martes, 2 de mayo de 2017

DE REPENTE TU 4. Capítulo 8


Me gustan los dos.



Esperanza le había dado a María Corina, la mamá de Jesucristo, la dirección de Pablo, donde se estaba quedando su hijo. No quería traicionar a su amigo pero su madre estaba desesperada.

Luego del incidente con sus dos amores que los dejó solos en el restaurante, la chica decidió llamar a Clemente para verse.



­–No sé como te lo vayas a tomar…-Hubo una pequeña pausa –me gustan los dos, no puedo en estos momentos decidirme por alguien, se que no es fácil la situación, pero tengo una maraña en mi cabeza, entre que empiezo pronto la Universidad mi hermano y su esposo vienen a Caracas y ustedes, tengo la cabeza loca.

–¿El esposo de tu hermano? ¿Tienes un hermano gay?

–Si y una hermana lesbiana.

–Wao preciosa, ¿tu mamá tiene nietos?

–Si, de mi otra hermana, por lo menos ella lo logró jajaja

–Y tu bisexual, ¿Cómo ha tomado esto tu madre y tu padre?

–Bueno, mi mamá es muy liberal y abierta con el tema, de hecho lo hablamos normal, mi papá es bastante retrógrado, pero bueno, tampoco es que es un bruto que no entiende, le cuesta, pero ahí va.

–No es fácil esa situación aunque en esta época en que todo es más abierto, las redes han ayudado que todo sea más visible, pues la gente ha entendido, aunque hay muchos que aún les falta entenderlo.

–¿Y tú? ¿lo entiendes? ¿Aceptas todo esto? Yo a pesar de todo esto, sigo medio confundida, todo es nuevo para mi, lo he ido asimilando con los días pero me cuesta.

–Entiendo, ¿yo? Más gayfriendly y soy otro gay jejeje, tengo muchos amigos gay de la Universidad y en el trabajo y en la vida, todos muy panas.

–Que bueno escuchar eso, mi mejor amigo de la vida es gay. Es bastante inocentón, más que yo, que es decir mucho jajaja.

–Te quiero coger.

–¡Ay Clemente! ¿Por qué me dices eso así? Que ordinario.

–Lo siento preciosa pero es lo que siento en este momento, ganas de cogerte.

Esperanza lo vio a los ojos, se sonrrió y luego habló.

–¿Dónde vamos?

–Al carro.

–¿Lo vamos hacer ahí?

–Si, no tengo dinero para llevarte a un hotel, me da pena contigo.

–Pero no te da pena meterme en el carro y hacerlo ahí.

–Me da morbo.

–Yo pago el hotel.

–No preciosa, mientras estes conmigo yo cubro los gastos, aunque te suene machista. Quiero que te sientas cómoda.

–En el carro no voy a estar cómoda.

–¿Cómo sabes? ¿Ya lo hiciste con Yovana en el carro?

–Jajajaja graciosito, noooo, pero no sé pareciera que no es fácil hacerlo ahí.

–Acompáñame a descubrirlo.



Se montaron en el carro, Clemente tomó el rumbo hacia el mirador que está en la parte alta de la ciudad aprovechando que ya es de noche y día de semana.

Mientras iban en el carro Clemente no aguantaba la presión en su panatalón, ya no sabía como ponerse.

–No aguanto. –Se sacó el pene por el cierre. –Mámalo mientras llegamos.

–¿Estás loco? ¿aquí?

–Si dale, un momentico, agáchate.

Esperanza puso su cabeza entre el volante y el cuerpo de Clemente y comenzó el sexo oral, el chico le sostenía la cabeza.

–Uuf sí, dale, que rico, sigue.

Entre la excitación no se había dado cuenta de unos conos en la calle.

–Para, para, una alcabala.

Se acercaba un policía y Esperanza levantaba la cabeza y Clemente intentaba guardarse el pene.

–Ciudadano, encienda las luces internas y oríllese. Bájense del carro.

Ambos salieron del carro. Esperanza se limpió la boca, Clemente aún tenía una erección.

–¿Qué estaban haciendo en el carro?

–Nada oficial, dábamos una vuelta.

–Usted tiene el cierre del pantalón abajo. Denme sus cédulas.

–Le voy a confesar Agente. –Esperanza se puso pálida. –Minutos atrás me bajé del carro a orinar, se que no se debe hacer pero no aguantaba. Se me olvidó subirme el cierre, usted sabe, la inseguridad, uno hace todo corriendo.

–La joven estaba agachada de su lado, ¿qué hacía?

–Le va a parecer loco pero le brincó el zarcillo hacia mi lado y lo estaba buscando justo cuando vimos la alcabala.



El guardia revisó las cédulas y se las entregó.

–No me crean tan guevón. Se me van de aquí ya.



–Me están sudando las malos, me tiemblan las piernas. ¡Estás demente! ¿cómo se te ocurre hacer eso en el carro?

–Ya preciosa, no pasó nada, todo fue un susto.

–¿Un susto? El guardia nos pilló, ¡Qué vergüenza!.



Mientras iban andando en el carro, Clemente le acarició la mejilla.

–¿Todavía tienes ganas? Yo si.

–Ni creas que lo voy a hacer en la calle.

–Vamos a lugar más seguro

–¿Al hotel?

–No, al último sótano del  centro cmercial San Ignacio.

–Te fumaste el tubo de escape, ahí menos.

–Tranquila preciosa, confía en mi.



Llegaron al último sótano, habían pocos carros y estaba iluminado, pero no había nadie. Estacionaron en una esquina apartada.

–Mámalo de nuevo.

–Estoy nerviosa.

–Cálmate, házlo.

–Mientras Esperanza lamía y jugaba con el pene de Clemente, él iba quitándose la ropa. Esperanza se desabrochó el bluyín y se bajó las pantaletas.

–Quítate todo.

–No.

–Si, todo desnudita. –Clemente la besó y la acostó en en el asiento mientras sus dedos entraban y se movían en su vagina que ya estaba mojada. Uno, dos y hasta cuatro dedos introdujo por la abertura hasta que Esperanza no aguantó y comenzó a gritar de la excitación.

–Métemelo, anda métemelo.

–Ponte en cuatro.

–No, por el culo no, no, no.

–No preciosa, te lo voy a meter por esta cuquita. –Buscó el condón, se lo puso y comenzó a penetrarla.

–Ah, ah, ah, duele, duele, duele.

–Shhhh, aguanta que ya va a entrar todito. -Empujó completo y comenzó a moverse. Mientras la penetraba le metía el pulgar en el ano y eso la enloqueció.

Los vidrios del carro estaban empañados, sus cuerpos brillaban con el sudor, con cada roce se resbalaban uno con el otro.

Clemente la volteó y la acostó penetrándola de frente. Esperanza no paraba de gritar y gemir, su piel estaba erizada y enrrojecida, la cara de Clemente había cambiado, la veía con lujuria y Esperanza le pedía que no se detuviera.



Cuatro golpes en el vidrio y un par de linternas que atravesaban el espacio interno con su halo de luz detuvo la pasión de ambos. Esperanza gritó y se tapó el pecho con sus manos.

Dos vigilantes y dos policías los esperaban afuera. Al terminar de salir del carro medio vestidos una patrulla los esperaba detrás de ellos.

–Quedan detenidos por actos lascivos en la vía pública.

–¿Que vía pública si estamos en un sótano?

–Entren a la patrulla.



Esperanza no paró de llorar hasta que llegaron al módulo de la policia donde los sentaron en una salita para tomarle los datos y luego encerrarlos en una diminuta celda que afortunadamente no había nadie.



–<Alo>

–<Hola mamá, ¿dónde estás?>

–<Llegando a casa, ¿qué pasó , qué tienes, dónde estas?>

–<¿Estás con papá?>

–<No, no ha llegado>

–<Estoy detenida en el módulo de Chacao, estoy con Clemente, ven a sacarme por fa>

–<¿Que hiciste? ¿te hicieron algo? Voy para allá>.



–Después que salgamos de esto no quiero verte más nunca Clemente.

–Discúlpame preciosa, fue un evento desafortunado.

–¿Uno? Fueron dos y por lo mismo. ¡Te mato!.

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