viernes, 31 de agosto de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 60. Final de temporada

La familia de Vicente, que era pequeña, estaban sentados junto a Orlando en la sala mientras el abogado de Vicente organizaba el papeleo para la lectura. Vicente pidió que fuera en su casa materna la lectura y no en el despacho del abogado.

Arévalo se había quedado escondido en un baño, Diego estaba en la cocina que estaba apartada de la sala donde se efectuaba la reunión.

–¿Estás escuchando a ver que le queda a Orlando y quitárselo?
–¿Tú no te habías ido? -Decía Diego que hablaban en voz baja. –No me hace falta hacer eso, en cambio a ti sí que lo vas a hacer con mi papá.
-A tu papá lo amo.
–Si imbécil y yo soy ingeniero de la NASA. Tú te estás chuleando a mi papá.
Arévalo le lanzó un golpe que Diego devolvió y comenzaron a forcejear.
Yo haciéndome el ofendido y la verdad es que si, me estoy chueando al viejo pero coño el viejo me gusta, tampoco es que solo le saco plata, hay cariño –Recibió otro golpe. Peleaban sin hacer ruido para que nadie se diera cuenta, pero hubo sillas que se rodaron e hicieron ruido pero nada para que interrumpieran la reunión.
–No voy a permitir que jodas a mi papá.
–Pregúntale a tú papá si está feliz conmigo o no mamaguevo. -Seguían hablando en voz baja. –Se rie conmigo, disfruta mi compañia, se goza mi enorme verga, cosa que contigo no pasa con Orlando, ¿dónde se va a conseguir un palo como el mío?
–¡Que anormal eres, que básico! No todo es lo que tienes entre las piernas malandro.
–Para tu padre lo es todo, lo llena y mira que lo llena. –Otro golpe le dio Diego al policía, cuando escuchó el nombre de Orlando.

–Ya va, ya va, van a hablar de tu novio.
–¿Ah?.

<<Orlando, mi amigo, mi pareja de vida, mi compañero, a quién conocí en el momento justo, en el lugar adecuado, no podía estar fuera de esta lista, no podía dejarlo desamparado. Esto es algo consultado y discutido con mi familia desde hace mucho tiempo y quiero que se cumpla>>

–Marico el tipo le dejó algo.
–Cállate vamos a oir.

<<El apartamento de Caracas ubicado en la urbanización San Bernardino donde compartimos muchos momentos juntos, pasará a manos del señor Orlando Vasquez cédula de indentidad X, mayor de edad y venezolano. Igualmente recibirá mi vehículo, modelo…>>

–Na guevonada marico apartaco y carro, tu novio se forró, debes estar feliz.
Diego cerró los ojos  e inmediatamente recordó a Carlota y el día que conoció a Orlando, la culpa y el remordimeinto lo inviadieron al escuchar que el novio, ahora fallecido, le dejó unos bienes, luego de muerto iba a seguir presente en la vida del chico.

Orlando no paraba de llorar, las lágrimas le salían solas mientras escuchaba al abogado Un hermano no estuvo de acuerdo con eso, pero la madre de Vicente lo calló diciendo que había que respetar la decisión de su hijo, hijo mayor que mantenía a su familia desde la distancia que, gracias a él, todos tenían algo antes y después de su muerte.

–¿Chamo te pasa algo? ¿Estás bien?
Diego se tumbo al piso y hundió su cabeza entre sus piernas.
–No, no estoy bien, todo esto me ha removido, mi novia, Orlando que es mi cuñado, la tragedia, yo sin saber que…quiero…mi papá…la sombra del novio de Orlando acechando y ahora con esto…no sé, no sé. –Arrancó a llorar, Arévalo lo veía y lo conmovió, se puso de pie y le tomó el brazo a Diego.
–Anda párate chamo, no te pongas así, deja el drama, te estás complicando la vida, ven acá. -El policía lo abrazó y Diego comenzó a llorar aún más. –Marico, no me digas que tienes celos porque tú no le diste un apartaco y el carro, no joda.
–Coño no es eso vale, es todo, mi vida es un peo, no sé que quiero, quiero estar con Orlando y a la vez no, siento que no es lo correcto, luego me entero lo de mi papá y todo se me revuelve.

Arévalo lo tomó por los hombros. –Chamo, aquí tienes a otro papá que te va  a apoyar y que puedes contar con él.
–Diego cayó en cuenta y empujó a Arévalo y casi comenzaban a pelear de nuevo pero llegaba parte de la familia a la cocina.

–¿Cómo te sientes? -Le preguntaba Diego a Orlando
–Movido…confundido…no sé Diego, escuché al abogado y siento que no me merezco lo heredado.
–Chaaaamo, coronaste con ese apartamento y el carro, marico que fino.
Diego y Orlando miraron incrédulos al policía.
–¿Qué haces aquí? ¿no te habías ido?
–No..este se escondió y luego apareció.
–Aaaay mariquito, deja la vaina que te lanzo otro coñazo.
–¿Otro coñazo? ¿ustedes se pelearon aquí?
–Si, tu noviecito se puso alzaíto.
–¡ALZADITO NO, ECHA EL CUENTO!
–Bajen la voz por favor, estamos en casa ajena. Voy a despedirme para irnos, no me siento bien.
–Vamos a tomarnos unas birras para celebrar.
–No estoy para celebrar.

Orlando se acercó a su suegra y se despidió disculpándose por no quedarse pero se sentía mal y necesitaba llegar a Caracas. –Me dan la cola y no quiero importunar, pero le prometo volver–.

–¿Te quieres venir cnmigo en la moto?
–¿Chamo tú te metes algo, llegaste drogado? Orlando se vino conmigo y se regresa conmigo.
–¿Cuál es el peo? ¿tienes miedo que se quede conmigo mamaguevo? –Le dio un empujón y Orlando se metió entre ambos. 
–YA COÑO, vámonos.
–Vamos a celebrar par de enamoradiiitos, anda, un par de birras cada uno y nos vamos.

Diego y Orlando se montaron en el carro y Arévalo se colocó el casco para irse en su moto.

Llegaron al restaurante El León y pideron tres cervezas. Comenzaron a hablar sobre la herencia, Diego le dijo que le ponía a su disposición el abogado de sus restaurantes para agilizar el papeleo del título de propiedad del apartamento y del vehículo una vez que el abogado de Vicente le dieran los documentos. Arévalo estaba molesto viendo como hablaban entre ellos, sonó su celular, era Diego padre.
–Tú papá. –<Hola papi ¿cómo estás?>
Pidieron la tercera ronda de cerveza, Diego no pudo evitar molestarse y voltear la mirada, Ambos estaban sentados uno a cada lado de Orlando. –<Estoy con unos panas tomándome unas birras y ya voy para el apartamento, yo te aviso, un beso>
–¿Ya con mentiras? -Diego le decía eso mientras le pasaba la mano por el muslo a Orlando.
–¿Qué quieres que el diga que estoy contigo y Orlando guevón? –Arévalo le tenía la mano puesta en el muslo y se lo apretaba. Orlando se sonreía.
–Dejen ya de discutir por favor, vamos a pedir otra ronda y nos vamos.

Terminaron tomando cinco cervezas cada uno. Arévalo se fue al apartamento de Diego padre y los otros al apartamento de Diego hijo.

–Hoy quiero hacer el amor, quiero olvidarme de todo y pensar solo en ti. -Le decía Orlando bastante tomado a Diego que estaba contento.
–Con gusto lo haré.
–Se fueron a la habitación y se desnudaron, comenzaron a besarse y se tumbaron en la cama y en eso suena el timbre.
–¿Quién coño es? Seguo un vecino.
–No abras.
–Si, luego se ponen fastidiosos, debe haber pasado algo.
Se puso una toalla y fue a abrir.

–Hola sobrino.
–¡¿Tío!? ¿Qué haces aquí? Qué pasó?
–Me botaron de la habitación por no pagar, puedo quedarme aquí hoy, solo hoy.

Diego volteó hacia la habitación y vio a su tío, volvió a voltear.
–Pasa, no estoy solo, está Orlando, te vas al cuarto donde dormías y te quedas ahí.
–No pienso fastidiar, ni me van a sentir.
–Eso espero.

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