Una ¿gran?
noticia.
Fabián ya había tenido una conversación con
su amigo Jesuscristo, limaron asperezas, se contaron todo e hicieron las pases,
pero, el chico aún guardaba cierto recelo y evitaba ver a Fabián cada vez que
llegaba a su casa.
Cuando sabía que venía se ponía a jugar con
la cónsola o se encerraba en su habitación. Su amistad ya no fue la misma, pero
la relación con María Corina iba mejor que nunca.
María Corina pidió sus vacaciones para
poder arreglar los documentos de su difunto esposo, poner las cuentas al día y
reacomodar su vida.
–Quiero llevarte a la playa aunque sea una
semana para que te despejes, le iba a decir a Cristo pero empieza clases ya y
no creo que quisiera…ha cambiado mucho conmigo, a pesar de haber hablado aquella
vez, sigue con la rabia de que esté contigo.
–Dele tiempo, usted lo conoce, se le pasará
en algún momento. Lo de la palya me gusta mucho.
–No se hable más, mandaré a acondicionar el
yate para irnos ahí.
–¿Yate? No sabía que usted tenía un yate.
–Bueno es de la familia, no es mío, mío.
–Ok, bueno usted me dice para cuando y nos
vamos, yo estoy de vacaciones.
Estando en casa de María Corina, Fabián
interrumpió el juego de Jesucristo para hablar con él.
–Mira mariquito, deja la estupidez conmigo
y préstame atención.
–¿Qué, ahora quiere ser mi padrastro?
–No seas infantil, óyeme, tu mamá como
sabes está de vacaciones y me la voy a llevar una semana en el yate de mi
familia, quería que fueras con nosotros pero comienzas clases ya.
–Tampoco iba a ir, voy a estar yo ahí de
lamparita, no, y ustedes haciendo sus cosas y yo viendo a otro lado. Disfruten
su viaje, los veré al regreso.
–¿Vas a seguir bravo conmigo?
–Yo no estoy bravo con usted, quiero seguir
jugando.
–Mira, toma estos juegos, a ver si son
compatibles con tu versión.
–Gracias, déjelos ahí.
Tres días después María Corina estaba orgnizando
su bolso para llevarse algunas cosas que iba a necesitar para el viaje en yate;
protector solar, pareos, trajes de baño, sombreros, alguna ropa si es que iban
a algún sitio.
–¿Será que me llevo el celular? Me lo
llevo, uno nunca sabe.
Se puso a pensar que más llevarse. Se quedó
viendo la mesita donde tiene un portarretrato con la foto de Diógenes y una
vela encendida. Miraba pensativa, analizando lo que tenía que contarle a
Fabián.
El vidrio del portarretrato se quebró sin
caerse y una repentina brisa apagó la llama de la vela.
María Corina se asustó y una desagradable
sensación de desasosiego le invadió el cuerpo. Se acercó a la mesita a retirar
el portarretrato y se cortó, se metió el dedo en la boca mientras le quitaba el
vidrio para dejar la foto ahí puesta. Intentó encender la vela un par de veces
y no pudo, no insistió y se persignó.
Un mal presentimiento pasaba por su mente.
Pero sacudió la cabeza, terminó de acomodar el bolso y salió.
Muy temprano en la mañana pasaba Fabián a
buscar a su novia.
En el yate iban a estar el Capitán y un
ayudante, ambos compartirían un pequeño camarote y Fabián y María Corina el
matrimonial.
Ya en la Marina, se montaron en el yate, acomodaron
sus cosas y zarparon.
–Cuanto va a que de todo lo que metiste en
tu bolso, que es bastante por lo que veo, se te olvidó esto.
–¿Que es eso?
–Aaah, unas pastillitas para el mareo,
tómate esto ya.
María Corina se la tomó.
–Dios pero esto está equipado con todo.
Mire toda la comida que hay en la nevera y en esta despensa y en esta cava,
pero esto es increíble.
–Increíble estás tú y bella. Quiero hacerte
el amor.
–No, ya va, espere allá arriba está el
Capitán y el muchacho.
–Exacto, allá arriba, ellos no van a bajar
y menos meterse aquí en el cuarto. –Cerró al puerta con llave.
Fabián le quitó la blusa transparente que
cargaba, tomó el traje de baño por las copas y las bajó dejando al descubierto
sus pechos que tomó con sus manos y comenzó a lamerlos, chupando cada pezón
varias veces, fue bajando rozando sus labios y barbilla con el abdómen hasta
llegar a la licra y hacer lo mismo; quitársela y hacerle sexo oral ahí de pie.
Mientras su lengua jugaba con los labios,
sus dedos paseaban por sus nalgas que iba aprentando cuando su lengua entraba
sin avisar. Ella se estremecía, él lo hacía más rápido y más profundo. Se
detuvo y se puso de pie.
Frente a ella y con la boca mojada de sexo,
la besó para luego desvestirse y lanzarse a la cama y desatar esa ganas
acumuladas.
–No sabes como te deseo María, te amo, te
amo. –La penetró, ella cerró los ojos y echando su cabeza hacia atrás lanzó un
gemido que ahogó para también responderle.
–Usted es lo que necesitaba en mi vida, yo
también estoy enamorada de usted, aaaah esto es muy loco pero quiero volverme
loca con usted.
–¿Te gusta lo que estás sientiendo?
–Si.
–Siéntelo más, ahí. –La penetró con más
fuerza y más profundo, siguió moviéndose mientras se besaban, la movió
colocándola de lado y siguió penetrándola.
Fabián se acostó en la cama.
–Quiero que cabalgues, que disfrutes el
guevo tú solita, que lo lleves a tu ritmo, ten el control tú.
María Corina se sentó sobre él y llevó el
pene a su vagina para luego comenzar a moverse. Cada vez que bajaba apretaba
los músculos y con eso aprisionaba el pene de Fabián que abría los ojos cada
vez que sentía la presión en su miembro. María Corina gemía mientras se tocaba
el clítoris.
–Voy a acabar, voy a acabar. -Sonó un
fuerte trueno y eyaculó dentro de ella.
Ambos quedaron tumbados en la cama viendo
la pequeña lámpara del techo mientras escuchaban la lluvia caer.
Luego de unos minutos María Corina habló
mientras el yate se bamboleaba.
–Tengo algo que decirle Fabián.
–Dime mi amor. -La lluvia arreciaba y el
mar estaba picado, tenían que agarrarse.
–Tengo un retraso.
–¿Qué?
–FABIAN, FABIAN, FABIAN SUBEEEE
El muchacho subió a cubierta con la mente en
blanco y algo mareado y no por el movimiento del yate.
–¿Qué pasa?
–Tenemos que regresar o ir con la corriente
y despacio para superar esta tormenta.
–Haz lo que creas conveniente, yo confío en
ti. Deja que te ayude. -Le dijo al muchacho que estaba acomodando unas cuerdas
que se soltaron.
–Creo que se puso nervioso, pero yo lo
estoy más, debí comprarme la prueba de embarazo.
Una sacudida fuerte sacó de su pensamiento
a María Corina que debió cogerse de lo que pudo para no caerse.
Cuando apenas se reponía del susto del vaivén,
otro más fuerte llegó y se sentó.
En su vientre sintió como algo le bajaba,
una punzada y luego un suave dolor.
–Dios mio, me bajó la regla jajajaja pero
que oportuna es usted ¿oyo? ¿Cómo es que viene justo ahora?. No le voy a decir
nada a Fabián para ponerlo nervioso y a ver como reacciona.
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