viernes, 20 de noviembre de 2020

Fiebre 8. Capítulo 5

 Carlota se levantaba de la cama tapándose con la sábana dejando destapado a Vicente que estaba desnudo también. Tenía resaca, entró al baño a buscar una bata, se miró al espejo. -¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste? Se llega a enterar Gerardo y te mata.


Vicente se movía en la cama, sin abrir los ojos se estiraba. Sonó su celular, era un mensaje.
-Confirmada la mercancía, esta tarde llega a su casa 6pm. Transfiera vía Zelle lo acordado- Dejó el celular y se levantó para ir al baño.

Entró, Carlota se duchaba mientras Vicente orinaba.
-¿Qué haces?
-Coño meando. ¿Me puedo duchar?
-Si pero cuando yo salga. Baja la tapa y la palanca.
Carlota salió del baño, se vistió y fue a preparar café.
Vicente llegó a la cocina y abrazó a Carlota por detrás.
-Quiero que esto que revivimos se mantenga en el tiempo.
-Vicente somos compadres, eres el padrino de mi hija, bueno, aunque no la ves desde hace 10 años. Además ¿revivir qué Vicente?, ¿tres encuentros sexuales hace 10 años?
-Pero los disfrutamos.
-Si, pero hasta ahí, yo estaba felizmente casada, lo nuestro fue un lamentable desliz.
-Vicente la besó apasionadamente. -No digas eso, se que lo disfrutaste tanto como yo.
-Si Vicente lo disfrutamos pero ya por favor no compliques las cosas.
Vicente se tomó el café y se fue a vestir.
-Me tengo que ir. Tengo unas cosas pendientes ¿Nos volveremos a ver?
-No sé Vicente...mi vida ahora es un desastre.
Le dio otro beso a Carlota y prometió verla de nuevo.

Román abría los ojos, aún acostado vio a su lado a Pablo, el escolta. Dormía boca arriba con el arma sobre su pecho y sus manos agarrándola. El chico se imaginó teniendo sexo con Pablo, se sentó en la cama viendo a Pablo, la entrepierna del hombre estaba abultada, dura. Soltó un suspiro y salió de la cama. 
-Pablo, Pablo. -El escolta no se movió, decidió salir del cuarto y se fue al estudio de Gerardo.
Vio la caja fuerte pero no sabía la clave. Comenzó a buscar en las gavetas, no veía nada hasta que abrió la última gaveta del escritorio.
-¡Bingo! -Habían billetes de 100 $ desordenados, cogió varios, los dobló y salió de ahí. Rergresó al cuarto.
-Pablo, Pablo, ¡despierta!.
Pablo se levantó con un sobresalto apuntando a Román.
-Calma, calma, estás en mi cama

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