–¿Pero voy a entrar al
baño así de bandera?
–Coño ve tú primero y
luego yo.
Nelson caminó hacia el
baño pensando en lo que iba a hacer. –Verga
voy a tirar en un baño de arepera, que vaina tan cutre. –Entró, el baño en
apariencia estaba limpio pero tenía un fuerte olor a orina. Entró Arévalo.
–Entra a la poceta y
bájate el pantalón, quiero verte el culo. –Arévalo se puso en un urinario
frente al cubículo donde estaba Nelson bajándose los pantalones.
–¿Y si viene alguien?
–Coño dale para que se me
pare. Uuuuf que culito, peludito, ábretelo.
Nelson se abrió las
nalgas. –¿Qué coño estoy haciendo? ¿Esta
vaina lo hacen los maricos? Y el pana pajeándose y no va a venir a cogerme.
–Marico que culo tan
rico, espero que aguantes esto. –Entró al cubículo y sacó un condón del
bolsillo de la chaqueta, se desabrochó el pantalón.
Nelsón vio el enorme miembro
y abrió los ojos mientras el policía se colocaba el condón. –Así como abres los
ojos quiero que me abras ese hueco, ponte. –Nelson se volteó hacia la plancha
que divide los cubículos, Arévalo le abrió las nalgas y dejó caer una buena
cantidad de saliva, le soltó las nalgas y las movió para esparcir la saliva.
–Ahora ponte suavecito
que te voy a meter este bate, va a doler.
–Despacio coño, despacio.
Arévalo le apoyó el
glande y empujó.
–Au, au, au coño, ya
vaaaa
-Aguanta, que ya va a entrar. –Volvió empujar y entró la
mitad del pene pero Nelson se movió hacia adelante y a un lado y el pene se
salió.
–uuuuy coñoooo, me duele
carajo, chamo dale despacio, esa verga es enorme. -Hablaba en susurro.
–Voltéate. –Volvió a
escupirle, le abrió las nalgas y esta vez lo penetró de una vez, le pegó la
cara a la lámina, Nelson cerró los ojos apretando los dientes.
–Me duele, me duele.
–Ya te va a gustar,
espera que dilates bien. –Arévalo comenzó a moverse y Nelson no hacía más que
gemir. El policía se pegó al cuerpo de Nelson, lo tomó por la frente y lo
abrazó para penetrarlo más profundamente. Ahí, ambos de pie, el calor los
envolvía, sudaban, el chico no abría los ojos, mientras apretaba los dientes,
gemía.
–Chamo para, para, para,
ya va.
–No coño, todavía no
acabo. ¡NO LO SAQUEEES! –Empujó de nuevo para que no se saliera. Sonó su
celular.
–Voy a atender, no te
muevas, debe ser de la oficina.
Sacó el celular del
bolsillo y vio la pantalla.
–Jeje, mira, es tu
amiguito Pedro, cuaima el carajito, no lo he llamado y debe estar desesperado.
–<Aló>
–<Hola chamo, coño si
yo no te llamo o escribo no sé de ti…¿dónde estás?>
–<En un baño
cogiéndome un culito>
–<Gafo, deja la estupidez,
llamé la morgue y no saben de ti>.
–<Estoy en una
comisión<
–<¿Comisión? Si me
dijeron que estabas en la morgue pero no sabían que te habías hecho>
Arévalo seguía moviéndose
mientras las gotas de sudor le caían. –<Coño nene te dije que me estoy
cogiendo un culo no me crees, te digo que estoy en comisión y tampoco me crees,
¿entonces? ¿qué te digo pa que me creas?
–Ya voy a acabar, espera.
–Tapó el celular.
–<Bueno llámame cuando
te desocupes>
–<Ok nené, un beso>
-Se guardo el celular en el bolsillo y se agarró de las caderas del chico.
-Ahí voy…AAAAAAAH,
AAAAAAAH coñodelamadre AAAH AAAH
–No grites coooñoooo
–Hablaba en voz baja mientras aguantaba los empujones de Arévalo.
Retiró el pene y se quitó
el preservativo. –Marico te desvirgué, sangraste, mira el condón rojito.
–Verga me duele el culo
marico, coño, no voy a poder cagar.
-Eso se te quita en 24
horas échate la crema de las hemorroides y bórralo, me hiciste sudar carajo.
Volvió a sonar el celular
mientras entraban dos hombres que vieron a Arévalo con el pene afuera y Nelsón subiéndose el pantalón.
–<Papi, ¿Cómo
estás?>
–<Hola mi amor ¿qué
haces en una arepera?>
–¿Ah? ¿Yo?....ah si, me
vine con un pana tomar un café, me tenía
que contar un peo>
–<¿Un pana? Es un
carajito.
–<¿Tú me estás
vigilando coño? A mi esas vainas no me gustan, si te vas a poner cuiama y vas a
perseguirme esta vaina se termina aquí> -Le colgó.
Los hombres se pusieron a
orinar, uno de ellos miraba a Nelson.
–Voy a salir, esta gente
me está mirando raro. –Le dijo al oído a Arévalo.
Nelson salió y Arévalo se
le acercó a uno de los tipos.
–Entra a la poceta y se
lo mamas ahí, o que te cojan pero no te bucees a mi novio porque te quiebro.
–Arévalo salió del baño sonriendo al ver la cara de pánico del hombre.
–¿Te volvió a llamar Pedro?
¿Te tiene vigilado el guevón ese?
–No vale, el que me llamó
ahora fue un viejo que me estoy cogiendo. –Le habló en voz baja a Nelson. –Voy
a ver quién es el espía.
Nelson se sentó en la
mesa donde habían estado y el policía se acercaba a una de las mesas donde
estaba una persona, desenfundó su arma y la tenía en la mano derecha. Le quitó
el mení al hombre.
–¿Quién te contrató¿
¿Diego Hernández?
–No sé quién es es…no sé
de que me habla baja el arma mi pana.
–No soy tu pana bichito
responde lo que te pregunté, si o no o te vuelo la cabeza becerro.
–Si, si, si.
–Dame tu cartera. DAME TU
CARTERAA -Le puso el arma en la frente, abrió la billetera y la revisó
<<Investigador privado>>
–Ciudadano, baje el arma.
–Le gritó un policía municipal que lo apuntaba, lo acompañaba otro policía.
Arévalo levantó los brazos
con el arma.
–Tranquilo oficial, dejo
el arma aquí, revise mi placa, soy policía también, este sujeto me está
persiguiendo desde mi casa y lo confronté aquí..
–¿Eso es cierto ciudadano?
–Si, soy investigador
privado.
Arévalo lo levantó halándolo del brazo. –Vete de aquí, como te
vuelva a ver te vací el arma en la cabeza. –Le dio una patada.
–Por favor, sin
violencia, vamos a calmarnos.
El hombre se fue de la
arepera, Arévalo le mostraba las credenciales al policía municipal. Nelson
estaba petrificado al lado de la mesa y de pie. Terminaron de aclarar las cosas
y los policías se fueron.
–Marico ¿tú le ibas a
disparar a ese tipo?
–Si se ponía payasito si.
–Me cagué cuando le pusiste
la pistola en la cabeza.
–Te cagaste cuando me
viste el guevo.
–Chamo, demasiado grande
tienes eso. El culo me duele.
–Tú querías tirar
conmigo, bueno hay que aguantar la pela.
Nelson veía a Arévalo, se
sonreía.
–¿Qué te pasa? Tienes una
cara de aguevoníao. Aaaay vale, no me digas ue te enamoraste.
–¿Qué pasa chamo? Yo no
soy…a mi no me gustan los hombres, yo no
quiero…no, me hizo gracia tu comentario.
–Yo tampoco soy marico
guevón jajaja, bueno papá, vamos a la morgue que me tengo que ir.
Llegaron a laa morgue,
cada quien se fue por su lado.
Nelson montado en su
carro, aún sentía dolor y eso le recordaba el sexo salvaje que había tenido en
un baño sucio y de pie dentro de un cubículo de los inodoros. Se sonreía,
estaba dispuesto a repetir, no sabía que iba a hacer con su situación sexual,
sobre todo con Silvia, lo que sí sabía es que quería repetir con un hombre en
una cama. Llamó a Silvia.
Luego de salir de la
morgue, Arévalo se presentó en el edificio donde tiene sus oficinas Diego
Hernández, su amante.
–¿Usted tiene cita?
–No tengo cita pero
dígale que aquí afuera está Arévalo Gómez, me va a dejar pasar, dígale, dígale.
–En 10 minutos puede
pasar a su oficina.
–Te lo dije mi reina,
toma un chocolate.
Pasaron 10 minutos y la
secretaria lo dejó pasar, tocó la puerta y abrió, al entrar cerró puerta y le
pasó el pestillo.
–¿Cómo se te ocurre
aparecerte en mi trabajo así sin avisar? Yo estoy casado.
–A mi me sabe a mierda
¿Cómo se te ocurre a ti ponerme un detective para que me huela los peos? Casi
mato al guevón ese.
–Tenía que saber quién
eres, no me puedo arriesgar, voy a darte las llaves de mi apartamento para que
vivas ahí.
Diego sacó una cajita del
bolsillo de su saco y se la dio, era de terciopelo azul oscuro.
–¿Qué coño es esto?
Marico, no me vas a decir que esto es un anillo y tal, no, no que vaina es esa
con esas mariqueras yo no me llevo, deja la vaina, no, no, toma.
–¿Quieres abrirlo?
Arévalo tomó la cajita y
la abrió. Habían dos llaves.
–Bienvenido a tu nueva
casa.
–Gueeevóóón, era en
serio, marico te botaste viejito coño de la madre.
–Es apartamento será
nuestro nido de encuentros sexuales.
Arévalo le lanzó en el
escritorio un paquete que traía.
–¿Qué es esto?
–Ábrelo. –Diego rasgó el
plástico y el papel que escondía el regalo. Lo sacó, era el uniforme de Guardia
Nacional. –Te voy a coger con mi
uniforme.
–Yo sé que no eres
Guardia Nacional, no, no, no digas nada, eres policía, no me importa pero igual
me vas a coger con esto.
Dejó el uniforme en la
mesa y se le acercó. Le dio un beso en la boca y se abrazaron.
–Carajo ya se me está parando el guevo Se me está parando papá y
cuando se me para tengo que meterlo, ¿estás dispuesto a que te coja aquí?.
–Contigo estoy dispuesto
a todo.
–Ay papá, este viejo se me está poniendo sedita, pero me gusta el viejo
coño, burda de pana
Arévalo se desabrochó el
pantalón y lo dejó caer. Diego llevó su mano al enorme pene.
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