domingo, 24 de enero de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 14

 


Renato llegaba a las seis en punto de la mañana al gimnasio. Había dejado a Agustín en el apartamento. Salvo algunos pequeños desórdenes cometidos por Agustín los días del fin de semana pasaron en sana paz. 


Pasó el carnet por el torniquete, le dio acceso e imprimió un papel. 
<Bienvenido a una nueva semana. Se ha debitado de su tarjeta de crédito el monto correspondiente a tres meses de suscripción. Total 90 $. Hoy su rutina son piernas, espalda, glúteos, hoy puede escoger entre masaje o relajación en el jacuzzi. Marque la opción en la pantalla del vestidor al pasar el carnet. Disfrute su estadía>
Pasó y la chica de la recepción lo saludó con su tono de niña fresa. -Hoy va a estar el dueño con nosotros, compartiendo con los clientes.
-Ah que bien. ¿Nos va a dar un mes gratis? Si no, me da igual si está o no.
-Va a compartir y con...ver...sar con...-Renato la dejó hablando sola.
Entra al vestuario pasa de nuevo el carnet y le da acceso al área. Le entregan una toalla, va a la pantalla y selecciona jacuzzi.
Va a su casillero y comienza desvestirse y coloca la ropa  de trabajo dentro del enorme locker. Entra un hombre y ve a Renato desnudo, contempla aquel cuerpo. Unas nalgas bien formadas, una espalda ancha, unos enormes brazos. Renato se voltea y el hombre se fija en los pectorales y los marcados abdominales, bajó la mirada y vió como le colgaba un enorme y grueso pene con prepucio. El hombre desvió la mirada. Renato se reía. Se acercó al enorme espejo de los lavamanos para estar cerca del hombre que con disimulo seguía viéndolo.
Renato se voltea y camina hacia el hombre que no se levanta del asiento y el pene le queda a medio metro de él.
-Si alguien te ve en este gimnasio buceando a otro hombre te van a marcar de por vida y dirán, que lo eres, que eres gay. No querrás que tu esposa termine enterándose de tus gustos ocultos. El hombre escondió el dedo con el anillo de casado.
Igual no te voy a parar bola, yo vengo aquí a ejercitarme no a tirar.

Casi las nueve de la mañana y Agustín ya se había duchado y estaba desayunando, al terminar se vestía y se iba al trabajo. Sonó su celular y al buscarlo vio quien llamaba. ¿Susana? ¿Que habrá pasado?.
-Hermanita. ¿Que pasó?
-Ay Tín necesito un favorsote, voy rumbo a Las Clavelinas a una reunión importante y me acaban de llamar del colegio que Andrea tuvo un problema con una niña, por fa eres el otro responsable de ella, búscala y averigua qué pasó.
-¿Y su padre? No tengo problema de ir al colegio pero su padre está para eso.
-Rino me dijo que no tiene tiempo para esas cosas y tiene trabajo hasta el culo, palabras textuales.
-Vaya...con lo que cuentas, ¿Has pensado en dejarlo de una vez?
-No hablemos de eso ¿Puedes ir?
-Si, me visto y salgo, avisa.

Renato se puso en la máquina de piernas. Cuando se disponía a comenzar, alguien se le acerca por detrás. -Hola Renato
Renato se da miedo vuelta y al ver quién es se levanta de la máquina.
-Coño, no te bastó la golpiza que te di, sino que ahora te inscribes en el gimnasio que vengo.
-Antes que tú llegarás ya yo estaba aquí.
-Te puedo asegurar que no, llevo años viniendo para acá y no te he visto. ¿Qué coño te propones? 
-No tienes que alterarte, mira que tengo las grabaciones de la golpiza y puedo denunciarte. Pero yo no quiero joderte yo lo que quiero es que me cojas, me cojas siempre.
-Chaaaamo pon la denuncia, yo no te cojo a ti ni que me drogues.
-Soy el dueño de este gimnasio y de esos tres que también estuviste. No me coges y te saco de los gimnasios. Hay un cartel que dice nos reservamos el derecho de admision.
-Ja ja ja ¿Tú, el dueño? No me jodas y con ese cuerpo matado y no usas esta vaina.
-No me interesa esa parte del local, me interesa lo que entra en caja.
-Mira...loco de mierda, déjame hacer ejercicio que me tengo que ir al trabajo en un rato. Renato se volvió a sentar en la máquina.
Octavio pasó su carnet por el lector y automáticamente bloqueó el carnet de Renato y no podría usar la máquina.

Agustín llegó al colegio y fue directo a la dirección vio a lo lejos a su sobrina sentada con la cabeza agachada.
-¡Andrea! -La niña levantó la cabeza y al ver a Agustín se bajó de la silla.
-¡Tioooo! -Corrió hacia su tío y lo abrazó, mientras lo hacía se asomó la directora y el papá de la otra niña, Agustín al verlo se puso nervioso. Agustín caminó hacia ambos, todo ocurría en cámara lenta mientras llevaba a su sobrina de la mano. La cara del papá era de pocos amigos, era un hombre de un metro y noventicinco centímetros, musculoso, con unos brazos que cada uno era la pierna de Agustín, calvo y con barba.
-Buenos días. Mucho gusto Agustín Vázquez.
El hombre le extendió el brazo y le apretó la mano, Agustin soportó el dolor del apretón.
-Mucho gusto Castro Luján. ¿Usted es el papá de esta hermosa niña? -A Agustín le retumbó la gruesa voz del hombre, pero a la vez la manera en como se dirigió a su sobrina y la ternura como la veía, lo conmovió. 
-No...soy el tío, pero soy su responsable en el colegio, entiendo que su hija y Andrea tuvieron un percance.
-Mi hija que no para, es un demonio, mírala, tiene la misma edad que Andrea -le pasó la mano por la mejilla a la niña y está se sonrió -y parece de ocho años, ¿No sé a quién pudo salir así de grande. -Hubo un silencio, Castro se rió, lo secundó la directora y luego Agustín de manera nerviosa.
-Entren por favor. -La directora se agachó para quedar a la altura de la niña. -Princesa, te vas a quedar con la maestra auxiliar junto a Casilda, tranquila que tu tío ya va a salir.

-Directora cómo se lo dije antes y ahora se lo digo a Agustín.
-Baje la voz por favor. -Agustín agradeció el llamado de atención.
-No, no la voy a bajar porque siento vergüenza, mi hija no termina de entender la fuerza que tiene y empuja y golpea a niños y niñas y los tumba, los tumba porque tiene fuerza ¿Tú la viste Agustín? Es maciza, maciza. Agustín -Le tomó la mano apretándola -Directora, me hago responsable de todo, soy culpable si tengo que rezarcir algo lo hago, no hay problema, ya me encargaré de poner en cintura a Casilda, me disculpo y dile a la madre de esa niña tan hermosa que me disculpe, yo le mandaré unas flores. -Castro hablaba de pie y Agustín sentado viéndolo embobado, sin prestarle atención a lo que decía, solo podía verle el enorme pecho y brazos y unas nalgas redondas y a la vista duras metidas en un bluyín que soportaba la presión, cuando se sentó se le marcó un buen bulto en la entrepierna, Agustín tuvo que voltear la mirada.

-¿Qué carajo te pasa a ti 
guevón? Podrás ser el dueño de esta vaina pero esto es un abuso.
-No grites porque te va a ir peor, vamos a mi oficina, charlamos, me coges y me olvido de la golpiza y de tus gritos y no te denuncio por acoso y violencia.
-Ok, tú quieres que yo te coja, dale. ¿Dónde le damos?
-Sígueme, vamos a mi oficina privada.

Agustín y Castro salían de la dirección, Casilda se quedaba en el colegio hasta la tarde pero Andrea no quiso quedarse y se la llevó. Al salir del colegio Castro quería recompensar a Agustín por el mal momento que le hizo pasar su hija, Agustín le dijo que no era necesario que ya todo estaba arreglado. Castro insistió, lo invitó a su casa para almorzar juntos y tomar un trago. Agustín dudó, volvió a negarse y Castro lo abrazó estando uno al lado del otro. -Coño, acepta la invitación.
Agustín vio a Andrea. -Quiero ir a casa.
-Déjame dejar a la niña con su papá y voy a su casa.
-Tutéame coño, te sigo y luego me sigues a mi casa. -Castro entró a su camioneta y se puso a escribir por el celular. Agustín se puso nervioso pensando en que iba a estar con Castro en su apartamento, el corazón se le aceleró.

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