viernes, 3 de agosto de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 45



Luego de solucionar lo de las cerraduras de su apartamento, lo de su tío y la posible detención del culpable, necesitaba distraerse, desestresarse y fue, de sorpresa, a buscar a Orlando a la tienda donde trabaja.

–¡Qué sorpresa! ¿qué haces aquí?
–Bueno, quería verte, y he tenido unos días terribles y necesito hablar con alguien y desconectarme.
–Espérame en la feria, voy a terminar algo aquí y me voy, luego te cuento.

Diego estaba caminando por la feria tomándose un café, cuando vio a Orlando llegar, dejó el café en una mesa y abrazó al chico, este le dio un beso en la boca.
–¿Qué haces?
–Saludándote.
–Pero no con un beso, y aquí no, no vuelvas a hacer eso. -El pánico le puso los ojos azules más claros aún.
–Cuando te pones nervioso los ojos se te ponen más hermosos. –Diego se puso rojo de la pena.
–Vámonos y me cuentas y te cuento.

Llegaron al carro, estaba estacionando con el frente dando a la pared, Orlando aprovechó y le dio otro beso en la boca esta vez sin restricciones.

–Quiero hacer el amor contigo. -Le dijo Diego al chico.
–¿Ah sí, qué tienes en mente? ¿Vamos a un hotel?
–No, ¿estás loco? ¿Si alguien nos ve?
–¿Dónde entonces? ¿en tu casa, aquí en el carro? –Le puso la mano sobre el pantalón en la entrepierna que ya tenía el pene erecto, le desabrochó el cinturón y le bajó el cierre.
–¿Qué vas a hacer?
–¿Tú que crees? Mamarte esto.

Orlando se lo introdujo en la boca, llenó el pene de saliva y pasaba su mano por todo el miembro mientras mamaba. Diego echó para atrás el respaldar, el chico se introducía todo el pene en su boca, lo sentía llegar hasta la garganta aguantando, lo retiraba y repetía. Diego le acariciaba el cabello y las orejas, pasaba su mano por la mejilla, Orlando lo veía mientras seguía mamando. Se sacaba el pene de la boca y pasaba su lengua por el glande rosado de Diego que estaba recostado disfrutando.
–Avísame cuando te vengas
–Si, dale, sigue, sigue.

Orlando comenzó a mamar más a prisa, lo masturbaba.
–Me vengo, me vengo, coño, salte, ahí viene.
Orlando se aferró al pene mientras Diego se descargaba, el chico iba tragando el semen sin parar de mamar, el pene se puso flácido dentro de la boca del chico que se levantó complacido. Diego respiraba cansado.
–Wao, que divino estuvo eso.
–Uuuf si, buenísimo. Dime, ¿dónde vamos a hacer el amor? ¿tu apartamento?
–No, vamos al apartamento que tiene mi papá en Higuerote, vamos este fin, él se va de viaje y mi madrastra también, va a visitar a su familia en el interior.
–Excelente, déjame cuadrar para ver quién se queda con mi mamá y nos vamos.
–Nos vamos el mismo viernes.

Salieron del estacionamiento y Diego le comentó lo sucedido con su tío haces unos días.
–Menos mal que lo sacaste de tu apartamento pero eso que trabaje contigo…mmmm…no sé, quieres que pague, peeeroooo, no sé, bueno, tú sabrás. Yo hasta mañana trabajo en la tienda pues el próximo semestre va a ser rudo y necesito estar concentrado en eso, tengo que armar tesis, pasantías y eso me va a quitar tiempo.
–Que bien vale, ya no te queda nada, lo que te viene es trabajón, ya sabes que conmigo tienes trabajo seguro.
–Gracias, pero no quiero ayuda, quiero entrar a trabajar por mis logros y mi experiencia.
–Bueno, haces las pasantías en mi negocio y así vemos que tal te va.
–Trato hecho, me gusta más eso. En un rato tengo que ir a la tienda a terminar un inventario y dejar unas cosas listas.
–Yo te llevo y me dices cuando salgas para buscarte y te llevo a tu casa.
–Quiero quedarme contigo, ¿puedo?
Diego lo vio a los ojos, Orlando se le aceleró el corazón. –Vamos a dejarlo para el fin de semana, tú y yo solos, lejos de todos y estaremos juntos.
–Está bien

Fueron a tomar un café con una torta, hubo miradas cómplices, Orlando rozaba su pierna con la de Diego y, aunque nervioso, dejó que el chico lo hiciera.

–Déjame en la entrada del centro comercial y yo entro, te aviso cuando salga.
–Ok, pero me llamas, quiero verte.

Orlando se bajó del carro y entró, caminó unos pasos dentro del centro comercial y se encontró de frente con Arévalo.
–Cooooño marico, carajito si no es así no te veo más nunca. –Arévalo lo abrazó y cerró los ojos, estaba feliz de ver a Orlando, su corazón se aceleró y no quería que terminara el abrazo.
–Ya puedes soltarme Arévalo, me estoy ahogando.
–Disculpa, chaaamo, quería verte, me haces falta marico, coño, mira, ya se me paró y todo, verga tú tienes la capacidad de alborotarme con solo verte, que arrecho, te invito un café.
–Tengo que ir a la tienda.
-Deja la mariquera coño, vas ahora, quiero hablar contigo.

Llegaron a un café y se sentaron ambos con sus respectivas tazas.
–Marico el suegro tuyo es lo máximo, es cariñoso, me paga todo, quiere que viva en su apartamento marico, me va a dar las llaves para que viva ahí y él vaya para que me lo coja.
–¿Te gusta el viejo o te gusta su dinero?
–Ambas, pero, es que…
–Pero es que estás saliendo con Pedro, coño Arévalo no lo jodas.
–Él me dijo que no le importaba ser la otra, tal cual me dijo marico “la otra” que jeva es.
–Bueno, en todo caso no vayas a hacerle daño, él es muy enamoradizo.
–Si si, no lo voy a joder, Chamo este fin me voy con el viejo a su apartamento en Higuerote vamos a pasar el fin de semana ahí, ese viejo va a llevar guevo parejo.
–Ya va ¿a Higuerote? Diego me acaba de decir que su papá se iba de viaje y su madrastra también pero sola a ver a su familia.
–Bueno chamo, no va  a decir que va a Higuerote a llevar palo, tiene que inventarse una.
Es el momento para que Diego se entere que su papá es gay, que esa homofobia era por algo. Ok, ok, bueno, mosca pues.
–Marico yo quiero cogerte en algún momento, no puede ser que no me vas a dar culo nunca, coño, una vez, una sola vez papá
–Verga te estás cogiendo a dos tipos y quieres más.
–Yo quiero contigo mi pana, pero tú no me paras, por eso quiero probarte una vez y ya.
–No Arévalo, no, eso no va a pasar.
–Ta' bien pues, déjame seco, voy a pagar los cafés, no debería.
–Que gafo eres.

Salieron del café y Arévalo volvió a abrazar a Orlando. –No importa que me rechaces, sabes que yo quiero contigo y voy a insistir marico, me gustas full, carajo ya se me paró de nuevo, ya, vete, vete y cuídate y que ese mamaguevo de Diego no te haga llorar o sufrir porque lo jodo.
–Ya Arévalo, deja la vaina, cuídate tú también.

Luego de las nueve de la noche, Orlando llama a Diego para que lo buscara.
–Gracias.
–De nada chico, te dije que te buscaba.

Tomaron la avenida pegada a la montaña para seguir hablando.
–¿Y tu papá para donde se va de viaje?
–A Maturín, unos negocios, regresa el domingo, nosotros nos podemos regresar el lunes tempranito.
–Excelente.
–Necesito pararme y orinar, déjame ver dónde puedo, creo que allá.
–Se me ocurre hacer algo.
–¿Algo? ¿de qué?
–Vas a orinar ¿no?
–Si. -Se estacionó en el hombrillo, puso las luces de emergencia y se bajó y se fue por el lado de Orlando que también se bajó, se puso a un lado de Diego que se sacó el pene para orinar.
–Ya va, ya va, no mees todavía. -Abrió las dos puertas del carro y se pusieron entre ellas. –Nunca he hecho esto, pero me da curiosidad.
–¿Qué vas a hacer?
 Orlando se puso frente a Diego y se agachó. –Orina. –El chico se introdujo el pene flácido de Diego en la boca y recibió la orina de Diego, que veía incrédulo lo que ocurría.

Orlando sentía el líquido caliente pero no le desagradaba el sabor, su corazón le latía con fuerza y rapidez. Diego se estremeció al terminar la micción, su pene comenzaba a crecer. Orlando se levantó.

–¿Que vaina fue esa?  Me dio un poco de impresión
–No sé, dijiste que querías orinar me vinieron a la mente imágenes y comentarios de amigos y quise hacerlo, me lo imaginaba y me daba asco pero lo hice y me gustó.
Diego se le quedó viendo a Orlando a los ojos, este sonreía al verle los ojos, Diego se sonrió.
–Me dio mucho morbo verte hacer eso, nunca lo había hecho ni se me pasaba por la cabeza hacerlo, pero me gustó verte la cara como disfrutabas…eso.
–Yo también lo disfruté…aunque orinaste que jode. No querrás que te de un beso verdad.
–Ni de vaina, lávate esa boca y luego vemos, vámonos que esto está muy solo.

Siguieron por la avenida, bajó en la primera salida, ninguno de los dos hablaba. Orlando se sintió culpable, pensaba que había sido muy osado hacer eso sabiendo como es Diego, en cambio Diego no podía quitarse la imagen del chico arrodillado tragando su orina. Su pene estaba erecto.

Llegaron al edificio donde vive Orlando, antes de bajarse el chico lo ve. –Disculpa lo malo…no debí…bueno, chao. –Se bajó
Cuando pasó por el otro lado del carro, Diego lo llama y se acerca a la ventana.
–Me encantó lo que hiciste, de verdad, fue algo extraño pero me gustó, nada que disculparte, quiero repetirlo. Dame un beso.

Orlando se agachó y le dio un beso en la boca, unos segundos disfrutando el beso y se separaron.
–Nos vemos el viernes.

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