lunes, 21 de febrero de 2022

Pasticho hormonal. Capítulo 16

 


A Renato le habían colocado una capucha para llevarlo a la Casona. Sentado al lado de Ignacio en el asiento de atrás, estaba sucio. A pesar de la prominente barriga, sobresalía el enorme pene que tiene Renato. Ignacio lo veía con ganas de mamarlo pero el hombre despedía un hedor fuerte.

–Quédense en la camioneta ambos, voy a hablar con La Patrona para decirle lo que pasó.
–Pero yo me quiero bajar, coño, vivo aquí.
–Por fa, quédate aquí con Renato, no quiero que haga una tontería.

Gilberto saluda a los escoltas y entra a La Casona. 
–¿La Patrona?
–Está en el despacho reunida...yo soy tú y no la interrumpo.
–Tengo que hablar con ella ahora.
–Gilberto. -El escolta la mostró el arma. –No me importó despachar a tu noviecito, si la Patrona me lo pide, te liquido a ti también.
–Hazlo, ya no me importa nada. Yo voy a entrar.

Gilberto tocó la puerta y abrió cuando escuchó que le dieron autorización.
–Patrona disculpe...
–Le dije a Ramón que no dejara pasar a nadie, ni a ti Gilberto, estoy reunida. -Carmen estaba con Héctor. –¿Qué quieres? -Gilberto cerró la puerta y se acercó.
–Cuando regresaba del entrenamiento con su esposo, fuimos a buscar las municiones y me conseguí en la calle...a...mi hermano, estaba deambulando por la calle desnudo.
–Y lo trajiste para acá, más gente en mi casa. Espero que lo hayas traido tapado.
–Si Patrona, no vio nada. ¿Me autoriza para tenerlo aquí mientras se recupera?
Carmen se levantó de la silla y dio media vuelta mirando por la ventana. -Llama al Dr. Lezama que lo revise y le mande algo para mantenerlo dopado, ahora le das algo para que duerma. Compra ropa si la que hay aqui no le sirve. Si quiere quedarse tiene que trabajar con nosotros.
–Es gordo, tengo que comprar ropa.
–Resuelve y no me vengas con tonterias Gilberto. Dile a mi esposo que venga. Que sea la última vez que me interrumpes una reunion para semejante pendejada.
–Disculpe. -Gilberto se daba la vuelta para irse pero Carmen lo detuvo. 
–Espera. ¿Qué tal estuvo en el entrenamiento?
–Está crudo, pero tiene potencial, esta semana será ruda para él.
–Ponlo a pelear. Quiero que saque lo peor de él. Mi esposo tiene que tener los ovarios que tiene su esposa si desea ser el dueño y señor de todo esto. -Hector abrió los ojos mirando a Carmen. 
–¿Le vas a entregar el negocio a Ignacio?
–Si.
–¿Tú estás segura?
–Héctor, no se lo voy a dar mañana. Esto es un proceso largo, la que no tiene tiempo soy yo. En cualquier momento me matan o yo muero. Tengo cáncer, me estoy tratando, pero ni toda la droga que venda logrará quitarme el cancer si mi destino es morir así. 
–Saldrás de esto.
–No pienso a mi edad, sufrir con una quimio o radio. Y antes que me atrapen si llega a ser inminente, me mato. Por eso quiero todo listo.

–Tu esposa te espera en el despacho. Está con un abogado.
–¿Qué vas a hacer con Renato?
–Bañarlo, vestirlo, darle de comer y que lo revise un médico. ¡Ve al despacho!
Cuando Ignacio se acerca al despacho lo sigue uno de los escoltas de Carmen que lo acompaña y entra con él, mide 1.95 metros y es musculoso.
–Llegaste mi amor.
–Hola Carmen...¿Qué haces tú aquí? -Besó a Carmen en la boca.
–Se que conoces a Hector, es el abogado que lleva todos mis asuntos y los tuyos.
–¿Cómo estás chamo? ¿Quien iba a imaginarse que terminaría trabajando para ti?
–Si, después que me quitaste a mi novio.
–Y después no te importó acostarte conmigo.
–Señores estoy aquí, no me interesa sus asuntos amorosos y sexuales, estamos en otra cosa. -Suena el celular de Ignacio.
–Es Jorge, voy a atenderlo. -Se voltea y Carmen le hace señas al escolta que le quite el celular, lo tira al piso y lo hace añicos pisándolo.
–¿Qué coño haces?  ¡Carmen y tú no piensas...! -La mujer le dice que se calle haciendo un gesto con sus dedos.
–Tranquilo mi amor, es solo un celular.
–Pero ahí tenía todo.
–Correcto, tenías, ya no tienes nada, ya no eres nada, no eres nadie.
–No entiendo, ¿de que estás hablando?
–Igancio, hoy vas a morir.
–¿Qué, vas a matarme?
–Así es, hoy mueres esposo mio.
–Carmen espera, yo he hecho todo lo que me has pedido, me quedé contigo, nos casamos, estoy haciendo todo lo que Gilberto me ha dicho, le hago caso, empecé el entrenamiento. -Se acerca a Carmen y en voz baja le habla. –No he tenido sexo con Gilberto mientras tú estas en el país, de verdad.
–Si amor, si has tenido, pero ya eso no importa. -A Ignacio le latía el corazón con rapidez, le brincaba en el pecho. Carmen le entrega un estuche negro.
–Toma.
–¿Qué es esto? Carmen por favor, déjame explicarte.
–Mujer, no lo pongas más nervioso y dile.
–Abre el estuche mi amor. -Ignacio abre el estuche de dos cuerpos adentro había un nuevo celular, pasaporte, cédula de identidad, tarjetas de crédito y débito, dólares en efectivo, un anillo de matrimonio y las llaves de un carro.
–¿Quién es Juan Carlos Liendo?
–Amor, eres tú, ¿no ves tu foto? Ignacio no existe, no lo vas a conseguir en las redes, ni en los registros, ni en el padrón electoral. Ignacio murió y ahora está Juan Carlos Liendo.
–¿Y mi familia, mis amigos, mi negocio?
–Tu familia y amigos te llorarán, tu negocio lo absorbió mi negocio y está a nombre tuyo mi amor, tu carro nuevo te espera afuera.
–No entiendo.
–Te estoy protegiendo y protegiendo a la empresa.
–Estaba llamando a Jorge, repicó, me debe estar llamando. 
–A Jorge ya no lo verás más nunca, a menos que quiera trabajar para ti y para esta empresa de lo contrario va a correr la misma suerte que Ignacio, aunque él si va a morir de manera muy trágica. Ese niño sabe muchas cosas de Ignacio.
–No le hagas daño Carmen.
–Vamos a llamarlo.
–NO, NO POR FAVOR, CARMEN NO, CARMEN.
–¿De verdad yo tengo que presenciar todo esto Carmen?
–Si Héctor.
–Jorge, hola cariño, te habla Carmen, la esposa de Ignacio, tu amigo, Nacho. Bien, bien. Te llamo para notificarte que Ignacio murió...no, no lo maté, yo mando a matar a la gente cariño. Van a ir mis escoltas a buscarte para traerte acá a la Casona y aquí hablamos. No se te ocurra hacer alguna tontería. Ya van a buscarte. -Colgó la llamada y le lanzó el celular al escolta para que lo destruyera. –Déjame ahora con Héctor, asimila todo lo que has visto y escuchado. Ve a la habitacion de Gilberto a ver que está haciendo.

Ignacio salía del despacho casi como un zombie. Era un segundo golpe que recibía, luego de verse involucrado en el negocio del narcotráfico.
Llegó a la habitación de  Gilberto, puso el estuche en la cama y fue al baño. Vio a Renato sentado en una silla dentro de la ducha y Gilberto enjabonándolo. El pene le colgaba, era solo lo que veía Ignacio, por su mente pasó la vez que tuvo sexo con él, cuando conoció a Carmen, tuvo sexo con Gilberto, el entrenamiento "Ignacio está muerto". Volvía a fijar la mirada en el pene de Renato.
–¿Qué haces ahí de pie viendo?
–La Patrona, mi mujer me pidio que viera que estabas haciendo.
–Ya viste ahora ve a decirle. Pásame la toalla y lárgate.
–¿Sabes que yo soy tu jefe también?, puedo hacer que te boten.
–Déjanos solos Ignacio.
–Ignacio murió, Gilberto, estás hablando con Juan Carlos Liendo.

Gilberto se enderezó dejando caer el jabón, Renato levantó la mirada para verlo.
–¿Qué coño dices?





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