerró los ojos y suspiro. –MONTE AL CA RA JI TO EN EL
CARRO POR FAVOR.
La maestra montó al niño y Rebeca aceleró saliendo a toda
velocidad del estacionamiento del colegio.
–A veces te odio mamá.
–Somos dos mijito, hoy tuve un muy mal día no termines tú de
echarlo a perder.
Dejó al niño en a casa y salió de nuevo, iba al club.
Cinco de la tarde y Rebeca seguía en el club con sus amigas,
ya habían consumido cinco botellas de vino.
Sonó su celular. –Aaaay es mi marido, hoy me sale coñaza por
estar borracha y no estoy con mi hijo jajaja que raro suena esa vaina, “mi
hijo”.
–<Aloooo esposo mio>
–<Estás en el club y borracha…de nuevo>
–<Bingo adivinaste mi amoooor. Te espero aqui para que me
golpees o espero a llegar a casa jajajaja>.
–<Tranquila, sigue ahí>
Colgó la llamada.
–Maricas si mañana no respondo celular es que estoy
hospitalizada o muertaaaaaa jajaja la coñaza no va a ser normaaal.
–Estás loca bruja, yo creo que a ti te gusta que te golpeen.
–Maaaaricaaas yo se que estoy monotemática pero coño el hijo
del viejo coge divino loca, es como un animal tirando, tiren con él, es un
patán pero en la cama es un toro.
Vovió a sonar el celular.
–Como sea Ricardo de nuevo lo mando pal carajo, a ver,
coño…no leo. –<aló>
–<Rebeca es Damian, mira ¿sabes algo de Antonio? Ya debería
estar aqui en el teatro hace dos horas y no aparece por ningún lado>
–<¿Y que coño voy a saber yo? Él no trabaja en mi obra,
¿a mi me toca hoy? Yo voy ahora, termino aquí y voy.
<¿Estás borracha?>
–<¿Borracha? No…lo siguiente jejeje estoy PEEEEAAA,
espérenme>
–Maricas me tengo que ir, tengo obra.
–Pero si no puedes manejar ni un triciclo de juguete bruja.
–Claro que puedo, he manejado en peor estado y he llegado.
Llegó a su carro, se sentó y se quedó dormida apoyada en el
volante.
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