lunes, 11 de octubre de 2021

Huevos revueltos. 262

 


–Marica, ¿Cuál me llevo?.

–Yo que sé, agarra las tres cajas y le preguntamos a la farmaceuta. Marica, ¿De verdad vas a dejar que el mastodonte ese vaya preso? El tipo no te violó.
–¡Cállate! Ya no puedo hacer nada, la vaina se torció cuando apareció mi mamá, fue lo primero que se me ocurrió...y ahora, si estoy embarazada, me muero.
–El tipo te tendrá que dar plata para mantener al bebé ¿No? 
–Noooo, esto tiene que salir negativo... si estoy embarazada me tienes que ayudar a abortar
–¿Estás loca?
–Leí por internet unas técnicas caseras para abortar. Buenas, disculpe, ¿Cuál de estas tres es más efectiva?
–La más efectiva es el examen de sangre, pero llévate este, es más costoso pero es el mejorcito.
–Gracias, ay marica ¿me ayudas a pagarlo?

Naya y su amiga pagaron en efectivo y se fueron de la farmacia.
–Vamos a tu casa, mi mamá está allá y no quiero que se entere.
–Ay marica en mi casa está la mía y debe estar por llegar mi papá.
–Me meto en el baño y guardo el empaque pero necesito estar con alguien para ver el resultado, por fa por fa, anda marica, vamos a tu casa.
–Vamos a este McDonalds mejor y lo vemos, igual estamos juntas y lo vemos de una vez.

Entraron al baño y Naya se metió en uno de los cubículos, su amiga esperaba detrás de la puerta.
–¿Listo?
–Ya va marica, que esto es incomodísimo. -Unos segundos después, la chica toca la puerta y a Naya abre.
–Marica, estoy preñada...mira...
–Ay Dios mio...¿Qué vas a hacer?
–No sé, no sé...el juicio es en unos dias, no sé si decirle a mi mamá y soltarlo ahí. -Se escucha la descarga de la poceta de al lado y sale una mujer de unos 30 años.
–Tengo una persona que realiza abortos, yo me he hecho tres con él. Cobra barato...¿Eres menor de edad?
–Si...16
–Te va a cobrar más por ser menor, pero lo hace.
–¿Dónde queda?
–Ese es el punto, queda en un barrio. La Caleta.
–¿Cómo llego, tienes la dirección?
–Naya ¿Tú estás loca? Ese barrio es peligroso.
–Más peligroso es que nazca este niño.
–Tienes que llegar al barrio y preguntar por el Misionero. Te van a llevar donde está él. Te va a decir lo que va a hacer.
–¿Es un narco o qué? ¿Por qué tanto protocolo?
–Ahi va mucha gente, gente de plata, pero tranquila, tiene tarifas para gente de bajos recursos.
–¿Cuánto te cobró a ti?
–100 dólares.
–¿100 dólares? ¿Te mete un gancho o qué? ¡Eso está baratísimo!
–¿Barato? Marica, yo no tengo ni 20 dólares.
-La mujer abrió su cartera y sacó un billete de 50. –Toma, trata de conseguir otros 50 y vas, le dices que te manda Yovanna.
–Así, más nada, le das 50 dólares sin conocerla y te vas.
La mujer volvió a abrir la cartera y sacó otro billete. –Eres una criatura, no mereces estar embarazada.
–Se la violó un animal, el novio de su mamá. Va a juicio en unos días.
–¿Quieren que las lleve donde el misionero?
–¿Tú quién eres? ¿Por qué tanta amabilidad?
–Soy la mujer de un ministro, está casado y quiere tener hijos. Yo no quiero tener hijos.
–Disculpa que te lo diga pero eres bien gafa, con un hijo le sacas dinero de por vida a ese hombre.
–Ya tengo todo el dinero que necesito. Odio los niños.
–Ok, llévame, salgo de eso de una vez. ¿Nos vamos?
–No marica...yo no te voy a acompañar a eso.
–¿Por qué, me vas a dejar sola?
–Te vas a ir a un sitio que no sabes donde es a practicarte un aborto que puede ser fatal, y ademas en un barrio. Y 100 dólares. Eso huele a peligro por todos lados marica.
–Me va a llevar ella.
–La conoces de un baño donde estaba orinando.
–Si no me quieres acompañar vete. Yo lo hago.
–No lo hagas.
–Vete de aqui marica, si no me vas a apoyar, lárgate, eso si, quédate muda.

Naya se fue con Yovanna en su camioneta. A su amiga la dejaron en el metro. –¡Quédate callada, no me vayas a joder!
–La que te vas a joder eres tú, no lo hagas...-La camioneta arrancó dejando a la chica frente a la estación.

Castro se levantó muy temprano, desde que salió de la cama su enorme pene no se bajaba, ni siquiera cuando orinó. Se duchó, preparó el desayuno y aún así su pene seguía erecto. Saber que iba a encontrarse con Agustín, lo tenía entusiasmado. En la cocina abrió las puertas de las gavetas, sacó las botellas y las vació.
–No me puedo ir con este guevo parado...tengo que pajearme. -Se puso frente al espejo y comenzó a masturbarse mientras pellizcaba sus tetillas. Su cara se ponía roja y tensa mientras se daba con rapidez.
Comenzo a gritar, cada vez más fuerte hasta que el primer chorro golpeó contra el espejo y luego vinieron cuatro más. Su pene comenzó a perder rigidez. Se limpió, se vistió y se fue.

Llamó al celular de Agustín.
–Flaco, estoy aquí abajo, te espero para llevarte al trabajo-
–Coño Castro, no son ni las ocho, me estoy despertando-
–Yo subo entonces y me preparo un café-
–Ay Castro, ¿Quién te dijo que me buscaras vale? Dale, sube.
Castro tocó el timbre y Jacinto le abrió la puerta.
–Jacintoooo, pero ahora como que vives aqui vale.
–Hola Castro, trabajo aqui, pasa.
–Que importa si vives aqui o te acuestas con mi suegro. -Abrazó a Jacinto. –Que viva el amor. -Le dio un beso en la boca. –Voy a montar café, ¿Puedo?
–Si...claro.
–Voy a saludar primero a Hector.
–Espera, espera que está...desnudo. -Castro entró y se consiguió a Hector completamente desnudo tumbado en la cama.
–Coño Castro, toca la puerta. Negro, ¿No le dijiste?
–Si Hector pero él se fue de una.
–Tranquilo suegro, yo se como es todo, ustedes son pareja, estaban tirando, les corté la nota.
–Si...la verdad. ¿Qué haces aquí?
–Creo que ya hice las pases con tu hijo.
–Ya era hora carajo, estuvo a punto de salir con su doctor. Tal vez tiraron.
–No me digas esas vainas suegro, eso me arrecha.
–Caretabla como dicen los chamos, deja el descaro.

Castro regresó a la cocina y montó la cafetera. Agustín se terminaba de arreglar cuando vio en su mesita de noche, se sonrió y recogió todo lo que estaba ahí y lo metió en el bolsillo del pantalón. Salió.
–¿Nos vamos?
–Ay flaco monté una cafetera.
–Desayunamos en alguna cafetería. Jacinto avísame que necesitas para compralo y traerlo esta tarde o te lo mando por delivery.
–Dale, déjame chequear. Sino salgo y lo compro tranquilo.

En el ascensor, ambos estaban seperados.
–Tu papá y Jacinto van de frente ¿No?
–Creo que es solo sexo y compañía.
–¿Necesitan algo más?
–Bueno. Te toca buscarme en la tarde, a menos que me vaya en mi carro.
–No señor, yo te llevo y te traigo.
Ya en el carro, escuchaban la radio, uno de los programas matutinos. Agustín le bajó el volumen y le acaricio la nuca a Castro. –Estás contento carajo yo todavía tengo el culo jodido.
–Deja de acariciarme el cuello flaco,, mira como me pones. -El pene de Castro se había  despertado y tenía un bulto entre las piernas.
–¿Por qué no te dejas de estupideces y regresas a mi apartamento, tu papá está bien cuidado y tú ya estás bien, además yo te cuido.
–Mira, estaciónate ahí y vamos a esa cafetería.

Entraron y Castro le dijo a Agustín que buscara una mesa mientras él compraba los desayunos. Frente a la vitrina un chico en el mostrador se ofreció a ayudarlo. –Déjame decidir y te aviso.
–Ok, me dice y pasa por caja, luego yo se lo llevo. -El chico bajó la mirada y le vio el enorme bulto que se le marcaba a Castro. Le hizo señas a un compañero para que lo viera. Agustín observaba la escena. Castro concentrado en lo que iba a pedir. Pagó, le dieron su hablador con el número y el chico iría a llevarle el pedido.
–Hay dos carajitos que te morbosearon el rolo e guevo que se te ve con ese pantalón.
–Flaco, por favor, no empieces con tus paranoias y celos, vamos bien, creo yo que vamos bien.
–Tranquilo, solo te comento, me hizo gracia como los dos chamitos se hacian señas para verte el guevo.
–Señor, su pedido. -El chico colocaba las cosas en la mesa mirándole el pantalón a Castro.
–Cuidado se te cae el café mirando donde no tienes que mirar.
–Disculpe, buen provecho.
–Flaco, ¿Por qué eres asi? Es un niñito, debe tener 20 años.
–Como te gustan, bien carajitos, flaquitos y desvalidos para partirlos en dos.
–Flaco, yo pensé que hoy sería el inicio de nuestra nueva etapa juntos....pero ya veo que sigues enfrascado en vainas del pasado.
–Voy al baño...¡quédate aquí!

Agustín se encerró y apoyó las manos en el lavamanos mirando al espejo.
–¿La vas a volver a cagar? ¿Quieres volver con Castro o seguir amargado? -Se bajó el cierre y fue al urinario.

Comieron y hablaron ambos de sus trabajos y lo nuevo que venía.
–Buenas noticias que se sigan expandiendo por el país.
–Si, ha sido duro pero ha valido la pena. Y mis acciones han aumentado en cantidad y en precio. 
–Estaba bueno todo, no había venido para acá.
–Yo si, vine con...-Agustín se detuvo.
–Dilo, con tu noviecito,  tu médico. ¿Te lo tiraste?
–Me hablas de celos y mira como te pones. Te dije la otra vez que no tuvimos sexo, solo besos.
–Cuando vayas a la consulta voy contigo, ni de vaina...-Agustín lo vio a los ojos y Castro no siguió hablando. Metió su mano en el bolsillo, la apoyó en la mesa y la deslizó hacia Castro.
–¿Qué haces? -Agustín levantó la mano y a Castro se le aceleró el corazón, se levantó de la silla y se fue al sofa. Puso sus manos en las mejillas de Agustín y le dio un beso apasionado. Metió su lengua, Agustín se estremecía.
–Te amo flaco, te amo, te juro que no la cago más, voy a ser el hombre perfecto para ti.
–No quiero que seas perfecto, solo quiero que seas el hombre con el que quiero compartir mi vida. Me quiero casar contigo. -De nuevo el beso, Castro abrazó a Agustín hasta tenerlo aprosionado en su pecho. Se acercó el gerente del local.
–Disculpen señores les voy a pedir que mantengan una conducta adecuada dentro del local, hay niños y otras personas, sus actos pueden herir suceptibilidades.
Castro se puso de pie y el gerente dio dos pasos hacia atrás.
–¿Tú me quieres decir que yo no puedo besar a mi esposo en esta cafetería porque puedo herir susceptibilidades?
–Castro, cálmate, no te molestes, vámonos.
–¿Ese mismo discurcito barato se lo dices a las parejas hetero? ¿O ES QUE COMO SOMOS DOS HOMBRES NO PODEMOS BESARNOS PORQUE ESO ES DE MARICOS?
–La actitud de ustedes puede incomodar a nuestro clientes.
–Yo soy cliente y me incomodas tú.
–Les voy a pedir que se retiren.
–Ah y me vas a echar también, ok, nos vamos, Flaco, levántate. -Agustin estaba sorprendido que Castro no hizo nada, pero su sorpresa duró poco. Castro le dio un golpe seco al gerente tumbándolo al piso. Las cámaras de varios celulares y del local habían captado todo. Se fueron sin que nadie los detuviera, más bien el aplauso fue masivo en el local.

–Castro te pasaste, capaz y lo mataste.
–¿Que voy a estar matando yo. Que se aguante el golpe y aprenda. Coño vino a joderme la felicidad que cargo.
El hombre que amo quiere casarse conmigo y ese bolsa vino a joder el momento.

Te vienes a mi casa esta noche. No voy a discutirlo.




1 comentario: