martes, 26 de octubre de 2021

Huevis revueltos. 273

 


Se fueron a celebrar a un restaurante Castro, Agustín y Jaime. Pidieron una botella de whisky.

Los primeros tragos se bebieron entre anécdotas de lo que había ocurrido, del juicio y que pasó el día que Naya, grabó el acto sexual.
Escuchando lo que contaba Castro de lo que  se acordaba de esa grabación, Agustín se le hizo un nudo en la garganta. Ya la segunda botella iba por la mitad. Se hizo el silencio en la mesa.
–Voy a llamar a Oto para que celebre con nosotros.
–Me voy a divorciar de Oto. -Castro se bebe todo lo que queda en su vaso y sirve otros tres tragos.
–Jaime pero...
–Tin...ya no tengo sexo con él, yo me acosté con tu oncólogo y lo hice con un vecino...de pasivo, me dejé penetrar y me ha gustado.
–¿Oto sabe de eso? 
–Oto sabe de eso y sí, Tin, Oto ha tenido sexo con otra gente.
–¿Y sabe que querías acostarte conmigo? -Agustín ve a Castro.
–No, no lo sabe. -Bebió un buen sorbo. –Pero sigo con ganas que Castro algún día me coja, perdón que te lo diga así, crudamente, pero es así. -Castro vuelve a beber.
–Voy al baño. -Dice Agustín llevándose el celular.
Entra al baño y llama a Oto.
–Marico, vente al restaurante Bogavante, estamos con Jaime y se puso hablar de su relación.
–¿Y que quieres que haga? 
–Coño que vengas y hablen, marico, me dijiste que no le habías montado cachos a Jaime...marico soy tu hermano. -Silencio
–No quería que supieras lo mal que estamos sabiendo tus rollos con Castro y no querer casarte.
–Que bobo eres Oto, de verdad...vente por fa. -Salió del baño y Castro estaba al lado de Jaime abrazándolo mientras el abogado lloraba.
–Ya Jaime, no te pongas así.
–Es que yo amo a Oto, lo amo y no quiero perderlo.
–Entonces hablen y busquen una solución con un especialista o un psiquiatra. -Agustín se sentó y bebió.
–Vamos a pedir algo más para picar, señor, traiga una tortilla y unas aceitunas.
–¿Quieren otra botella? -Agustín vio a Castro y a Jaime.
–Si, trae otra, más hielo y otro vaso.
10 minutos después llegaba Oto que hablaba con el de la entrada explicando que buscaba a unos amigos. Llegó a la mesa y vio a Castro riendo con Jaime.
–Yo lo veo muy contento.
–Te voy a servir un trago para que estés entonado y hablen. -Oto se acercó a Jaime y le dio un beso en la boca y saludó a Castro.

Castro se acercó al oído de Agustín. Vamos a dejar a estos dos solos un rato, mientras te reviento ese culo. Me duele el guevo de lo prensado que lo tengo.
–¿Hablar con Jaime te excitó? ¿Te lo quieres tirar? -Castro cogió a Agustín del brazo levantándolo de la silla haciendo que esta se cayera, lo sacó del restaurante.
–¿Adónde vamos?
–Coño a un hotel, no te voy a coger de nuevo en un baño, está cerca de aquí.

–¿Y esta encerreona?
–Para que hablemos. Les dije que nos íbamos a divorciar.
–No le dijiste la verdad entonces.
–No...Oto yo quiero estar contigo...te amo. Hace unas semanas estuve a punto de acostarme con...Castro...y terminé con otro.
–No me cuentes más mierdas de esas Jaime...no estamos juntos pero tampoco quiero saber con quien te acuestas.
–Soy pasivo con ellos...el guevo no se me para, así que doy culo. Sirve dos tragos, quiero volverme mierda esta noche.

–Una habitación -Castro besaba a Agustin frente a la caja.
–La identificación de ambos. -Castro entregó los documentos y suguió besando al chico.
–Son 10 dólares, cuatro horas ¿Efectivo o tarjeta? -Castro estaba de mal humor por la interrupción, sacó el billete y se lo dio. De nuevo besaba a Agustín.
–Tome, la llave y sus documentos. Es en planta baja. -Tomó la llave y se fueron a la habitacion.
–¿Cuatro horas no es mucho? -Castro escucho eso y su cara enrrojeció y le dio una cachetada a Agustín.
–¿Coño que te pasa, por que coño me pegas? Lo digo por Jaime en el restaurante
–¿Tú me haces esa pregunta a mi? Disculpame. -Agustín comenzó a empujarlo hasta tumbarlo en la cama y comenzó a desvestirlo.
–No se te ocurra volverme a pegar en tu vida. -Le bajó el interior, el enorme pene le golpeó en la cara y comenzó a mamarlo. Castro alzó a Agustin y lo tumbó en la cama boca abajo. Se montó sobre el chico y comenzó a penetrarlo sin preámbulo. Los gritos de Agustin se escuchaban en el pasillo. Las camareras se acercaron a la puerta. 
–Aguanta flaco que tu macho te coge. -La enorme humanidad de Castro estaba sobre Agustín, sus caderas se alzaban sacando el pene y volvía a meterlo. Le metió el brazo por el pecho, lo alzo y se pusieron de pie. El pene dentro del chico, Castro lo movió hasta la pared y comenzó a empujar. De nuevo los gritos, ahora se escuchaban más nítidos pues estaban cerca.
–Lo estan matando, ese hombre debe tener un pipi enorme, que gritos pega.

Jaime y Oto hablaban, una cuarta  botella estaba sobre la mesa. –Coño...lo que faltaba...
–¿Qué pasó?
–Está entrando Gabriel, el oncólogo de Tin.
–El que te tiraste.
–Si... Está con un chamito.
–Un noviecito.

Castro estaba empujando, cerraba los ojos intentando no venirse, pero... –COÑO DE LA MADRE, COÑO DE LA MADRE. -Castro sacó el pene y el semen caía en el piso. Comenzó a dar golpes en la pared.
–ESTA VAINA ES TU CULPA, POR ESTAR HABLANDO PENDEJADAS. -Más golpes a la pared, su puño impactó en el espejo haciéndolo añicos.
–BUENO YA CASTRO, CALMA, ¿VAS A DESTROZAR EL CUARTO.
–Si no es el cuarto es a ti.
–¿QUE CARAJO TE PASA? ESAS VAINAS PASAN CASTRO, ACOSTÚMBRATE.
Castro apretó los puños. –Salte del cuarto Agustín y déjame solo.
–Castro no entiendo porqué te pones así.
–Sal del cuarto flaco, no quiero hacerte daño, estoy de muy mal humor y eres la persona que amo SAL DEL CUARTO.
-Agustin cogió su ropa, abrió la puerta y no había nadie, se vistió en el pasillo mientras escuchaba los golpes que daba Castro.

Dos camareras se acercaron a Agustín.
–¿Su novio lo golpeó? Podemos llamar a la policía.
–No, no, tranquilas no pasó nada...no pasa nada. -Cinco minutos después no se escuchaba nada, las camareras detrás del chico estaban a la expectativa. Se abre la puerta, aparece Castro con la toalla en la cadera desafiando la tirantez, ambas camareras se toman de la mano, dando unos pasos hacia atras.
–Entra flaco
–Dios mio, este hombre va a matar a este niño. No tienes porque entrar, podemos llamar a la policía. -Castro sale y se acerca a Agustín mirando a las camareras. 
–Ustedes se mueven de ahí y esos delantales se los pongo de pantaleta. Entra flaco. -Agustín entró.
Castro abrazó a Agustín y así estuvieron  unos minutos. Se separaron, le puso la mano en la nuca y besó apasionadamente al chico.
–Necesito ayuda para saber que me pasa y controlar la ira, no quiero llegar a la violencia y hacerte daño, Si hoy te hubiera hecho daño me quito la vida, no me lo hubiera perdonado, eres lo que más amo en esta vida.
–Yo estoy contigo amor y te voy a ayudar. ¿Ya estás más tranquilo?
–No, necesito un trago.
–Castro...
–Tengo que pagar el espejo y el cuadro.

Salieron del hotel, luego de una hora resolviendo lo de los destrozos.
–Espero que sigan allá.
–A lo mejor se fueron a tirar.

Pasan por un puesto de perros calientes.
–Señor deme un perro por favor, tengo hambre, no como desde hace dias, por favor, uno solo.
–Chamo, dale dos perros a la chama y un refresco, yo lo pago.
–Gracias...la chica voltea a ver a Castro y se impresiona. –CASTRO.-Agustin ve a la chica y ve a Castro.
–Naya...¿Qué haces aquí y así? ¿Que tienes?
Comenzó a llorar y se abrazó al enorme hombre. –Prepare los perros y me los llevo.
–¿Esta es la chama que...? -Castro movió la cabeza y le hizo un gesto a Agustín que no dijera nada.
Naya se comía los perros mientras caminaban al restaurante.
–Toma, entra y paga la cuenta y diles que estamos aquí, yo me quedo con Naya.
Agustín entró. –¿Qué te pasó? ¿Por qué andas en la calle así, tu mamá anda angustiada.
–Inventé lo de la violación...yo...yo lo grabé.
–Tranquila, ya todo eso se supo, el juicio se canceló.
–Estoy embarazada...de ti...eso sí es verdad, no miento con eso...intenté...me fui a un barrio a hacerme un aborto pero no pude hacerlo y...me fui...pero...unos malandros me secuestraron y...me...cinco...cinco tipos me violaron...pude escapar...
–Ya, tranquila...te voy a ayudar...vamos a atrapar a esos malnacidos. -Regresaba Agustín, en su mano tenía un papel.
–Estos carajos de fueron y dejaron esta nota.
<Nos fuimos con Gabriel y su noviecito para tener sexo y ser felices los cuatro>
–Esta vaina se descontroló.

Naya se levantó de la acera vio a Castro y se desplomó en el piso.






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