miércoles, 27 de enero de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 17

 


Agustín se movió, estiró las piernas, se volvió a poner de lado y abrió los ojos, al lado de él estaba la mujer de Castro, estaba dormida y completamente desnuda, escuchaba un fuerte ronquido, se sentó en la cama y el cuarto le dio vueltas, estaba mareado y sientió un fuerte dolor de cabeza que tuvo que cerrar los ojos y acostarse hasta que se le pasara el mareo. Se puso de pie, el dolor de cabeza continuaba. Se colocó frente a la cama. La mujer dormía boca abajo, Castro estaba roncando durmiendo boca arriba, su pene grueso estaba dormido y de lado pero igual se veía enorme. El muchacho volvió a cerrar los ojos y se tocó la cabeza, sintió una puntada en el culo. -¿Qué coño hicimos ayer? Esta vaina no debió pasar, au, me arde el culo. -Miró alrededor buscando su celular y salió del cuarto, lo encontró en la sala y se fue de nuevo al cuarto a tomarle una foto al pene de Castro.  Vio que tenía mensajes y varias llamadas perdidas, cuando se disponía a revisar se le apagó el celular. -Coño...tengo que irme, no ví la hora, ¿Que día es? ¿Que hago? Vio dos botellas de whisky y dos vasos. -Estos bebieron y deben haber tirado al lado mío. 

Buscó su ropa, quería ducharse pero prefirió irse, se vistió, fue a la cocina a buscar alguna pastilla para el dolor de cabeza, revisó las gavetas y estantes y consiguió, se tomó dos, abrió la nevera, tomó agua. Vio pan de sandwich, sacó dos rebanadas y buscó queso y mantequilla. Se comió el improvisado sandwich, agarró sus llaves y con las que estaban ahí abrió la puerta y la reja.
Eran las 11 de la mañana del día siguiente, apenas le pegó el sol en el cuerpo cerró los ojos y se intensificó el dolor de cabeza. Entró al carro, pasó la llave y encendió el aire.
Conectó el celular, esperó que se encendiera para ver las llamadas perdidas.

Renato, su madre, su asistente, Oto y su papá. Todos llamaron hasta tres veces.
Para poder hablar mejor llamó desde la conexión del carro. Marcó a Renato, sentía la boca seca.
-¡Tín coño! ¿Dónde estás?-
-Hola amor. -Agustín estaba afónico y hablaba muy despacio.
-Tín ¿Estás bien? ¿Donde estás? ¡Tienes a todo el mundo preocupado!
-Estoy bien...voy...manejando, estoy en...-Agustín miró alrededor para ubicarse, frenó el carro. Bajó la ventanilla. -¿Señor...señor, ¿cómo se llama esta zona?.
-San Francisco.
-Gracias.
-San Francisco amor...voy a mi casa-
-¿Pero que haces allá? ¿Te asaltaron, te secuestraron te drogaron?.
-No...no...yo...no...yo estoy bien amor, me voy a casa...estaba en casa de...no sé...
-Coñodelamadre Agustín, ya voy a casa de tu mamá- Colgó la llamada.

Siguió manejando sintiendo un mareo, a pesar del aire acondicionado estaba sudando frío. Detuvo el carro y apoyó la cabeza al volante. Sonó el celular, era Bianca.
-Hooola... Si..
-Bien, bien, no, estoy bien dime. -Hubo un silencio.
-Verga Bianca...cuánto lo siento, déjame llegar a casa y te llamo...no, no estoy en el trabajo. Besos.-  Colgó la llamada.
-¿Quién coño es Octavio?

Llegó a su casa y lo recibió su madre que lo ayudó a sentarse.
-¿Pero que te hicieron?
-Mierda mamá, tengo que contarte, pasó de todo, no sé cómo le voy a decir esto a Renato.
-¿Que hiciste? ¿Que te hicieron?.
Agustín se secó el sudor de la cara con sus manos y se quitó la camisa.
-Tuve sexo con el papá de una compañerita del colegio de Andrea.
-¿Qué? ¿Pero tú te volviste loco o qué?
-Todo fue tan rápido mamá, estaba en el colegio solucionamos el problema y el tipo me invitó a su casa para conversar sobre el asunto.
-Ajá y eso te pareció bien y te fuiste.
-Si, mamá, el tipo es un mastodonte de dos metros, pelúo, calvo, cuando lo ví...mamá si le ves el pipí al tipo vas a quedar con la boca abierta.
-Ya va, tú te fuiste a casa de ese hombre porque te gustó y querías probar.
-Ay mamá, coño, es difícil de explicar, fue todo muy confuso, el hombre te envuelve, te seduce.
-¿Pero te drogó? Porque mira como vienes, afónico, despeinado, estás como ido.
-Me metí Popper varias veces.
-¿Popper? ¿Que es eso?
-Un líquido que inhalas que te relaja y dilata, creeme que para meterse lo que me metí necesitaba eso.
-Santo cristo Agustín, ¿A ti te parece bonito hacer esas cosas estando en una relación? Tienes tres años con Renato. El viene ahora, habla con él.
-No sé si contarle pero es que tampoco se que inventarle.
-Le vas a mentir. ¿Te parece bien eso?
-Mamá estoy con un fuerte dolor de cabeza, mareado, afónico, destruido, todavía quiero seguir durmiendo. Esa droga me cayó fatal. -Buscó el celular y le mostró a su mamá la foto.
-¡Por Dios! Esto no puede ser normal, ¿Eso es así? Es horrible. Parece...no sé lo que parece es horroroso. Y el hombre parece un rinoceronte.
-Mamá ese hombre me movía como un trapo, me dejó destruído.
-Yo no le voy a decir a tu padre esto, ya veré qué le digo. --Jimena le pasó la mano por la mejilla. -¿Te dolió mucho?
-¡Que jode!
-Eres valiente para meterte esa cosa. Debes estar adolorido ahí abajo, ¿Te pusiste alguna crema o yo te pongo algo?
-Me tomé unos ibuprofenos que estaban en casa de Castro. Por cierto mamá, la esposa tiene una pinta de perra.
-Agustín por favor, no hables así.
-No mamá tienes que verla, un vestido de animal print pegaisimo, las tetas operadas, la caraja trabaja vendiendo y alquilando casas. Es un matrimonio muy raro...creo que se montan orgías, la mujer quería quedarse para estar los tres pero no podía. -Sonó el timbre.
-Debe ser Renato, dile que te ponga crema, yo tengo en mi baño una desinflamatoria con antibiótico.
-Lo menos que tengo ganas es de dar explicaciones.

Jimena se fue a comprar unas cosas y los dejó solos en casa. Agustín le contó todo lo que había pasado, todo lo que le hizo el hombre.
Renato se levantó y caminó.
-¿Cómo se te ocurre meterte Popper? ¡Coño y con un desconocido Tín! Ni yo te he puesto en eso vale. Te pudo dar algo marico.
-Renato, yo...mi intención no era tirar con él, pero las cosas se dieron.
-¿Te protegiste?
-Si.
-No me molesta que hayas tirado con alguien. Si no lo que ocurre dentro del sexo, eso es muy delicado, es una droga. Vamos a ponerte la crema.
Agustín de pie, Renato le pide que baje la espalda y se abra las nalgas.
-Lo tienes rojo pero no está tan inflamado. -Le aplicó la crema, le puso suficiente. -Ahora no me vengas con que te duele y no me vas a dar culo a mi.
-Te voy a mostrar el guevo del tipo.
-¿Como se llama el bicho ese?
-Castro, mira la foto. -Renato la vio y abrió los ojos.
-Mierda ¿Que vaina es está? ¿Y lo tiene dormido aquí?
-Si.
-El coño de la madre, solo lo veo y el culo me duele, marico pero eres mi héroe, después de esto te puedo meter el brazo.
Hubo un silencio y Renato volvió a hablar.
-Yo también tengo algo que contarte.
-Coño no me digas que tiraste con otro pana. O sea ¿Vamos a estar en una competencia a ver quién tirá más?
-Ya va...¿Tu te acostaste con este animal porque yo me acosté con Octavio?
-Octavio, Octavio AMOR TE TENGO QUE CONTAR UNA VAINA DE OCTAVIO.
-Deja que te cuente primero que justo es de Octavio.

Renato le contó todo lo que pasó. Se puso de pie, estaba aún mareado pero se sostuvo de la pared y Renato lo ayudó a sentarse.
-Ya va amor, es que hay algo que no cuadra.
Bianca me llamó cuando veniá manejando luego que me llamaste y me dijo que Octavio se había suicidado el día después de la golpiza que le diste...pero encontraron el cuerpo anoche.

Renato se puso de pie recorriéndole un escalofrío. -No puede ser, él estaba ayer en el gimnasio, ¿no te estoy diciendo? Me bloqueó la tarjeta y fuimos a su oficina, bueno supuesta. Yo estaba con Octavio. Le caí a coñazos, lo dejé inconsciente.
-Eso si está raro Castro... Perdón, Renato.
-Ah vaina, no me estés confundiendo con ese buey. Esto está muy raro Tín, averigua más con Bianca y cuéntale lo del gimnasio.
-No he hablado en el trabajo, me van a botar.
-Tranquilo yo llamé e inventé un cuento de secuestro express, ahora te cuento.
Renato le puso las manos en las mejillas y besó apasionadamente a Agustín.
Recordaba el beso de Castro y este no se parecía en nada. 

El episodio del beso y su orinada en los pantalones no se lo contó a Renato.

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