Esperanza
y sus dos maridos.
María Antonia llegó a la comisaría para
averiguar sobre su hija y Clemente.
Estaba avergonzada escuchando el motivo de
la detención.
–Tienen que pagar una multa de 50 Unidades
tributarias, van a pasar a la orden del Ministerio Público que determinará en
que para todo esto, pero hoy pernoctan aquí.
–Ay mamá, nooo, sácame de aquí porfa porfa.
–Para sacarte de aquí tengo que avisarle a
tu padre y no quieres eso ¿verdad? Que se entere lo que estabas haciendo. -Vio
a Clemente que bajó la mirada.
–Señora Linares mis disculpas, yo metí a su
hija en este problema, al salir de aquí le pagaré los gastos que acarree todo
esto.
María Antonia fue a una arepera a comprarle
comida a ambos para luego irse a casa, y, temprano, pagar la multa.
Al día siguiente, luego de las 10 de la
mañana, salían de la comisaría. Los buscó el chofer de la familia de Esperanza.
–No te voy a perdonar esto Clemente, no te
quiero volver a ver, esta raya no te la perdono. Todo por hacerte caso.
–Ay preciosa no me digas eso, no fue a
propósito, perdóname.
–Toma, recuerda que en un mes tenemos
presentación en el Tribunal. Como mi papá se entere me mata.
–Te llamo más tarde. Gracias por dejarme en
el centro comercial.
–Mejor no me llames, chao.
Luego de un mes, se presentaron en
Tribunales y el juez aceptó la multa que ya habían pagado por el caso, no hubo
más cargos pues aceptaron la culpa, pero ya tienen un expediente. Luego de ese
episodio no volvió a ver a Clemente.
Durante esas semanas Yovana ganaba terreno
en la vida de Esperanza, aunque todavía no habían tenido intimidad, salvo el
sexo oral, la relación pintaba bien. Pero Yovana no estaba dispuesta a seguir
esperando por Esperanza y quería finiquitar el tema de la cama.
–Yo creo que es tiempo es que pasemos una
noche juntas, quiero tenerte en mi cama y todo lo que conlleva eso. -Le dijo
Yovana a Esperanza.
Esperanza se puso nerviosa y la miró
sonriendo. Había evitado ese momento pero ya era imposible alargarlo más.
–Este viernes me quedo en tu casa, ya el
lunes comienzo la Universidad así que es una buena manera de cerrar con broche
de oro mis vacaciones.
–Me parece muy bien. -Le pasó la mano por
la mejilla, la chica se erizó.
–Quieres venir hoy a mi casa para que
conozcas a mis papás.
–Chica pero lo tuyo va en serio, yo
invitándote a mi cama para pasar a otro nivel y tú me lanzas algo así como
importantísimo.
–Lo
que quiero es cambiar de tema. Bueno claro, hay que dar este paso también
si lo que queremos es una relación formal.
–Wao, wao, wao, pero me está gustando eso,
o sea que quieres de verdad una relación conmigo.
–Bueno si, claro. -Esperanza no estaba muy
convencida aunque trataba de disimular, se sentía bien con Yovana pero su pene
la incomodaba, todavía no procesaba bien esa información. Quería convencerse
que estaba bien todo, le gusta Yovana, pero le estorba lo que le perteneció a
Juan Carlos.
Ya en la noche luego de cerrar la tienda, el
chofer de la mamá de Esperanza buscó a Yovana al centro comercial.
Estaba nerviosa, tanto por conocer a los
padres como el saber que los padres sabían que ella es transgénero.
Se saludaron todo de manera muy cordial,
amable. Jaime, el padre de Esperanza se quedó con Yovana a solas en la sala
mientras María Antonia y su hija terminaban de acomodar una bandeja con quesos.
–Ya tienen varias semanas saliendo, eso lo
sé por mi esposa. Te voy a ser honesto Yovana, a simple vista eres una mujer,
bella, no cabe duda, pero eres un hombre.
–Soy una mujer seño Linares.
–Déjame terminar. Tienes pene, te veo así
vestida, bella, maquillada y no puedo imaginar que debajo de toda ese
femeneidad que exudas haya un pene. Eso me saca de mis parámetros.
–Ahí está el problem señor Linares. Usted
está cerrado en el patrón hombre/mujer macho/hembra, matrimonio entre hombre y
mujer. Allá afuera hay una diversidad de personas que no se manejan dentro de
esos códigos normales que la sociedad por siglos ha tenido. Hay de todo, yo
formo parte de eso y su hija que está abierta a estas nuevas experiencias. Si,
soy mujer, me siento mujer y el pene no me define, lo tengo para satisfacer mis
deseos en el sexo, experimentar, lo uso o no lo uso, yo decido y su hija
decidió estar conmigo.
–He sido tolerante con el tema tengo 2
hijos de mi anterior matrimonio, una lesbiana y el otro gay y bueno ahora mi
hija que está contigo. Una pregunta Yovana ¿y si la dejas embarazada?
–Sería la mujer más feliz del mundo, yo
quiero ser madre.
–¿Y que piensas que va a decir la gente
cuando sepa que una mujer preñó a otra mujer? Dirán que es una abominación, que
están enfermas.
–Voy a ser clara con usted y me perdona lo
que le voy a decir, me vale madres lo que piense la gente, bastante
humillación, irrespeto y violencia recibo casi a diario porque mi cédula dice
Juan Carlos y yo soy Yovana, eso sin contar que no me puedo casar, o bueno si
pero como Juan Carlos.
Jaime se levantó del sofá y le hizo un
gesto a Yovana para que hiciera lo mismo. La abrazó.
–Yo solo quiero que mis hijos sean felices
y lo han conseguido y quiero que mi pequeñita también lo sea y si tú formas
parte de eso, estaré contento por ella.
–Gracias señor Linares.
–Con esto no quiere decir que esta
situación no me parezca algo bizarra, puede que suene retrógrado como dice mi
esposa, pero yo vengo de otra época.
–Con la bendición de usted me basta. Muchas
gracias por abrirme la puera de su casa.
La cena transcurrió animada, hasta Jaime
quería saber de la tienda donde trabaja Yovana, pues era de unos jóvenes emprendedores
y diseñadores y ella la encargada del local.
–Me dio gusto que vinieras.
–A mi más, tus papás son una nota. Sobre
todo tu mamá, demasiado abierta con cualquier tema.
–Ay, si supieras todo lo que ha vivido en
estos últimos 20 años la entenderías. Mi papá un poco cavernícila ¿no?
–Jajajaja, un poco, pero te quiere mucho,
te ama, el tema lo descoloca pero hay que saberlo llevar.
–Mi mamá lo tiene a monte con eso.
–Te deseo, quiero que llegue el viernes
para tenerte en mi cama. –Le dio un beso y se fue con el chofer.
Llegó el viernes, junto con un bolso con
ropa para el fin de semana. Esperanza estaba nerviosa, dejó su carro en el
puesto de estacionamiento que tiene el apartamento.
Subieron.
–Bienvenida.
–Gracias, ¿dónde pongo esto?
–En mi cuarto, vamos de una vez.
Entraron y el deseo incontrolable de Yovana
la activó desnudando a Esperanza que también estaba excitada. Se tumbaron en la
cama y comenzaron a besarse, sus bocas besaban sus pechos que ya delataban
calor y brillaban con el sudor.
Una mano bajó a la entrepierna de Esperanza
que sintió como los dedos hurgaban su
cavidad.
La
mano de Esperanza llegó al muslo de ella y tocó lo que hasta hoy había evitado
hacer. Su pene erecto, aunque no muy grande estaba rígido. La sensación la
desconcentró y soltó.
–Relájate, déjate llevar. -Yovana bajó y su
lengua recorrío cada espacio de la vulva, abría los labios y jugaba.
–¿Quieres mamarlo?
–No, no sé, ok. –Esperanza lo tomó entre
sus manos y lo llevó a su boca, miró a Yovana y volvió a salirse del juego que
estaba metida.
–No puedo.
–Tranquila, déjalo, acuéstate y relájate,
estás tensa.
Comenzó a besarla y lamer cada espacio de
piel que conseguía a su paso, volvió a su vagina y repitió, pero ya no
aguantaba más. Se puso un condón para penetrarla.
Esperanza no podía creer lo que veía. Una
mujer colocándose un condón en su pene donde debería ir una vagina.
Yovana se acostó sobre el cuerpo de
Esperanza que se notaba tenso. Intentó penetrarla pero perdió erección.
De nuevo verla masturbándose, fue un shock,
cerró los ojos, esta vez la penetró.
Simple, mecánico, moviéndose rítmicamente
pero sin mucha gracia, se besaban pero sin ganas por parte de Esperanza.
Intentaron cambiar de posición pero la
torpeza de ambas las desconcentraron. Volvió perder erección. La recuperó y
continuaron pero no cambiaron las cosas. Yovana se corrió y Esperanza quedó
acostada, con una seriedad pasmosa.
Yovana se levantó sabiendo del fracaso de
la primera vez, fue al baño, al salir se dirgió a la muchacha.
–¿Quieres agua, refresco o algo de comer?
–No, no, tengo sueño.
Se acostaron abrazadas sin decir palabra.
Al día siguiente Esperanza se había
levantado muy temprano y ya estaba bañada y vestida solo esperaba que se
levantar Yovana.
–Hola mi amor, ¿que haces ya vestida?
–Me voy a mi casa, no me siento bien.
–Mi amor, lo de anoche…sé que estabas
incómoda, no fue como me lo imaginé, ambas estábamos tensas, pero, vamos a
intentarlo de nuevo, esta noche.
–No, Yovana, quiero estar en mi casa y
pensar, necesito ordenar mis ideas, estoy estresada con la Universdad que
empieza el lunes, lo de anoche, me dejó con una extraña sensación. ¿Me abres?
–Si, disculpa lo malo ¿si? Hablamos más
tarde. -Le dio un beso en la mejilla.
Yovana regresó a su habitación. Se tumbó en
la cama mirando al techo corriéndole las lágrimas sin esfuerzo.
Esperanza estaba en la misma situación.
Entró a una estación de servicio a poner gasolina y apoyada en el volante
esperando a llenar el tanque, se puso a llorar. Terminó de llenar el tanque y se
estacionó en la tienda de coveniencia para comprarse un refresco.
Con una toallita se limpió la cara y salió.
Al entrar se consigue de frente a Clemente que queda gratamente sorprendido al
verla.
–Preciosa, ¿qué te pasa? Qué tienes?
Esperanza reventó a llorar de nuevo
abrazándose a él.
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