martes, 15 de febrero de 2022

Pasticho hormonal. Capítulo 12

 


Ya con Ignacio recuperado, Gilberto lo lleva a un polígono de tiro para enseñarlo a disparar. Un lugar apartado de la Casona pero cerca.

–Abre las piernas y sujeta el arma con las dos manos, así, el ojo en la mira, sujeta con las dos manos, se te va a ir el brazo hacia atrás.
–¿Marico tengo que hacer todo esto para disparar? Me van a matar. -Ignacio baja el arma. –Es más, para que coño quiero una arma, tengo escoltas, yo no voy a matar a nadie. -Gilberto le da una fuerte cachetada. –Estás metido en esto y tienes que aprender todo, todo, luego iré metiéndote en el negocio. La Patrona quiere que aprendas, eres su esposo y ella necesita...-Se detuvo.
–¿Necesita qué?
–Nada, ponte como te dije.
–¿Que necesita, Gilberto? -Hubo un silencio y Gilberto apuntó al objetivo y le dio en el centro.
–¿Me vas a decir o te vas a hacer el loco disparando? -Ignacio le dio un empujón por el hombro y el hombre lo apuntó con el arma.
–Baja eso Gilberto, yo soy también tu jefe, dime que dijo Carmen.
–La Patrona necesita dejar a alguien frente a la organización. Ella tiene amenazas de muerte latentes o la matan o la meten presa y la deportan.
–Yo, ¿El dueño de toda esta mierda?
–Eso no va a ser ahora, no te alegres.
–No me estoy alegrando.
–Ponte en posición.

Ignacio disparaba sin darle ni siquiera de cerca al blanco. Se pusiera como se pusiera no conseguía atinar. Gilberto ya estaba algo molesto por la actitud de Ignacio, que agarraba un berrinche y gritaba y lanzaba la pistola a la grama.
–Coño...a ver, mira, miraaaaa aquí carajo. Ponte asi, coges el arma, apuntas, cierra un ojo miras por el otro, enfoca y disparas. -Gilberto le dio a una paloma que pasaba.
–Marico acabas de matar a una paloma.
–He matado a decenas de tipos, ¿Crees que me va a importar una puta paloma?
Ignacio cogió el arma y apuntó, Gilberto detrás de él pegado a su espalda le sujetaba los brazos.
–No te me pegues así que me voy a poner cachúo.
–Deja la mariquera y concéntrate. -Apuntó. -Ok, ¿estás viendo el blanco? ¿Lo ves entre las ranuras?
–Si.
–¡DISPARA!
–¡Cóño! SI, SI, SI, NO JODA, POR FIN, ¡vamos otra vez!
–Ahora tú solo. -Ignacio volvió a harcerlo y dio en el blanco, siguió avanzando, aunque no todas le daba en el centro, en casi todas le dio al objetivo. Siguió disparando una y otra vez. Estaba emocionado y quería dispararle a todo.
–Mira, una iguana, a ver si le das entre tanto verde, apunta y mátala.
–No la voy a matar.
–Apunta Nacho y dispara. -Ignacio estaba acelerado y su pene estaba erecto y lubricando, disparar lo había excitado. –Pronto estarás en esa encrucijada viendo a dos tipos que viene a matarte, son ellos o tú. La iguana viene a darte un latigazo, antes que lo haga dispara primero, apunta DISPARA. -El animal rebotó en la grama quedando tendido ahí.
Luego de tres horas practicando, Ignacio quería seguir, el haber matado a la iguana le alborotó la adrenalina.
–¿Estás prensao? ¿Que, te excitó disparar? -Ignacio bajó la mirada y se vio el pantalón abultado y con una pequeña mancha.
–Tengo ganas de masturbarme o mejor aún, mámalo y me sacas la leche.
–Nos tenemos que ir, hay que pasar por Fuerte Angostura.
–Anda vale, igual me voy a hacer la paja.
–Háztela, yo te espero. -El muchacho se pegó a un muro de tierra que tenía algo de grama y dándole la espalda a Gilberto, comenzó a masturbarse, en la otra mano cargaba el arma que no la soltaba.
Dos escoltas que estaban con ellos un poco más apartados, Gilberto les dijo con señas que se fueran. 
Se acercó a Ignacio y se agachó.
–¿Sigo yo? -Ignacio lo vio y se sonrió deteniendo su mano, dejó que Gilberto hiciera el resto. Comenzó a mamarlo introduciendo todo el pene en su boca, le jalaba los testículos mientras tragaba todo el pene dejándolo bañado en saliva. Movió rápido su cabeza succionando el pene, Ignacio apretaba los dientes cerrando los ojos mientras su mano hacía presión en la cabeza del Sicario.
–Ahí voy, ahí voy, ahí voy. -Ignacio intentó sacar el pene de la boca de Gilberto pero este se aferró a las caderas e introdujo todo el pene en su boca esperando el semen para tragarlo completo. Retiró el pene, limpió con su boca las últimas gotas que estaban en el glande y se puso de pie. Lo besó poniéndole una mano en la nuca, se separó y le dio una cachetada con el dorso de la mano.
–Esto solo debe pasar si la Patrona está de viaje, esa fueron sus condiciones. Y no me gusta despachar a los escoltas porque son chismosos, cuentan todo. No vieron nada pero dirán que algo pasó. ¿Estás entendiendo cómo es el asunto?
–¿Y para eso tienes que pegarme?
–Nos tenemos que ir a buscar municiones. -Gilberto se montó en la camioneta e Ignacio también pero en el asiento de atrás. Se puso la capucha. –Quítate la capucha y ponte de copiloto.
–¿En serio? ¿Me estás jodiendo? Marico, me acabas de dar un manotón...
–¿Te quieres pasar para delante y callarte? coño. -Ignacio se cambió de puesto y arrancaron en la camioneta.

–Ven acá, ven, ponte a mi lado. -Aunque los asientos estan separados, ignacio se acercó lo más que pudo y se acostó en las piernas de Gilberto que comenzó a acariciarle el cabello.
–Es increible que tú, siendo un matón que quien sabe cuantos muertos cargues encima, seas tierno y cariñoso.
–También tengo un corazoncito.
–¿Y yo te gusto?
–¿Tú que crees?
–Si Carmen te ordena matarme, ¿Lo harías?
–Sin dudarlo. Me escoñeto por dentro pero lo hago, eso representa un buen bono en billetes verdes.
–Vaya...ya se a que atenerme.
–¿Y por que crees que Carmen querría matarte?
–Aaaay, esto si es una sorpresa...Caaaarmen, primera vez que escucho su nombre en tu boca.
–No seas pendejo Nacho, responde.
–Coño...no sé, estoy con una dura del narcotráfico. Cuando la conocí se veía tan pendejita...-Gilberto pisó el freno violentamente, Ignacio se golpeó con el volante.
–¡Coño!, ¿ahora te vas a arrechar porque le dije a tu Patrona pendejita?
–No, carajo...creo que ahí está mi hermano.
–¿Tu hermano? -Igancio se sienta pasándose  la mano donde se golpeó. –¿Qué hermano? Mierda ese es Renato, ¿Que coño hace Renato desnudo? Carajo verdad que Renato es tu hermano.
–Lo tengo que buscar, no está bien.
–¿Te reconocerá?
–Ve tú, a ti te cogió a lo mejor se acuerda.
–¿Yo? ¿y si se pone violento? 
–Llevate esto, se lo pones en cualquier parte y la piel lo absorbe.
–¿Burundanga? Marico y como lo traigo drogado? ¿Tu viste la mole que es?
–Te hará caso. No se va a desmayar, caminará contigo.

Ignacio se baja de la camioneta y camina hacia Renato que esta buscando cosas en la basura. –Que asco por Dios. Y está asqueroso y desnudo. ¡Renato! -El corpulento hombre voltea, el enorme pene de Renato que cuelga, se bambolea de una lado al otro, Ignacio fija su mirada ahí. –Coño de su madre, que guevazo. Renato. -Se acerca más. Renato lo ve y sonríe.
–Nacho. -Se acerca a él y lo abraza y luego lo besa en la boca.
Dios que mal huele este pana...¡Que asco! -Se separa de Renato aguantando las ganas de vomitar. –¿Te quieres venir conmigo? Hay una persona que quiere verte.
–Yo me voy contigo, quiero cogerte. Tengo tiempo que no me cojo un culito.
–Entonces vamos, esa camioneta negra nos va a llevar. -Renato se sube a la camioneta y ve a Gilberto que se voltea.
–Hola hermanito.
–Gilberto...pensé que estabas muerto.
–El que parece que está muerto eres tú. Estás inmundo. ¿Por qué estás desnudo?.
–Se me apareció Octavio mientras oficiaba mi primera misa.
–¿Quién es ese?
–Un ser de luz.







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