Ya no sé que hacer.
Clemente la invitó a un café y una torta para conversar.
–Yo voy a pedir mis vacaciones, ¿quieres que nos vayamos
para la playa una semana y te despejes?
–No puedo, ya tengo universidad, imposible irme ahora.
–Te secuestro todo un fin de semana.
–Clemente todo esto va más allá de un simple escape a la playa.
Me gustan 2 personas.
–¿Que pasó con Yovana?
–Nada.
–Cuéntame, tranquila.
–Estuve con ella y fue un desastre, intentamos hacerlo
y yo me corté toda, al verla desnuda y
verle el…pene, se me cruzaron los cables y se me bajó el suiche.
–Vaya…que chimbo eso. ¿pero lo hablaste con ella? Lo que
pasó.
–No, soy un estúpida, me iba a quedar en su habitación y al
día siguiente me fui.
–Mal hecho preciosa, tienes que hablarlo, sincerarte con
ella y decirle lo que sientes, lo que te incomoda.
–Ella me gusta mucho, pero tú también, ¿puedo pedir otro con
leche?
–Si claro preciosa, pero si quieres nos vamos a tomar algo
más fuerte.
–¿Alcohol? ¿para que? ¿Para acostarte conmigo?
–Preciosa no necesito emborracharte para eso, además no lo
haría contigo sin tu consentimiento y sin plenas facultades. Simplemente quiero
que tomemos porque eso te deshinibe y conversas con fluidez y hablamos
relajados.
–Te confieso que quiero estar de nuevo contigo, pero lo de
la otra vez me molestó muchísimo.
–Lo sé y te pido disculpas nuevamente. Ya le pagué a tu
madre todo.
–Gracias, ella me dijo.
Esperanza le hizo caso y se fueron a El León, un restaurante
al aire libre, que, aparte de comer, la gente se reúne a tomar cerveza y
conversar por horas. Irían a tomar cervezas, pero primero dejaron el carro de
Esperanza en su casa y luego él la llevaría.
Clemente le habló de sus relaciones fallidas, unas más
largas que otras, lo dejaban, la constante: él se aburría y cuando se acostaba
con otras se los decía y terminaba la relación, con la última lo aburrió todo
de ella.
–Pero contigo no sé, te veo y quiero estar contigo y hacerte
el amor, inventar cosas, veo una llamada tuya y siento las mariposas en el estómago,
así de cursi me pones.
–jajajajaja para mi todo esto es nuevo, en bachillerato tuve
noviecitos pero no pasábamos de unos besos y la relación duraba hasta el
próximo examen, estupideces de chamitos. Pero ahora, se me vino una abalancha
de sentimientos encontrados, experimentando cosas que no había sentido y me
tienen con la cabeza hinchada.
–Ya te dije habla con ella, luego analiza la situación y que
es lo que quieres, escucha tu conciencia y toma una decisión.
–¿Y si me gustan los dos y quiero estar con los dos?
–Yo le echo bola, no sé ella.
–Eres un loco.
–Quiero hecerte el amor ahora.
Se fueron a un hotel.
–Quítame la ropa hasta que veas mi guevo y lo mamas.
Esperanza lo hizo y comenzó a hacerle sexo oral. Un pene
rígido algo más grande que el de Yovana y grueso. Solo sentirlo en su boca hizo
que su entrepierna se mojara.
–¿Quieres que te lo meta por el culo?
Mientras mamaba lo vio a los ojos sorprendida y retiró el
pene de la boca. –Eso duele mucho ¿no? eso dicen.
–Lo haré con mucho cuidado preciosa, quiero que lo
disfrutes. Solo si quieres.
–Esta bien.
–Móntate en la cama y ponte en 4. –Clemente buscó el pote de
lubricante y comenzó a embadurnar su ano, jugando con sus dedos en la zona para
ir dilatando, usaba el pulgar para ir abriendo y lo metía despacio, luego hacía
lo mismo con los otros hasta lograr meter 2 más.
–No aprietes, relaja, suelta, suelta, ponte flojita y va a ser
más fácil.
Esperanza dejó la tensión y se acostó manteniendo su trasero
en alto. Clemente se puso el condón y lo llenó de lubricante.
Poco a poco iba introduciendo su pene, se fijaba en la chica
ver sino ponía cara de dolor o apretaba las sábanas, cuando lo hacía él se
detenía y la acariciaba las nalgas. Muy despacio la fue penetrando hasta que
entró completamente.
–¿Estas bien? ¿te gusta? ¿Estás cómoda?
–Si, dale, despacio pero dale.
Comenzó a moverse lentamente pero a medida que pasaban los
segundos incrementaba la velocidad y la fuerza hasta sentirla gemir de placer y
ahí llevó su mano a su vulva y comenzó a moverla y meter los dedos. Esperanza
se estaba volviendo loca; penetrada por detrás y por delante los dedos de
Clemente.
Orgasmos iban y venían, lubricando más que nunca y Clemente
empujaba cada vez más duro, el golpeteo de la piel y el sudor creaban un sonido
que excitaba a Esperanza que no se quejaba de lo fuerte que se movía el
muchacho.
Clemente la tomó con fuerza por las caderas y se corrió
pegando un grito para luego caer sobre ella.
Unos minutos acostados en la cama y Esperanza se levantó
para ducharse. Entró al baño.
Unos segundos más tarde, suena el celular de Esperanza y era
Yovana, Clemente atiende.
–<Hola>
–<Hola, ¿quién es>
–Clemente.
–¿Estas con
Esperanza?
–Si
–¿Estás en su casa?
-Estoy en un hotel Yovana.
–Eres un sucio Clemente, después del mal rato que le hiciste
pasar la otra vez y la vuelves a engatusar.
–No Yovana, yo quiero a Esperanza. -Miraba al baño y
escuchaba si la ducha seguía sonando –Pero aprovecho las oportunidades, no
quiero joderte, es más, Esperanza está confundida y no te ha querido dar la cara, le dije que
lo hiciera, que sea honesta.
–Si, pero te la coges tú, imbécil.
–Yovana, vamos a vernos y conversar, ahora no puedo, pero
tenemos que apoyar a Esperanza, estamos más cerca de ser un triángulo amoroso que
esperar que ella escoja a uno de los dos.
–Esta bien, luego hablamos.
–Mañana te llamo a la tienda, chao.
Dejó el celular en su sitio.
–Ay me hacia falta una ducha caliente, disculpa la demora.
–Tranquila, descansé, así que podemos empezar el segundo
round.
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