Celos.
–Mira mijo desde que me detuvieron por tu culpa te has hecho
el guevón y no me has traído leche pal carajito ni pañales.
–Bueno mami ¿tú crees que es tan fácil?
–¿No tienes un contacto en un automercado? Y te coges a las
cajeras.
–¿Tú vas a seguir con ese calamar?
–Ya ni tiramos tu y yo
–Porque lo que quieres es quedate preñá, yo no voy a
alimentá otra boca, no seas tú tan arrecha, ponte a trabajá no joda.
–No hay pastillas y tu no quieres usar condones.
–¿Mami tú no has visto el piazo e verga que me gasto? No me
cabe esa vaina.
–Puras excusas. Anda pa’ la calle y búscame lo que te pedí,
es temprano. Y no vuelvas sin eso.
–Voy, voy.
–Cuando me den el
apatamento que se mude ella con los carajitos y yo me quedo aquí, que va, ese
mamón no me lo calo más. -Pensaba Yonaikel mientras se montaba en su moto
para buscar lo que le pidió su mujer.
Llegó a la línea de mototaxi donde trabaja Dixon.
–Epa Diablo, ¿qué más? ¿Y el Dixon?
–Debe estar por llegar fue a hacer una carrera pa’ Catia y
ya debe venir, ah mira ahí está.
–Ese bichitoooo, ¿que hubo? -Chocaron las manos y el puño.
–Diablo, quiero hablar contigo pero aqui no, en privado.
–Aaah vaaaaina ¿qué me vas a decir? Me vas a pedir que me
case contigo? Jejeje.
–Cállate la boca y ven pa’ca.
–¿Dónde conociste tú al Fernando, el del automecado?
–¿Quién? Aaaah el pana este, si, por el Grindr, estaba en la
calle, lo activé y él estaba en un restaurante frente a donde yo estaba y de
ahí nos fuimos pal hotel. ¿por qué, te lo quieres tirar?.
Yonaikel lo agarró por la chaqueta reflectiva y lo pegó
contra la pared.
–Mira guevón ese carajo me lo cojo yo desde hace bastante
tiempo ¿oyó? Así que usted se lo tiró fino, pero ya, ahí no repite, ese culo es
mío.
–Ah pero bueno y yo que carajo iba a saber que te lo pegabas
tú, ni que fuera adivino.
–Ya lo sabes becerro.
–Aaaay vale a ti como que te gusta el portu ese, ‘tas pasa’o
‘e marico tú.
Un golpe directo en la quijada llevó a Dixon al suelo.
–Te dije ya que ni te acerques al portu mi pana.
–¿Qué coño te pasa guevón? ni que fuera tu marido, ¿estás
celoso mamaguevo? Le dio un golpe a Yonaikel y se pusieron a pelear.
Cayeron al suelo.
–Ya te lo dije, no te acerques a Fernando, ese pana es caca
pa’ ti. Listo.
–Voy a tener que hablar con Jessica pa’ decirle que su
marido es marico.
Otro golpe en el pómulo.
–Tas advertido, me entero que te lo coges y te mando a
matar.
Yonaikel se montó en su moto y se fue.
Dixon con la mano en su cara aguantando el dolor se pone de
pie.
–A ese me lo vuelvo a coger cuando yo quiera. Ay Yonaikel
voy a contarle a tu mujercita.
Yonaikel llegó al automercado. La cola de gente llegaba a 3
cuadras. Vio a los Guardias y los saludó y entró.
–Epa belleza, el portu ¿está?
–Si mi amor pero está ocupado con….¡Hey no puesdes entrar!
Yonaikel entró a la oficina.
–Arranca.
–Yonaikel estoy hablando con la señorita.
–Que la señorita se vaya, vamos piérdete, mueve ese culo
mami.
–Sal Virginia, hablamos en la tarde, pero sigue igual todo
como antes por eso no te preocupes.
–Vamos, vamos, vamos, pírate.
–Yonaikel, te he dicho miles de veces que no puedes venir
aquí y entrar como Pedro por su casa.
–Es que yo no soy Pedro, yo soy Yonaikel y entro cuando me
de la gana. Bájate el pantalón.
–Ahora no puedo.
Yonaikel se le fue encima y le pasó el brazo por el cuello.
–Cooooño que te lo bajes te dije. –Le desabrochó el pantalón
y le bajó el interior. Lo acostó boca abajo
sobre el escritorio, de pie con el tronco en el mesón.
–¿A ti te gusta llevar guevo de macho? Ahora vas a saber lo que es eso.
Le abrió las nalgas y sin lubricante ni saliva lo penetró
metiendo apenas la cabeza.
–AAAuuu me duele, despacio. -Hablaba en voz baja aguantando
el fuerte dolor.
–Eso, que te duela pa que te acuerdes quien es el macho que
te coje. -Otro empujón y entró la mitad para luego volver a empujar y meter el
resto.
Fernando se aferró al mesón
apretando los ojos y los dientes con la cara enrrojecida. Yonaikel
seguía empujando moviendo el escritorio que rechinaba.
Unos cuantos empujones más y retiró su pene y se subió el pantalón. Fernando cayó al suelo
del dolor que sentía.
–¿Te duele? Que bien, pa’ que te acuerdes de mi por varios
días y cada vez que cagues sepas que fui yo el que te hizo daño. A mi también
me duele.
Esta tarde quiero pañales y leche fórmula pa’ 2 años, lo
vengo a buscar.
Salió y la secretaria vio a Yonaikel molesto.
–¿Pasó algo? No me digas que golpeaste al jefe? Se
escucharon ruidos
–Si, le di un pela, nos vemos mami.
Se montó en la moto y se puso a llorar.
-¿Y yo por qué me
tengo que poné así no joda?, ah pues llorando como una jeva. ¿Cómo me va a
gustar ese portu, yo soy un macho carajo. Frenó la moto.
Fernando se puso de pie sintiendo una punzada atrás y le
costaba levantarse.
–Aaah, le gusto, le gusto a Yonaikel, está enamorado. Pero
que manera de demostrarlo coño que dolor. –Buscó una pomada en el baño.
–Yonaikel ¿otra vez aquí? ¿Vas a rematarlo?
–Dile que estoy aquí pa entrar.
–¿En serio? ¿No vas a entrar de una?
–Mami, llámalo.
–<<Señor Gouveia, Yonaikel está aquí, pregunta si
puede pasar>> Pasa.
Yonaikel entró.
–Ni se te ocurra agarrarme de nuevo.
Yonaikel se le acercó y le dio un beso en la boca. Fernando
le recorrió un calor por la espalda. Sentía como la lengua del motorizado
invadía su boca y le gustó esa sensación.
–Se separó de Fernando.
–Mueres callao con esto becerro. Yo no te he besado nunca
¿oistes? Esta tarde vengo por lo que te dije.
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