martes, 27 de octubre de 2020

FIEBRE 6. Capítulo 7


-Tenías razón...Germán tiene negocios raros. -Román había quedado con Braulio en el parque para conversar, habían llevado unos sandwichs, Braulio llevó una botella de vino y una mantel.

-Te lo dije. Es tiempo que te alejes.
-Me lo confesó y... me amenazó, bueno, no fue una amenaza pero me dijo que perdería los privilegios si lo abandono. 
Por el tono que lo había dicho, Braulio sabía que el chico no iba a dejar a Germán, sería perder la ayuda a sus padres, la universidad, el carro y el dinero que invertía en él. Braulio le insistía que lo dejara, que muy pronto el comenzaría a ganar mucho dinero y podía mantenerlo, vivir juntos.
-Yo no quiero que me mantengan, puedo trabajar.
-Pero no quieres dejarlo. Porque por más que trabajes no vas a tener lo que tienes ahora.
Román le sonrió y bajó la mirada, cambió drásticamente el tema preguntándole por su vida personal y laboral, con esta situación de las clases a distancia.

Irma miraba a los ojos a Diego mientras le rasuraban la zona genital, ambos estaban desnudos. Ella le colocaba espuma de afeitar mientras se sonreía y él se mordía los labios. Su pene estaba erecto y lubricaba, Irma lo acariciaba. Le tomó los testículos y le pasaba suavemente la afeitadora, le echaba agua algo caliente que estaba jabonosa.

-Ha quedado hermoso.
-Nunca me había quitado todos los pelos de ahí abajo, me los rebajaba pero hasta ahí.
-¿No te gustó cómo quedó?
-Claro que si, pero más me gusta como lo mamas.
-¿Y mientras te lo mamo quieres comerte a esta niña? -Irma le mostró su vagina totalmente depilada y se subió a la cama colocando su entrepierna en la cara de Diego mientras ella comenzaba a hacerle sexo oral.
Al rato de estar ambos disfrutando del sexo, tocan la puerta.
Irma no hace caso, prefiere esperar a que su amante llegue al orgasmo y acabe igual que ella. Laura se queda en la puerta pegando la oreja a la puerta. Escucha a lo lejos gemidos y de repente un grito. Era Diego, luego siguió Irma que también se corría casi al mismo tiempo.
Al cabo de unos minutos vuelven a tocar la puerta e Irma abre.
-Quiero hablar contigo.
Irma sale de la habitación cerrando la puerta y se va con Laura a la habitación donde ahora duerme.
-No deberías estar levantada.
-Quiero que te vayas de mi casa, ya no te necesitamos aquí.
Irma se sonrió. -La persona que decide si me voy o no de aquí es el señor Germán que es quién me paga.
Laura le dio una cachetada reclamándole lo de tener sexo con Diego, su esposo. Irma se puso la mano en la mejilla y respiró hondo para no devolverle el golpe.
-Todavía es mi marido, puta.
-No me hagas reír, tú estás embarazada de otro hombre. -Otra cachetada cruzó la cara de la enfermera que le dijo que no respondía si volvía a pegarle. Le aclaró que no se iba a separar de Diego más nunca, cuando Laura iba a pegarle de nuevo apareció Diego en la habitación.
-NI SE TE OCURRA PEGARLE  A IRMA DE NUEVO. -Diego le vio la barriga que ya se le notaba a Laura y se le revolvió el estómago, aunque ya sabía lo que había pasado verlo era otra cosa.
Laura los sacó a ambos de la habitación y cerró la puerta, se recostó en la cama recuperando la respiración. Tuvo una puntada en la barriga.

-Tu esposa tiene la mano pesada.
-Esa mujer ya no es mi esposa.
-Sácala de aquí, que viva en otro lado.
-Voy a esperar que de a luz y se vaya.

-Están en el parque jefe. Usted me dice y actúo. ¿Lo despacho?
-No, no, no quiero que el chamo vea la muerte de ese infeliz.
-Tranquilo, yo me encargo de que el chamo no se entere.
-Solo tráelos y yo decido.

-¿Entonces, te vas a quedar con ese viejo? Te estoy ofreciendo una vida conmigo, estoy en tratamiento para mí problema y pronto estaré bien.
-Braulio, yo me voy a quedar con el viejo, lo quiero mucho, sé lo que hace y las cosas oscuras en las que puede estar metido, pero...
-Pero no quieres perder esa vida.
-Braulio...-Román abrazó a su profesor.
-Ustede dos levántense y se vienen conmigo. - Los apuntaban con un arma que la escondía en un suéter.
-¿Luis? ¿Qué haces aquí?
-Vine a ayudarte chamín, acompáñenme al carro.
-Baje esa arma señor no hay necesidad. ¿Quién lo mandó Manuel?
Luis empujó a Braulio para que caminara, atrás dejaron el mantel, la botella y la comida. Entraron en el carro, había otro hombre en el asiento de atrás apuntaba a Román.
-¿Me van a matar acaso? ¿Esto lo sabe Germán?
Luis se volteó apuntando al chico en la frente. -Chamito no abra la boca y confíe. -Dejaron a Román en casa de sus padres pero no quería bajarse del carro. -¿Que le van a hacer a Braulio? ¡No voy a permitir que lo maten! -Golpeaba al hombre que tenía al lado hasta que esté le dio un golpe en la cabeza al chico.
-Coño sin violencia carajo, al carajito ni un rasguño ¿No entendiste?
-Me estaba golpeando.
-Te aguantas.

Braulio pedía que lo dejarán ahí que el se alejaría del chico pero que no lo mataran. El hombre que estaba con Román se bajó con él y lo llevó al edificio.
-¿Que le van a hacer? ¿Por qué quieren matarlo? 
-Disculpa por el coñazo que te di pero me estabas poniendo nervioso con tus golpes.
-¡No me interesa! ¿Que van a hacer con Braulio?
-Si sigues gritando te doy un pepazo y me pego uno yo, así que cállate y sube a tu apartamento sin gritar.

Román entró al edificio y llamó a Germán.
-Te dije que si te veías con él de nuevo iba a haber consecuencias.
-No lo mates Germán, te prometo que no lo veo más pero no lo mates.
-Nené, no confío en ti, prefiero matarlo y así sabré que no lo verás más. -Colgó la llamada, Román intentó llamarlo de nuevo pero apagó el celular. Salió a la calle y ya no estaban.

Llegaron a un terreno donde había una pequeña casa a abandonada y ahí entraron.
Comenzaron a golpear a Braulio en el estómago mientras le advertían que no se acercara de nuevo a Román. Una vez en el piso le dieron patadas por todo el cuerpo y en la cara. 
En el suelo retorciéndose del dolor, Luis le dijo al otro hombre que desnudara a Braulio. -Déjalo desnudo, sin interior.
-Tiene un celular y la billetera 
-Déjaselo ahí al lado, no seamos tan malos.
Se fueron. Braulio quedó tumbado en el suelo con su cara cubierta de sangre.
Unos minutos después cuando tuvo un poco de fuerza, cogió el celular, sus manos temblaban pero como pudo buscó el número que quería llamar. Manuel, su hermano.

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