La verdad oculta.
Horas de interrogatorio, juntos y por separado, habían
pasado casi 48 horas detenidos en la comisaría María Corina, Fabián y el
ayudante del Capitán.
María Corina no se había comunicado con Jesucristo, salvo
para decirle que estaba bien en el yate. Fabián se comunicó con su abogado
personal para que agilizara todo y lo sacara del problemón que lo metió su tío
o quien haya sido.
El que no agunató la presión fue el muchacho que terminó
confesando que la droga iba a Puerto Cabello, que el yate está a nombre de una
persona que es testaferro del tío de Fabián, pero que en realidad, por lo que
ha escuchado y visto esa droga le pertenece a Ernesto Silva –Pero creo que la
empresa de esos hermanos está involucrada pero eso no puedo afirmarlo, lo que
le he dicho es de cosas que he escuchado en conversaciones “secretas”– dijo
haciendo el gesto con los dedos.
Luego de tres días Fabian y María Corina estaban libres
aunque debían presentarse para cualquier averiguación.
El muchacho no le había comentado nada a su tío pero se
imaginaba que ya sabría algo pues la mercancía nunca llegó.
–¿Y usted que va a hacer ahora que sabe que su familia está
involucrada con el narcotráfico?
–No se mi amor, solo pensar que todo el dinero que tengo
puede provenir de ese negocio, me entra una rabia en el cuerpo e indignación y
no sé si mi papá también estaría metido en eso.
–Hola sobrino, ¿cómo estás? Que bueno que ya estás libre
para poder conversar.
–¿Cómo entraste aquí?
–Tengo llave, tú me la diste. Bella dama mi chofer la
llevará donde usted diga, necesito hablar a solas con mi sobrino.
Fabián le hizo un gesto a María Corina para que se fuera,
cogió su bolso y bajó.
–Tu padre sobrino, también estaba metido en el negocio.
–Explícame eso de que mi papá estaba metido en el
narcotráfico. Ahora que está muerto y no puede defenderse ¿le vas a echar
mierda?.
–Noooo sobrino, no, no, no. Tu papá nos planteó el negocio,
le dijimos que no, pero evaluamos los riesgos y nos decidimos a meternos de
lleno luego de sortear monopolios extranjeros, mafias y corrupción de gobiernos
que también quieren su tajada.
–Mi papá no estaba metido en eso.
–Si sobrino, todo lo que disfrutas ahora es gracias a la
droga, la empresa, los carros, yate, avionetas, todo. Tu padre levantó esto y
nosotros hicimos que creciera aún más.
–O sea que si mi padres estuvieran vivos seguirían metidos
en esto. Yo no puedo creer esto. Todo esto es una locura.
–No, a ver sobrino, luego que naciste tu padre quiso dejar
el negocio de la droga y dedicarse de manera “legal” en la empresa, pero de
este negocio no se sale sino muerto y eso fue lo que hicimos, matamos a tus
padres antes que derribara todo lo que construimos y que hoy por hoy es una mega empresa y
nosotros multimillonarios igual que tú. Lástima que te enteraste. Un estúpido
error de cálculo con un despacho pequeño nos delató. Pero tranquilo, tanto tú
como tu novia y nosotros estamos limpios, no hay nada que nos involucre.
El yate lo desaparecimos y las pruebas también.
Fabián se había quedado inmóvil procesando toda esa
retorcida información.
–Mi papá era tu hermano tio, ¿cómo pudiste?
–Tu papá era un socio más, con un contrato de sangre, en ese
momento los lazos familiares se acaban y él quiso salirse y lo ayudamos dándole
el empujón.
Fabián se puso a llorar. Ernesto se acercó para consolarlo.
–Tranquilo sobrino. ¿Te ha faltado algo? Lo tienes todo,
todo lo que te dejó tu padre es tuyo y nadie te lo va a quitar. Estás vivo
gracias a mi, tus tíos querían eliminarte a ti también, no los dejé.
–¿Debo agradecerte ese gesto?
–No hace falta hijo, porque tú eres un hijo para mi.
–Voy a denunciarlos, voy a
destapar esa olla podrida.
–Vamos a ver Fabián. ¿quién te va a creer? ¿quién crees que
controla a la policía en este país? ¿quién tiene el poder? ¿Tú crees que un
muchacho como tú, con mucho dinero sin contactos pueda tumbar todo este
imperio.
–Gente con menos poder que yo ha logrado cosas
impresionantes.
–Ay sobrino, sobrino, sobrino. –Lo abrazó y luego lo cogió
del cabello con fuerza. –Puedo acabar contigo ahora mismo y yo sigo con mi vida
tan tranqula como hasta ahora.
–¿Crees que tu vida es tranquila y llena de paz?
–Lo apretó con más fuerza. ¿Sabes que la empresa donde tu
novia madurita trabaja es nuestra? No los sabías verdad. Y tiene un hijo, muy
amigo tuyo y vive en un apartamento en el Marqués, piso 5. A ella le puede
pasar algo, un accidente, así como a tus padres. ¿Tú no quieres eso verdad?.
–Yo te tenía como un hombre trabajador, luchador,
comprometido con este país y eres una basura, un vulgar narcotraficante, me das
asco.
–En fin mi querido sobrino, sigue disfrutando como hasta
ahora de todo esto, de todo el dinero que ganas gracias a la empresa, tu carro,
ah tienes un yate en la marina, más pequeño que el que te presté pero equipado.
Toma las llaves y los papeles, te los dejo aquí.
–No quiero nada que venga de ti.
–Te puedo dejar sin un centavo a partir de mañana.
–Házlo, tengo suficiente dinero para trabajar por mi cuenta.
–Recuerda que todo ese dinero viene de la droga ¿ok? No lo
olvides, no voy a dejarte en la calle sobrino. Cuando quieras lleva a tu novia
a casa para conocerla. Está hermosa, quien sabe si me la llevo a la cama, así
sea a la fuerza.
–VETE DE AQUI, VETE, VETE, MISERABLE MALDITO, VETE.
Fabián comenzó a temblarle el cuerpo, no sabía que hacer.
Pero lo primero que haría sería cambiar de numero de celular y de la casa,
cambiar la cerradura para luego pensar en como desmontar el imperio que
construyó su padre y hermanos.
Se sentó en el sofá y estuvo ahí un buen rato con los ojos
cerrados y llorando pensando en sus padres que poco conoció pero que todo el
mundo le hablaba maravillas de ambos.
De un brinco abrió los ojos y se acordó de María Corina. La
llamó.
–<Hola mi amor. ¿cómo estás? Cómo llegaste?>
–<Hola,no he llegado a casa, estoy en casa de su tío, me
invitó a comer y ahora me van a llevar a casa, todos muy amables>
–<SAL DE ESA CASA MARIA, SAL DE AHI CUANTO ANTES, SAL DE
AHI>.
–<¿Qué pasa Fabián no lo comprendo?>
Ernesto le quitó el celular a María Corina.
–Mi sobrino está alterado, no le haga caso. Déjeme llevarla
a su casa para que llegue sana y salva.
Llegaron al edificio y uno de los escoltas la iba a acompañar
hasta la puerta del apartamento.
–Bella dama, está a buen resguardo. Y déjeme decirle que
usted esta muy hermosa, es deamasiada mujer para estar con ese niño que es mi
sobrino, es muy buena gente pero no la representa. Aquí tiene mi número por si
necesita algo o quiere salir a tomarse unas copas de vino con este servidor.
–Ay señor Silva, usted es un hombre casado. Yo estoy
comprometida con su sobrino y…
–Por mi mujer no se preocupe, más que esposa es mi socia en
los negocios. Piénselo y me llama.
–Disculpe señor Silva pero no, tome.
–Quédesela, a lo mejor la necesitará. Tom, acompaña a la
dama y asegúrate que llegue bien.
Ernesto se fue y María Corina subió con el escolta.
–Muchas gracias señor.
–A la orden, abra la puerta y cuando esté dentro de su casa
me iré.
–No hace falta.
–Hágalo.
Cuando abrió la puerta Tom la sujetó del brazo, María Corina
se asustó.
–No se asuste conmigo, de mi no tiene que tener miedo, pero
aléjese de ese hombre y de Fabián.
–¿Por qué usted me dice todo esto?
–Mi jefe es muy mala persona a pesar de lo filántropo que es.
Fabián es un buen chico, pero se metió donde no debía y le puede ir muy mal y a
usted también.
–No me asuste así por favor.
–Cuídese, adiós.
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