viernes, 4 de febrero de 2022

Pasticho hormonal. Capítulo 5


–Esto me pasa por pensar con la entrepierna. -Ernesto salía del baño.
 
Agustín se acercaba al enorme hombre que le daba la espalda. Le tocó el hombro diciendo el nombre de su ahora exnovio. El hombre se voltea y ve a Agustín que el corazón le latía rapidamente.
–Disculpe. -El hombre le sonríe a Agustín. –Lo confundí.
–No te confundiste, me llamo Castro, pero yo no te conozco. A Agustín le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo apretándole la mano y diciéndole su nombre.
–Disculpen, voy a conversar con este joven, ya regreso.
Ernesto miraba a lo lejos la escena, se sorprendió del parecido físico de Castro con este hombre. –Con este carajo no voy a ningún lado. Se va con este sin conocerlo.

Comenzaba la hora loca y varios de los invitados como los novios ya estaban lo bastante bebidos para disfrutar como nunca el clásico de las bodas. La otra parte de los invitados que estaban sentados, se levantaron y se unieron al grupo que ya estaba en la enorme pista. 
Lentes, sombreros, antifaces, collares luminosos se repartieron lanzándolos por los aires. Globos transparentes atravesaban el salón. Guillermo y Victoria brincaban y se besaban, comienzan a bailar.
–Hoy quiero que me cojas bien cogida esposo mio.
–Con la pea que cargo no se si pueda mi amor, te daré con los dedos. -Volvieron a besarse.
–Tranquilo, yo me encargo que se te ponga dura. -Le apretó el pene.
–Te me estás poniendo bien puta y me gusta.
–¿Quieres que sea bien perra?
–Muy.
–¡QUE COMIENCEN LOS NOVIOOOOS! -Gritó uno de los invitados para que dieran inicio a los retos.

Castro y Agustín, en medio del alboroto, bebían y se besaban.
–No me has dicho quien es Castro, el que buscabas.
–¿Es importante para ti saberlo?
–No...es curiosidad. Lo que me importa de ti es meterte en la cama y darte una buena cogida.
–¿Ah si? Cuéntame ¿Y tienes que quedarte en la fiesta hasta el final?
–No...llegué solo y puede que me vaya acompañado. ¿Tú?
–Vine con alguien.
–Con el novio.
–Si...y no...estamos saliendo.
–Coño ¿y vas a dejarlo aqui y te vas conmigo?
–Hablo con él.
–Eres un poco puta.
–¿Tú eres soltero?
–Casado, mujer e hija.
–¡También tú eres bisexual!
–Tu noviecito lo es.
–Y Castro, mi ex, era casado y tiene una niña también. -Castro lo tomó de la nuca y le plantó un beso en la boca metiéndole la lengua. –Termínate el trago y nos vamos a un hotel.
–Vamos a mi apartamento pero déjame decirle a Ernesto.
Agustín, borracho, buscó a Ernesto.
–Mira como estás.
–Borracho, mira me voy al apartamento.
–Dale, me despido y nos vamos.
–No, yo me voy, me voy con Castro.
–¿Tan borracho estás que ves a ese tipo como Castro?.
–Se llama Castro, me voy con él, vamos al apartamento.
–Agustín, yo tengo que ir a tu apartamento a cambiarme para ir a mi casa.
–Te dejo las puertas abiertas.
–O sea, ¿tú vas a tirar con ese tipo que apenas conoces? Y a mi que me parta un rayo.
–Te coges a tu mujer. -Ernesto respiró hondo y cerró los ojos para no golpear al chico.
–Ok, Agustín, vete, yo veo como hago. Después de esto no vas a saber de mi.
–Yo estoy con mi Castro y es lo único que me importa.
–Si por lo del...baño Agustín, si, fue un estupidez, perdón.
–Me voy Ernesto, te dejo la puerta abierta.

-Tengo que advertirte algo. –Le decía mientras lo besaba fuera del salón.
–¿Que será?
–Tengo un vergón enorme, hay carajos que lo ven y no quieren hacer nada, te lo muestro para que lo veas de una vez. Miró hacia ambos lado de la calle, desabrochó el pantalón y sacó el enorme pene. Agustín lo vio y se rió.
–¿Te da risa?
–Este guevo es exacto al de mi ex Castro, maricoooo. Tranquilo que esa vaina me entra completica.

Mientras terminaba la hora loca, Guillermo le dice a su esposa, Victoria, que se va a cambiar el traje.
–Termino este reto y yo también me cambio. ¿Es la habitacion de arriba a la izquierda?.
–Si. -Guillermo le dio un beso en la boca y se fue. Mientras iba a la habitación se consigue a Gonzalo que hablaba con una chica.
–Permiso, disculpa. Por fa acompáñame a cambiarme.
–Hablamos ahora. -Le dio un beso en la mejilla a la chica. –¿Qué quieres, que te desvista?
–Si pendejo, vamos a tirar en mi boda.
–¡Que morbo! Yo le mamé el guevo a un invitado. -Entraron a la habitación y Gonzalo le dio un beso en la boca.
–Y me vas a besar luego de mamarte un guevo de quien sabe quien.
–Deja la mariquera eso fue hace rato, llevo ya como tres whikies, ya la boca está desinfectada.
–Pendejo. -Guillermo se quitaba la ropa, Gonzalo hacía lo mismo. –¿Qué haces, te vas a cambiar, trajiste ropa?
–Lo que traje fueron las ganas de que me cojas ahora mismo. -Volvió a besarlo y se agachó a mamarle el pene.
–Aqui no Gonzo...aqui no. -Gonzalo lo miró a los ojos y se levantó.
–Aquí si. -Lo empujó en la cama llena de ropa. Se montó sobre Guillermo, se puso de cuclillas justo debajo de sus caderas, tomó el pene y fue introduciéndolo.
Te voy a dejar seco para que no tengas ganas de cogerte a la golfa de tu esposa.
–Deja de hablar así de MI MUJER.
–No te hagas el ofendido que tienes la verga bien tiesa...Aaauuu. -El pene entró por completo. Comenzó a moverse. Sus caderas iban hacia adelante y hacia atrás. Gonzalo se agachó y besó a Guillermo.
–Esto es un locura. 
–Si...y como te gusta. -Gonzalo se movía hasta que Guillermo lo tomó de sus caderas y comenzó a mover las de él provocando los gritos de su amigo.
La puerta se abre suavemente. A pesar de la música en la sala de fiestas, no se escuchaba mucho y ambos muchachos estaban concentrados en lo suyo sin percatarse que alguien los veía.
Francisco, el suegro de Guillermo, se quedó en la puerta viendo la escena de sexo. Tenía una sensación entre  rabia y morbo. Perfectamente veía como el pene entraba y salía del culo del muchacho que tuvo sexo con él hace unos horas. Su pene comenzó a moverse entre sus piernas. En su mente se imaginaba teniendo sexo con su yerno pero la imagen  de su hija se apareció y lo hizo reaccionar. Salió de la habitación cerrando lentamente.
Se quedó de pie pensando. Su pene erecto no lo dejaba ver con claridad lo delicado del asunto y qué hacer o decirle a su hija. Pasó sus manos por la cara y fue a buscar un trago.
–Francisco. Tienes una cara de que algo te ha pasado.
–Gustavo, no estoy para tus comentarios.
–¿Y mi hermano?
–Tu hermano...tu hermano. Por ahí supe que tuviste algo con mi hija, que todavía te gusta.
–Vaya...los chismes corren. Eso fue hace mucho, Guillermo ni sabe de eso. Seguro te contó el maricón de Gonzalo. -Francisco se bebió el whisky por completo y agarró por el cuello a Gustavo.
–Quiero ver a mi hija feliz, enamórala, haz lo que tengas que hacer, pero quiero que mi hija sea feliz.
–Te recuerdo que Victoria se casó hoy por la iglesia con Guillermo.
–¿Y eso te va a detener a ti? ¿Tú, que eres un hijo de puta?
–Tan hijo de puta no debo ser para que me lances a los brazos de tu hija para que la haga feliz. -Francisco lo tomó con fuerza del cuello.
–Haz lo que te digo. -Dejó a Gustavo solo y caminó hacia la mesa donde estaba su exesposa.
Victoria corría saliendo de la pista de baile, pasó por la barra de tragos y Gustavo la detuvo.
–¿Dónde vas tan apurada cuñadita?
–A buscar a Guilermo y a cambiarme. Acompáñame.
–Con gusto te desnudo mi amor.
–Deja la idiotez.

Llegó a la puerta y la abrió. Escuchó y vio a Gonzalo gemir con fuerza, también vio a Guillermo, su esposo. Gonzalo estaba arrodillado en la cama y Guillermo lo penetraba por detrás, ambos desnudos. Victoria quedó petrificada en la puerta con su mano en la manilla. Gustavo unos pasos más atrás de ella, no pudo ver nada pues Victoria ya había cerrado la puerta.

Guillermo escuchó un ruido y se detuvo. –Alguien entró.
–Nadie entró, sigue coño. -Guillermo se detuvo.
–Ya, esto es una locura, no debió pasar, vístete y te vas.

–¿Qué pasó cuñadita, no te ibas a cambiar?
–Entra.
–¿Qué? -Victoria se habia detenido en otra puerta que abrió. Era otra habitación
–Entra...quiero que la noche de bodas sea contigo, quiero que me hagas el amor como nunca lo has hecho. Que me vuelva a coger un hombre.
–Con todo gusto cuñadita, vamos.

Al rato Guillermo estaba en una mesa sentado, solo, bebiendo de una botella. No conseguía a Victoria. Se acercó Francisco, su suegro.
–Guillermo, ¿Qué haces aquí solo, bebiendo? 
–Me cambié pero no veo a Victoria, ella se iba a cambiar también.
–Vaya. ¿Sabes que yo cometí un error al casarme, vivir una mentira por años, de todos los peos que tuve y tengo todavía? Tan sencillo hubiera sido no casarme, lo único hermoso de todo esto es mi hija.
–Lo se suegro, hemos vivido tus conflictos.
–Ya...¿Y por qué quieres repetir la misma tontería con mi hija?
–Francisco...no entiendo.
–Si, claro que entiendes. ¿De verdad no podías esperar otro momento para tener sexo con tu amante aqui, en la fiesta de tu boda?
–Suegro...yo.
–No me expliques ni justifiques nada. Los vi tirando.
Guillermo se bebió todo el trago. –Francisco tu más que nadie sabes como es esto yo...
–Porque lo sabes, no sé porque repites mi historia.
–¿Debo contarle a tu hija esto?
–No, hoy la matarías. Sigue la farsa, ámala, no la jodas, ten hijos. Mi hija no es tan pendeja como mi ex, se dará cuenta. Pero te encargarás que no sospeche. Tengo muchos negocios con tu padre y no querrás que eso se vaya al traste, tomando en cuenta que soy el socio capitalista y mayoritario. Haz las cosas bien y todo irá bien
–Gracias Francisco... Supe que alguien había entrado a la habitación, escuché ruidos y...
–Gracias no. Desde que mi hija te presentó en aquella cena me gustaste.
–¿Perdón?
–Eso que escuchaste. Quiero meterte en mi cama y te ayudo con mi hija para que tengas un matrimonio feliz.
–¿Quieres tener sexo conmigo?
–Quiero que seas mi amante. A Gonzalo no lo quiero cerca de ti.
–Francisco yo...
–No te lo estoy proponiendo, es una orden. Disfruta la fiesta, aún quedan horas. -Francisco se alejó para conversar con unos amigos. A Guillermo le temblaban las manos. 

–¿Quieres venir a Cancún? A mi luna de miel.
–Cuñadita...que osada eres.
–¿Quieres o no? Reservas en el mismo hotel y nos vemos.
–¿Conseguiré boleto?
–Tu puedes resolver eso.
–Con tal de cogerte, soy capaz de irme a nado a Cancún.
–¿Sabes que eres el único que me ha cogido por el culo y me ha encantado.?
–Mi hermano es un bobo.
–Tu hermano es...es un huevo sin sal en la cama.
–¿Que viste en esa habitación?
–Nada...
–¿Nada? Te pusiste pálida y la cara te cambió. -Se terminó de poner el vestido de novia.
–Acompáñame para quitarme esto.

–En esta cama tu hermanito estaba...tirando con una tipa del cortejo.
–Cooooño...pero mi hermanito se las trae.
–Ponte las pilas para que vayas a Cancún.
Coño esa debe ser Antonieta, una zorra que quiso cogerse a mi hermanito. Vamos a bailar con ella.

Guilermo bailaba con Antonieta, Victoria los vio, se acercó y le pidió permiso a Antonieta para bailar con su marido. Victoria le sonrió y le dio un apasionado beso en la boca.
–Estabas perdida.
–Tú también amor, fui al cuarto y no estabas.
–Ya estamos juntos de nuevo.
–Para toda la vida amor. Vámonos al hotel, vamos a escaparnos, quiero tirar contigo.
–Vámonos.

–Antonieta.
–Hola hermanito de Guillermo.
–Yo se que te gusta mi hermanito, pero ¿Por qué no te dejas coger por mi para que me digas Gustavo. No te vas a arrepentir,  cuando pruebes este cuerpo, no vas a querer repetir con el bobo ese.
–¿Qué? -Gustavo la besó.
–Vamos a un sitio más solitario y tiramos.
–Niño pero tu eres de temer, estamos en una fiesta.

Gustavo la tomó del brazo y se la llevó por el pasillo.


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