miércoles, 20 de enero de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 10

 


Eran las cuatro de la tarde y Oto sabía que su trabajo no había terminado y le tocaría una jornada larga. Llamó a Ignacio.

-Hola amor, mira hoy creo que llegaré tardísimo, se me ha complicado el trabajo aquí con unos expedientes.
-¿Y cómo te vienes, en taxi?
-Será, ya esta semana me dan el carro, ya pagué-
-Ah coño...¿Cómo hiciste?
-Bueno, Héctor, en realidad el bufete me prestó el dinero y me lo descuentan del sueldo-
-Que bueno es Héctor, mira, no será hoy pues llegas tarde pero necesito hablar contigo algo-
-¿Algo? ¿Que será?
-Cuando vengas lo hablamos.
-Pero dime, ¿de qué se trata?
-Es algo que conseguí en el cuarto, hablamos luego, no vengas tarde-

Seis de la tarde, Oto se restregaba los ojos con las manos, en su escritorio habían libros y expedientes, había que digitalizar y corregir varios. Ya quedaban pocos en el bufete, también Héctor que se acercó por detrás y masajeó los hombros del muchacho.
-¿Por qué no dejas eso para mañana y te vas a casa? Es mucho trabajo y no lo vas a terminar.
-Justamente, quiero terminarlo hoy, mañana me quiero montar en otro asunto.
-Pide un taxi y coges dinero de caja chica, yo me quedaría pero le prometí a Jimena que llegaría temprano para hacer unas cosas en la casa.
-Tranquilo ve, yo estoy bien. -Hector lo despeinó y le dio un beso en la cabeza.
-Me avisas cuando te vayas.
-Si.

Héctor se fue, en el bufete quedaba la mujer de la limpieza y una de las abogadas. Se le acerca a Oto.
-Hola, Héctor te aprecia mucho, desde que estoy aquí te trata distinto a los demás, salvo algún socio que me imagino sin amigos desde la Universidad.
-Yo conozco a su hijo desde preescolar, casi que vivía en su casa.
-Ah ok, entraste por enchufe. -Oto cerró los ojos y suspiró volteándose. 
-Me respaldan varios casos que he ganado Claudia, no soy un novato y si estudié derecho.
-No lo digo por mal, es más me parece bien, trabajas más cómodo.
-No te creas.
-Yo me voy, ¿necesitas algo? El expediente que me habías pedido está en el escritorio de la compu con el nombre que me dijiste.
-Ah ok, gracias, ahora chequeo.

Oto trabajaba en automático, en su cabeza estaba lo que le había dicho Ignacio y sumado a eso su relación con otro hombre y el asalto al apartamento lo tenía aún nervioso.

Nueve de la noche y recibe un mensaje.
-Hola mi amor, ¿Sigues en la oficina?-
-Si, me falta varias cosas, creo que en un par de horas me voy.

10:30 pm
Escucha que se abre la puerta y se levanta de un brincó, el corazón le latía a gran velocidad.
-Coño viéndote no debes haber cenado. -Hector movió la caja de pizza sobre su mano, sonriendo. Oto salió corriendo y lo abrazó.
-Regresaste, ¿Y Jimena?
-Resolví las cosas y le dije que tenía que volver a la oficina a ayudarte. Ella fue la de la idea de la pizza. -Oto se ruborizó, quería como a una madre a Jimena y escuchar esas cosas lo ponían mal. Le quitó la caja de pizza de la mano y le plantó un beso, un beso apasionado que duró varios segundos, a Oto le corrían las lágrimas.
-No quiero perderte Héctor, perdóname por los berrinches.
-No es nada, quién más que yo para entenderte.

Se sentarón pero Héctor se levantó a buscar un par de cervezas de la neverita que tenía en su oficina. -Está pizza no la podemos pasar secos. Comieron, se rieron, se contaron anécdotas familiares. Casualmente hoy cumplían seis meses de relación.
Héctor se sentó al lado de Oto para ayudarlo con los expedientes y así terminar antes.

Una de la madrugada.
-Coño listo...estoy agotado.
-¿Muy, muy muy agotado? -Oto arrugó la frente y lo miró. -¿Por?
-Tenía pensado pasar la noche contigo aquí y hacernos el amor.
-¿Dormir aquí? ¿Dónde? Las veces que hemos tirado aquí es un momentico y nos vamos.
-Es que yo no te he dicho algo y hoy que cumplimos seis meses juntos, te quiero mostrar algo.
Lo tomó de la mano y entraron a su despacho. En el mueble de libros y figuras había un saliente que Héctor haló y abrió por completo. Una cama individual, un par de sillas, una mesita con su lámpara, un par de cuadros y un baño con ducha, lavamanos y poceta.
Oto estaba sorprendido. -¿Y esto lo tenías oculto?
-La verdad que lo uso bien poco y es la primera vez que voy a dormir con alguien aquí.
-¿Y por qué no me habías dicho esto antes? Nos hubiésemos ahorrado calamidades y dinero, porque tú quieres ir a hoteles 5 estrellas a tirar.
-Que feo eso, "tirar", yo contigo hago el amor.
-Bobo. Pero tenemos que salir antes que llegue la gente.
-Tranquilo, salimos temprano, te dejo en casa y te quedas, no vayas a trabajar. -Hector y Oto terminaron de entrar, cerró la puerto y encendió el aire.
-Debes estar muy tenso con todo lo que ha pasado. -Hector le desabotonada la camisa y luego el cinturón, Oto hacía lo mismo con él.
-No creo que se me pare y no es que no quiera estar contigo, mentalmente estoy agotado. -Hector le tomó la mano y la puso en su entrepierna.
-Tranquilo, este si está bien duro.
Oto se agachó y le bajó el pantalón, pegó su nariz al interior de Héctor y le daba suaves mordiscos al pene. -Me encanta cuando haces eso. -Le bajó con cuidado el interior, un pene grueso y abundante vello, algo que le encanta a al muchacho, volvió a poner su nariz sobre el vello y aspiro, sintió como lubricaba su pene, pensó en el pene de Ignacio que se depilaba todo y borró esa imagen de su cabeza para concentrarse en lo que tenía en frente. Bajó su boca buscando el glande y se lo metió, succionaba y le pasaba la lengua.
-Sabes que eso me hace acabar y no quiero dale despacio. -Oto se introducía todo el pene en la boca, salivaba, se lo sacaba y bajaba a los testículos velludos y los chupaba. Se puso de pie y terminaron de desvestirse. Oto se acostó. Boca abajo y Héctor su puso entre sus piernas y le abrió las nalgas, comenzó a chuparle el culo. -Dios que rico huele, está sudadito. -Lo lamía, mordía cada nalga y luego jugaba con su dedo en el culo llevándolo de saliva.
-¿Tienes lubricante?
-Claro mi amor, no quiero hacerte daño. -Abrió el frasco y dejó caer un chorro en el culo y en su pene, lanzó frasco, se subió un poco más y poco a poco fue introduciendo el pene. La lubricación ayudo a qué se deslizara fácilmente, se acostó sobre él y comenzo a mover sus caderas suavemente, metiendo y sacando el pene. Se acercó al oído de Oto. -Te amo carajito, te amo y quiero que estés conmigo hasta que me muera, no me dejes nunca.
-AAAAH, no...no...te amo mi amor, mételo todo.
-¿Así? -Hizo presión contra las nalgas y el pene entró por completo, Oto soltó un gemido. Héctor repitió el movimiento varias veces hasta que sintió que se venía, lo sacó y se puso boca arriba masturbándose, Oto se puso frente al pene esperando para ver salir el semen y beberlo. Apenas salieron sin fuerza dos chorritos que se escurrían por el pene, a Oto le extrañó pero igual se metió el pene en la boca y lo limpió.
Se quedaron abrazados en la diminuta cama. Héctor respiraba agitado. -No acabaste mi amor.
-Te dije que no se me iba a parar.
Se fueron a duchar, Héctor puso hacer café en la cocina, se fue desnudo, Oto hizo lo mismo.

-Acabaste muy poco hoy, normalmente lanzas un buen chorro. ¿Te pajeaste?
Héctor servía el café en una de las tazas y apoyó la jarra en el mesón, se volteó y vio a Oto.
-¿Tuviste sexo con Jimena antes de venir?
-Amor, es mi esposa, ¿Que hago? Además tú me dijiste que te dijera cuando lo hacía con ella, no sé cuál es el morbo tuyo de saber eso, pero bueno.
-Me lo dijiste ahora, no cuando llegaste.
-Coño nené ¿Que importa eso ahora? Acabamos de pasar un momento de pinga, no me jodas esto también.
-Coño Héctor es que siento que disfrutas el sexo con tu mujer, ¿entonces? ¿Cuál es el amor que sientes por mi?
-A ver, si, disfrutó el sexo con ambos, plenamente. ¿Te amo? Te amo que jode Oto, que jode, como nunca pensé amar a un hombre, pero amo a mi esposa, lleva conmigo 30 años, la madre de mis hijos, son amores distintos.
-Ok, ok. -Se acercó y se sirvió café. Hoy ya me quedó claro que compartiré por siempre con Jimena.
-Al revés, ella te compartirá. Son 30 años contra seis meses.
Oto tomó la taza de café y se fue a la pequeña habitación.
Se tomó el café de un trago y se acostó en la cama.
Héctor se quedó en la cocina apoyando sus manos en el mesón y cabeza agachada. Comenzó a llorar, solo pensar que podía perder a Oto lo atormentaba e igual tendría que verlo porque trabaja con él y es el mejor amigo de su hijo. Se limpió la cara y se fue a la habitación.
-No quiero que estés molesto y mucho menos quiero perderte.
-No estoy molesto Héctor, de verdad, ahora todo lo veo más claro. Eres bisexual amas a dos personas desde dos perspectivas. Fui tonto al no comprenderlo pero ya estoy metido en esto y no quiero terminar contigo.

Héctor se sentó en la cama y abrazó a Oto besándolo.



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