lunes, 28 de febrero de 2022

Pasticho hormonal. Capítulo 21

 


DISPARA...DISPARA...DISPARA. -Gilberto le gritaba a Juan Carlos, el nuevo nombre y nueva vida de Ignacio, mientras disparaba a un auto en movimiento. –JUAN CARLOS MUÉVETE, CORRE MIENTRAS ESTÁ EN MARCHA CARAJO.

Juan Carlos se detuvo. –¿Qué pasó? Por qué paraste? -Le hizo señas al conductor para que se detuviera.
–No me acostumbro a que me digas Juan Carlos. -Gilberto le dio un fuerte manotón.
–Ignacio murió, entiéndelo. ¿Cómo quieres que te diga? ¿Papi? ¿Mi cielo?.
–No estaría mal...-Otro manotón y lo puso a disparar ahora corriendo detrás del objetivo en movimiento.
Media hora después, ambos se disparaban con armas de paintball a ver quien daba más en los blancos del cuerpo, todo ese proceso fue en movimiento, corriendo y escondiéndose. Juan Carlos terminó con pintura en todos los puntos objetivos. Tumbado en el suelo del cansancio. Su respiración estaba agitada.
–No hemos terminado.
–Coño papi, déjame descansar.
–¡Que te levantes! -Le dio una patada en un costado haciendo que se retorciera.
–Marico, ¿Tú te acuerdas que yo soy tu jefe?
–La Patrona me dijo que fuera implacable contigo, que te quiere entrenado. ¡Párate! -Lo levantó tomándolo de la mano. Juan Carlos se levantó quejándose del dolor.
–Vamos a practicar la puntería en el sitio.
–Marico, me duele todo pero tengo ganas de que me cojas, estoy quesúo.
–¿Tu no has entendido? Mientras la Patrona esté en el país solo ella tendrá sexo contigo, si se va, me encargo yo.
–Que correcto eres, ¿Me vas a decir que no quieres cogerme -Un fuerte golpe en la cara. Juan Carlo se puso la mano donde recibió el golpe, vio a Gilberto y le dio un beso en la boca. A lo lejos, los dos escoltas que vinieron a apoyar el entrenamiento, los veían.
–Tú estás buscando que uno de ellos me mate si la Patrona da la orden.
–Le hago el amor y le digo que no lo haga. Dile a estos dos que se vayan y me coges, vamos a un hotel.
–Tu entrenamiento no ha terminado Juan Carlos.
–Dime Nacho, estamos solos. Mañana lo recuperamos, anda vale, quiero hacer el amor contigo. -Gilberto le hizo señas a los escoltas para que se fueran, pero uno de ellos caminaba hacia él.
–La Patrona dijo que no los dejáramos ni a sol ni a sombra.
–Yo luego cuadro contigo. Tienen dos horas de recreo y de ahi se van a la casona.
–¿Estás seguro? -Gilberto sacó dos billetes de 100 dolares.
–Con esto se distraen por dos horas. Mudos.
–Somos responsables de ustedes dos.
–Soy el esposo de Carmen, así que si pasa algo, yo los salvo, hablo con ella. Pueden irse, mañana seguimos con las prácticas.
–¿Ustedes saben que están jugando con fuego haciendo lo que quieren hacer?
–Sabemos donde nos estamos metiendo, yo me hago responsable. Después cuadro contigo.

Gilberto visiblemente molesto dejó ir a los escoltas y comenzó a recoger todo. Hablándole fuerte le dijo a Juan Carlos que se apurara.

Se montaron en la camioneta y Juan Carlos le tocaba el muslo, lo acariciaba y deslizaba la mano por la parte interna. –Naaacho, deja la vaina.
–Me excita cuando me dices Nacho. Te lo quiero mamar ahorita y me des culo. -Gilberto frenó la camioneta y se desabrochó el pantalón.
–Lo vas a mamar hasta que lleguemos al hotel y no te voy a dar culo. -Sacó el pene ya erecto y lubricando y Juan Carlos se agachó lamiendo el glande húmedo, se introducía todo el pene en la boca y tocaba los testículos, Gilberto le empujaba la cabeza para que se metiera todo el pene.
La saliva se derramaba sobre el pene de Gilberto mientras Juan Carlos tosía al ahogarse, tragándose el miembro.
–¿No querías mamar? -Juan Carlos intentó levantarse pero Gilberto lo volvió a bajar para que siguiera. –Llegamos, levántate. -Entraron al hotel y Gilberto le pidió la tarjeta de crédito. 
–¿Tengo que pagar yo?
–De bolas, tú eres el que quiere llevar guebo. -Entregó la tarjeta. –¿Tienen cerveza?
–Si, la pide en el barcito antes de las cabañas o se la pueden llevar a la habitación
–No, yo las busco.
Gilberto se bajó de la camioneta y con la tarjeta de Juan Carlos compró cuatro cervezas. Entraron a la habitación y Juan Carlos le bajó el pantalón, se agachó y comenzó a mamarle el pene. Gilberto se quitó la chemise. –Quítame los zapatos y el pantalón. Juan Carlos lo miró mientras mamaba y se lo sacó de la boca.
–Te recuerdo que yo soy tu jefe. -Gilberto le dio una cachetada.
–Cállate y mama. -Juan Carlos se rió y siguió mamando moviendo su lengua rapido por todo el pene mientras Gilberto suspiraba. –Coño mariquito mamas guevo divino.
–No sé disparar, pero mamar guevo soy experto.
–Serás un experto disparando, ponte en cuatro que te voy a reventar el culo. Mientras Juan Carlos se desvestia para montarse en la cama, Gilberto buscaba el lubricante y abría una cerveza. Le dio la botella a Juan Carlos para que se la sostuviera mientras le echaba lubricante al culo y a su guevo.
Comenzó a penetrarlo.
–Despacito papá, que estoy cerrado.
–SHHHH, deja la mariquera que ya te he cogido antes, dame la cerveza. -La sostenia con una mano mientras iba penetrando a Juan Carlos, el glande ya estaba dentro, el muchacho aguantaba y Gilberto seguía penetrándolo. Bebió un sorbo mientras sus caderas golpeaban en las nalgas de Juan Carlos que no paraba de gemir. Volvía a beber y eructaba. –Ya lo tienes todo adentro. -Se bebió la cerveza y lanzó la botella al sofá, le apretó las nalgas al chico  y comenzó a moverse más duro. Juan Carlos gritaba. Gilberto se detuvo y le dio una nalgada y se acercó para besarlo. El muchacho aprovechó  para sacarse el pene y se dio la vuelta.
–Ahora quiero cogerte a ti.
–No...eso no va a pasar.
–Coño, anda, te lo meto suavecito.
–No me gusta.
–Pero compláceme, quiero cogerte, ponte, anda vale. -A regañadientes Gilberto se montó en la cama. –¿Quieres sentarte sobre el guevo? Asi tienes el control y te veo.
Gilberto le hizo caso, se puso lubricante y se puso sobre Juan Carlos y en cuclillas sosteniendo el pene, poco a poco lo metia pero apretaba los dientes. –No intentes metertelo de una, relájate y deja que vaya entrando...eso, así, tranquilo, no hay prisa. Cuando ya lo tenía adentro, aguantaba el dolor pero no se relajaba a pesar que Juan Carlos le insistía que se pusiera flojo. –Ponte en cuatro que ya estás dilatado. -Gilberto se puso en la cama, Juan Carlos comenzó a penetrarlo.
–Coño, coño, coño, suave pana, suaaave. -Juan Carlos lo penetró por completo y comenzó a moverse provocando los gritos de Gilberto. Pero no aguanto y se echó hacia a delante sacándose el pene. –Ya marico.

Se masturbaron, se ducharon y se fueron. Llegaron a la Casona, al bajarse de la camioneta, iban riéndose, Juan Carlos le dio un empujón por el brazo. –Sabes que te gustó, te quejabas pero te gustó, deja que la proxima vez te dilate el culo con mi lengua.
–Jajajajajaja deja la vaina. -Miró hacia adelante y vio a los escoltas.
–¿Qué coño hacen aquí? Se supone que llegaríamos al mismo tiempo.
–Pasen y hablen con la Patrona.

Juan Carlos entró le dio un beso en la boca a su esposa, entró Gilberto.
–No sé que pasó en las prácticas, pero los escoltas tenían que llegar con ustedes, como esto vuelva a ocurrir, tu hermano va a sufrir las consecuencias porque lo vas a matar tu. Amor te quiero presentar a tu nuevo chofer, quiero que Gilberto sea tu escolta y lo demás que ya sabemos. Jorge, pasa. -Juan Carlos se quedó petrificado al ver a su ex con cara de terror. Se puso pálido.
–Es el ex de Ignacio, ¿Te acuerdas?
–Pero él es Ignacio. -Gilberto sacó el arma y apuntó a Jorge.
–Ignacio murió chofer, él es Juan Carlos.
–¿Que significa esto Carmen?
–Necesitamos gente de confianza, yo
los dejo para que tú amor que eres el jefe y dueño de esto coordines con él ¿Ok?

Ella me amenzaó con matar a mis padres si no aceptaba. Estoy aqui bajo amenaza...
–Jorge...no.
–Jorge se muere hoy Juan Carlos, no te encariñes.

Ignacio estaba frío del susto y se sentó en el sofá.






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