viernes, 11 de febrero de 2022

Pasticho hormonal. Capítulo 10

 


Luego de la reunión en la productora, David pasó por los talleres, habló con Jacinto que aún trabajaba a veces en la administración de uno de los talleres y de ahí se fue a ver a su papá a la clínica que justamente hoy le darían de alta luego de la grave puñalada que le dio su exesposa.

Entra a la habitación y Gabriel, el oncólogo de Agustín, estaba sentado hablando con José David.
–Hola
–Hola David.
–David, no tenías que venir, te necesito en los talleres, Gabriel me va ayudar.
–Papá, casi te mueres, estuviste en coma ¿y quieres que no me preocupe por ti?
–Ok...mañana te vas al taller, ayúdenme para ir al baño, ya de pie puedo ir solo.
José David se quedó con Gabriel.
–Todavía sigue en pie lo de la productora, no terminaste el casting pero les gustaste y ahora tenemos nuevos jefes van a contratar a más gente.
–No chamín, yo no voy a meterme en eso. Por algo pasan las cosas, se interrumpió el casting y nos fuimos.
–¿Tienes miedo que te ponga a tirar con el hijo de tu novio? -Le dijo David muy cerca de los labios de Gabriel, poniéndole la mano en el abdomen.
–Tú eres una vaina carajito. Tu papá está en el baño.
–Voy a ver a mi mamá y regreso.
–Espera. -Gabriel lo detuvo por el brazo.
–¿Quieres probarme, en esa cama?
–Chamo, ¿Tú solo piensas en sexo?.
–No...también en mis talleres mecánicos y como puedo montar una orgía entre bujías y grasas. -Gabriel se sonrió.
–No se trata de sexo, es tu mamá.
–David abrió los ojos angustiado. –¿Que le pasó? ¿Se puso mal, murió?.
–Se escapó. Se fue de la clínica.
–¿Quééé? ¿Cuándo?
–Anoche.
–¿Y me vienen a decir ahora? -José David sale del baño.
–David, no te dijimos nada para no mortificarte. Ya la policía la está buscando. -Sonó el celular de José David. Era el coronel Ernesto.

Unas horas antes...

Berta había escapado de la clínica en complicidad con un camillero que le facilitó un uniforme y la ayudó a salir por los pasillos internos de la  clínica. Todo a cambio de tener sexo. Huyó con un bisturí.

–Tribunal Supremo de Justicia, aqui está el desgraciado. -Berta entra a los tribunales y va a recepción
–Buenas tardes, estoy buscando al fiscal Rubén Gómez.
La mujer entró a la computadora para revisar. –Ay señorita el fiscal está montado en un caso fuera de la ciudad desde temprano. ¿Usted tenía cita con él?
–Si, ¿será que lo puedo esperar?
–Deme su nombre para verificar su estatus y reagendarla.
–Es que necesito verlo señorita, es urgente.
–Señorita ya le dije que el fiscal está fuera de la ciudad, miré, tiene suerte, ahí viene entrando. -Berta volteó a verlo, entraba con dos escoltas, da media vuelta y camina hacia él con la mano en el bolsillo.
–¡Berta! -Los escoltas se ponen alerta pero Rubén los detiene. –¿Qué haces aquí? ¿Tu no estabas en el...?
–Te extrañaba. -Lo abrazó, sacó el bisturí y lo clavó varias veces en la espalda  a la altura del riñón, el hombre se echa hacia atrás trastabillando.
–¡Muere maldito! -Los escoltas desenfundaron sus armas y dispararon contra Berta. La gente corrió gritando, algunos se tumbaron al suelo. Rubén caía por las escaleras, desangrándose. Lo cargaron llevándoselo en un carro. En el camino el fiscal fallecía.

–Lo estoy llamando para informarle que su esposa falleció luego de agredir a un fiscal dentro de los Tribunales-
–No puede ser...¿Qué coño me está diciendo?
–Asesinó al fiscal con un bisturí y la gente de seguridad del fiscal...abrió fuego contra ella- José David colgó la llamada y se sentó en la butaca.
–¿¿Qué pasó papá, qué pasó??
–Tú mamá mató al fiscal ese que tuvo algo con ella...y a ella le dispararon.
–Mierda, mierda, mierda ¿Y está muerta?
–No sé...no quise hablar más...Cómo coño hablo con mis hijos.
David llamó a Ernesto a su celular, Raúl le había dado el número cuando se vieron en la productora.
–Buenos días coronel, le habla David, el hijo de José David, mi papá colgó la llamada. Cuénteme que pasó.
Ernesto le volvió a contar lo ocurrido, luego le dijo que a los minutos su madre, Berta habia fallecido antes de que se la llevaran a la clínica. Le pidió que algún familiar fuera a la morgue para los trámites y reconocer el cadaver. David se ofreció.
Gabriel se encargaría de José David que estaba descompuesto luego de la noticia.

David firmó unos documentos, reconoció el cadaver y tenía que esperar la autopsia para luego poder llevarse el cuerpo para el entierro, que sería al día siguiente.
Ya tarde en la noche David regresa a la morgue donde aún estaba Ernesto atendiendo otros casos.
–Debes estar cansado. Vete a casa, esto pudiste traerlo ya mañana temprano.
–No, quiero salir de esto, venir a buscar el cuerpo y enterrarlo.
–¿Te vas a tu casa?
–La verdad no tengo ganas. Mi papá está con su novio, mis hermanos... No estoy de humor.
–¿Tienes novia, novio?
–A ver, si...bueno, a lo mejor lo conoces, es fiscal. Lisandro Vásquez.
–Coño...si, lo conozco.
–Tú cara lo dijo todo. Lo sé, es un bicho, pero lo necesito de aliado en estos momentos. No me interesa pasar la noche con él, de hecho no le he dicho nada de mi mamá...a lo mejor lo sabe pero no me ha llamado. -Vio su celular. -Ah coño si me escribió.
–Chamo, lo de los Tribunales, el asesinato, ¿Es tu mamá? Llámame.- Esto fue hace tres horas. ¿Me voy a un hotel, hay alguna pocilga aquí cerca?.
–Te puedo llevar a uno que conozco, es un tiradero.
–¿Me vas a llevar a un tiradero?
–Bueno, para que duermas.
–¿Y puedes quedarte conmigo?
–¿A dormir?  Yo estoy casado, tengo que ir a mi casa.
–Eso no le dijiste a mi amigo Raúl cuando te lo tiraste.
–Pero bueno...¿Que clase de juventud se está levantando que van contando lo que hacen y chismeándose todo?
–No te molestes con él, me contó que tiró con alguien y yo le insistí que me contara.
–Yo te doy la dirección y tú te hospedas ahí.
–Yo no tengo cuca, pero tengo un culo cerradito y aguantador.
–No me puedo quedar a dormir.
–Tiramos y te vas. -Ernesto se pasó las manos por el cabello. Cogió sus llaves y el arma. 
–Vamos en tu carro. Yo dejo aqui el de la policía.
–¿Tienes condones?
–No. 
–Vamos a una farmacia, no puedo tirar sin condón.
–Me parece bien, aunque yo no suelo usarlo.
–Mal hecho, tienes esposa.
–Si voy a tirar contigo te agradezco que no hablemos de mi esposa.
–A mi tampoco me interesa, ¿Cruzo aqui?
–Si, y derecho, la entrada está a la derecha.
David entró al hotel y estacionó. 
–Chamo, ¿Crees que puedas pagar el hotel tu? Apenas cobre yo te devuelvo el dinero.

–Tranquilo,  concéntrate en darme una buena cogida. Yo me encargo de pagar.




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