lunes, 25 de enero de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 15

 


Entraron a la oficina. No tenía nada que ver con el gimnasio. La alfombra del piso era gruesa y negra, las paredes también de alfombra, un largo escritorio con documentos, dos computadoras con dos impresoras, celulares, un teléfono fijo y monitores en la pared donde se veía todas las áreas del gimnasio.

-Esta es tu oficina.
Octavio se quitó toda la ropa alzando los brazos y encogiéndose de hombros. -Pues si. Ya estoy listo para que me vuelvas a coger y le cuentes a tu novio si es que le vas a contar que fue otro tire sin importancia.
A Renato se le empezó a enrrojecer la cara e inflamarse la vena desde el cuello a su sien, apretó los puños y se abalanzó contra Octavio.
¿QUE COÑO ES LO QUE TE PASA A TI MAMAGUEVO? TU DEFINITIVAMENTE QUIERES QUE TE REVIENTE A CARAJAZOS. -Le lanzó un golpe en la cara lo cogió del cabello y le dio otro fuerte golpe que lo tumbó al suelo. Se agachó y con el puño derecho le dio una y otra y otra y otra vez hasta que lo vio sangrar. Renato se levantó agitado viendo a Octavio apenas moverse.
-¿Todavía tienes ganas de moverte? -Le dio cuatro patadas. Octavio no se movió más. Se pasó la parte posterior de la mano por la boca para quitarse el sudor. -Mierda...maldita loca esta, ¿lo maté?. -Tragó saliva y salió de la oficina trancando con el cerrojo. Se fue a la máquina, se llevó la toalla y sus cosas. Fue a las duchas para bañarse e irse.
Mientras se duchaba, sentía como le temblaban los brazos -Lo maté, lo maté, lo maté, lo maté. - se quitaba el champú y el jabón.
Se secó de prisa y comenzó a vestirse. Salió.
En la recepción estaba otra chica, una que si conocía Renato y eran amigos.
-Renatoooo mi amooor, hoy estabas fajaísimo.
-Hola preciosa, ¿Tú crees? Si más bien me distrajo... -Ay, antes que se me olvide. -Le dijo la chica. -Salió en pantalla el bloqueo de tu tarjeta pero luego se activó.
-Ah coño eso te iba a decir, porque...ay, ya, aquí está, toma que...
-Renato, te presento al dueño del gimnasio. Ricardo Mijares.
Renato sorprendido le extiende la mano.
-Yo te conozco.
-Bueno, debe ser de aquí, vengo todos los días.
-No...no...coño claro tú trabajas en el banco Unibanca. Tu me solucionaste un problema con las cuentas del negocio, un hackeo, una vaina rara. Todo un problemón.
-Ah si, si, Wow, no te asocié en ese momento con el gimnasio.
-Toma Renato todo bien con tu carnet.
-Nunca te recompensé por ese gran favor. Es el momento.
-No hace falta. Bueno me tengo que ir, voy tarde. Un placer.
Renato se fue y el dueño del gimnasio se puso con la recepcionista en la computadora para que le diera a Renato una membresía gratis por un año. Usar las instalaciones los días y horas que quisiera y sin restricciones de nada.

Renato se montó en el carro más confundido que nunca. Nervioso, no entendía la liberación del carnet y ahora el dueño al entrar iba a encontrarse con Octavio moribundo en el suelo y sin saber si ahí habían cámaras.

Mientras manejaba, Agustín llamó a su asistente.
-Hola Martín, mira estoy resolviendo lo de mi sobrina y luego paso por allá para hacer el cierre, pero eso será dentro de unas horas ¿Ok? Pendiente de los camiones que traen hoy la mercancía nueva, que le almacenen que mañana viene la gente de la marca a colocarla-
-Si jefe tranquilo, cualquier asunto extraordinario  lo llamo.
-Si por favor, no me llames para preguntarme dónde está el archivo de La Granja- Colgó
Llegó al apartamento de la hermana y subió con su sobrina.
-Toma cuñado.
-El cuñado levanta en brazos a su hija y la besa ¿Y que desastre hizo esta loquita?
-Nada, peleas de niñas, una más grande y alta la empujó y bueno...pero ya todo arreglado. Me voy que tengo que trabajar.
-Yo también pero no puedo. -Agustín se encogió de hombros y se fue.
Al bajar se acerca al carro de Castro. Veía al hombre y el carro le parecía de juguete, no podía creer lo inmenso que era aquel señor.
-¿Te sigo entonces?
-Si flaco, sígueme que yo te llevo directo a casa.
-Flaco...cualquier cosa es flaca al lado de este cerro Ávila.
Llegaron al apartamento. A Agustín le dio un poco de miedo, era oscuro, tenía muchos muebles, la mayoría de madera oscura y una gran cantidad de cuadros y adornos.
-Bienvenido a mi humilde casa. Le dio una palmada en la espalda y Agustín sintió que las costillas se le partieron y el pulmón se le había caído a los pies.
-¿Quieres cerveza, whisky, ron, vodka, cocuy?
-¿Qué hora es? Castro asomó la cabeza desde la cocina.
-¿Que preguntas es esa flaco? 
-Cerveza.
Castro le llevó la cerveza en lata y se le abrió. le salpicó un poco. -Disculpa, a veces no mido mi fuerza. -Agustín escuchó eso y le vino a su mente Castro en la cama  con su mujer y esta gritando de dolor mientras la cama se estrellaba contra la pared y la cabeza de ella contra la cabecera.
-Flaco, yo me voy a duchar, porque tengo calor y esta mata e pelo no me ayuda. ¿Quieres refrescarte tú? -Agustín tomó un sorbo de cerveza. -No...-eructó. -Perdón, estoy bien así.
-¿Seguro? No hay problema siéntete como en tu casa.
-Gracias estoy bien. ¿Puedo tomar otra cerveza?
-Claro vale, agarra de la nevera. -Castro se quitó la apretada franela. El pecho, el abdómen, los brazos y la espalda estaba cubiertos de vellos castaños. Agustín tragó grueso. Los pectorales parecían dos rocas igual que los brazos. El muchacho sintió como si le hubiesen dado una descarga eléctrica en el pecho. Tuvo un escalofrío que lo hizo tambalearse.
-Ponte cómodo yo vengo ahora, come lo que quieras.

Agustín botó la lata en la basura y buscó otra en la nevera. Vio un frasco de Nutella, lo cogió y le metió el dedo y rápidamente lo dejó ahí. Tomó la cerveza y fue a la sala chupándose el dedo para quitarse el resto de crema.
En eso escucha la puerta de la casa abrirse y aparece una mujer con un cuerpazo en un vestido de animal bien ceñido al cuerpo a medio muslo y con los pechos juntos y a punto de salirse.
-Parece una puta. -Pensó Agustín. -Debe ser la esposa de Castro.

-Hola, tú debes ser Agustín el tío de Andrea.
-Eh...si...si...usted...es.
-Ay chico, no me mires así, si parezco una prepago pero trabajo en Bienes Raíces alquilando y vendiendo casas y locales, tú sabes cómo es, hay que ser un poco zorra con los hombres para que compren , si es mujer voy recatada ja ja ja.
-Ja ja ja. -Agustín rio nervioso.
-¿Estás esperando a Castro?
-Si...si...el se fue a...yo...se fue a duchar.
-Aaaaay a duchar. Mi amor, coronaste, se fue a duchar es que le gustaste.
-Yo...¿que? Yo...vine...vinimos a hablar de las niñas...por...
-Si, claro, pero si se fue a duchar trayéndote aquí es que le pareciste un buen candidato.
-¿Candidato?...¿para...que? Ya va.
-Mi amor solo te digo que te agarres bien esas bolas porque cuando este hombre comienza no acaba sino hasta quién sabe cuándo, vas a irte de aquí en una pala. Lástima que no me puedo quedar para disfrutar eso y acompañarte en esa aventura, pero es que estoy a punto de vender una mansión. Chao cariño, gusto en conocerte, la vas a pasar DIVINO. -Una cosa, le tocas las tetillas y acaba pero eso no significa que acabó todo, Chao.

-Señora... -Carraspeó pero la mujer se fue. -Este tipo me va a violar. -Entre el susto y el morbo Agustín caminaba en línea recta yendo y viniendo. Comenzó a buscar unas llaves para salir de casa pero no conseguió.

Se pasó la mano por la boca y quitarse el sudor, se limpió en el pantalón, sudaba frío.








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