jueves, 5 de octubre de 2017

INQUEBRANTABLE 1. Capítulo 4


Dos meses después de pedirle matrimonio, Rebeca seguía su vida normal en el canal, grabando.



“Los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia” Miraron hacia la salida de la iglesia y los recién casados salieron corriendo hasta salir del recinto. Dos caballos los esperaban para irse a la casa de la playa que estaba a escasos kilómetros. Cabalgaron hasta perderse de vista, una toma aérea de ambos caballos y los novios dio paso a las tres letras de un predecible último capítulo: FIN.

–¡Corten! Listo terminada la escena final, no se vayan porque hay que grabar tomas extras y las escenas de los otros personajes. –Decía el director que no aguantaba la felicidad por haber terminado una de sus telenovelas mas tormentosas y accidentadas.



Todo el elenco y el equipo técnico fue invitado a una fiesta por el fin de las grabaciones. El canal contrató los espacios de la Quinta Diamante, uno de los espacios emblemeaticos de la ciudad para relizar los más importantes eventos de la capital.



Ricardo no pudo acompañar al evento a su novia pues estaba de viaje, pero filtró en la fiesta a un hombre de confianza para que vigilara a Rebeca. –No le quites el ojo de encima, cualquier cosa extraña que veas me lo dices de inmediato. -Le dijo al hombre.



–Estás hermosa princesa, esta noche quiero que te quedes conmigo. Nos vamos al apartamento que tengo en Las Bonitas.

–Gonzalo hay algo que yo no te he dicho, me voy a casar pronto con Ricardo Sucre.

–Ay Ricardito, buen muchacho, tremendo partidazo te buscaste, me imagino que estoy invitado para la boda.

–Gonzalo, es en serio, Ricardo me amenazó, me dijo si me volvía a ver contigo dejaba los negocios con mi papá y te mataba. -Gonzalo comenzó a reirse, la gente alrededor voteaba y Rebeca estaba desconcertada, tomó su celular e hizo una llamada.

<Hay un hombre a las 12 en mi posición que es sospechoso, sáquenlo y ya saben que hacer>

–¿Qué haces?

–Princesa, te están vigilando, todavía eres la niña ingenua cuando te pusieron la corona en la cabeza. Me acuerdo como esa noche te desvirgué. Estabas tan tiernita…hoy quiero tenerte en mi cama.

Este viejo mandó a matar a ese hombre, ¿Y si le digo a Ricardo? ¿Estás loca Rebeca? ¿en qué estás pensando? Estas cosas me dan miedo.

–Conmigo no tienes que tener miedo. Ve a atender a la prensa y luego nos vamos tú y yo.



Rebeca tuvo que atender a la prensa abrazada con su pareja protagónica Antonio.

–Lo que hay que soportar por el raiting y un contrato de exclusividad.

–Cualquiera dirá que soy tan despreciable que no puedes aguantar estar conmigo, ¿Tan loca eres que no soportas a una mujer cerca?.

–¿Y tú que?, tan puta eres que has conseguido tres protagónicos seguidos Ah no, es verdad que te tiras al viejo Cienfuegos. –Una cachetada le volteó la cara a Antonio y unos cuantos flashes captaron el momento. Ricardo se puso la mano en la mejilla y comenzó a reirse en la cara de Rebeca, mientras ella tomaba una copa de una bandeja que pasaba. –¡Eres un imbécil! Ahora esas fotos saldrán en prensa.

–Eso te encanta a ti, un escándalo. Tranquila que pronto vendrá uno mayor y podrás ser feliz.

–¿De qué estás hablando?

–Chao Rebeca, mira, el viejo te espera.





Gonzalo y Rebeca llegaban al edificio donde estaba el apartamento del prsidente del canal. Los escoltas iban detrás de ellos en un carro y otros dos en moto. Entraron al estacionamiento y se subieron al ascensor privado que va al penthouse directamente.



–Me encanta venir a este penthouse, la vista es hermosa y desayunar en esa terraza mirando el Waraira es lo máximo. -Rebeca miraba las luces de la ciudad en las faldas de la montaña, Gonzalo vino por detrás y le arrancó el vestido rompiéndolo, dejándolo caer al piso. Ella no cargaba ropa interior. –No te distraigas viniste aquí porque voy a cogerte. Le extendió la mano y la llevó tomada hacia la cama King de la habitación. –Quítame el pantalón y haz lo que sabes.



Rebeca tragó saliva, cada vez que tenía sexo con Gonzalo Cienfuegos se le revolvía el estómago, pero solo pensaba en el dinero del hombre y aguantaba cualquier cosa.

Agachada, dejó caer el pantalón y ahora iba por el interior, era blanco y ancho. El bulto que se asomaba estaba frente a la cara de la muchacha. Bajo el interior un pene dormido y arrugado pegado a los testículos, lo tomó en sus manos.

Voy a hacer que acabe de una, este viejo no me va a coger –Pensaba Rebeca mientras rozaba su labios sobre el glande que ya le había retraído el prepucio.

–No hagas eso que me vas a hacer acabar, espera que se me pare. –Rebeca no le hizo caso y seguía haciendo lo mismo mirándolo a los ojos.

–Me vas a hacer acabar AAAAAH AAAHHH. –Un líquido blancuzco traslúcido salió del pene cayendo en la mejilla de la chica que inmediatamente limpió con su mano y la pasó por las sábanas.

–¡Coño, te dije que no hicieras eso carajita! –La levantó del suelo halándola del brazo y la agarró del cuello tumbándola a la cama. –Me haces daño mi amor. –Apenas podía hablar.

–¡Te dije que no hicieras eso! Te voy a coger carajita, te voy a coger. –La soltó y terminó de desvestirse para ducharse. Entró al baño, abrió la gaveta y se tomó una pastilla contra la impotencia.

Rebeca se puso una bata y fue a la cocina a buscar una cerveza y algo para comer. Consiguió unas aceitunas, sirvió dos copas de vino y se regresó al cuarto.





Encendió el televisor y buscó el canal de chismes para ver si salía algo sobre ella.

Gonzalo abrió la puerta del baño, se dio la vuelta para colgar la toalla y Rebeca volteó a verlo. Le miró los glúteos, escurridos y arrugados. -Cómo puedo acostarme con este viejo por Dios. Salió desnudo del baño y se acostó en la cama. –Pásame el control.

–Estoy viendo este programa. –Esa basura la vez en tu casa, quiero ver otra cosa.

Cambió el canal y puso el canal de adultos. –Mira, así te voy a coger en un rato. –Rebeca sonreía, él le puso la mano en su pene. –Páralo. –Mi amor estoy agotada.

No hizo falta que hiciera algo, el pene de Gonzalo comenzaba con su erección hasta ponerse duro.

Se montó sobre ella, el gran peso de él ahogaba a Rebeca, Tomó su pene y lo ubicó en la entrada y la penetró.

–Te gusta carajita, ¿ves? Ahora si está bien duro y me voy a tardar en acabar. –La besaba en la boca mojándole los labios la chica con saliva, ella solo gemía por la incomodidad de tenerlo encima, él como podía se movía, ella trataba de apartarlo colocando sus manos en el pecho de él pero era infructuosa la acción.

Después de 15 minutos Gonzalo se dejo caer a un lado de Rebeca con la respiración entrecortada y el corazón brincándole en el pecho.

Ella se levantó y se fue a duchar. Volvió a la cama.

Sonó su celular. Era su madre.

<Hija ¿dónde estás?>

<En casa del viejo mamá>

<Te dije que no lo volvieras a ver>

<¿Y cómo hago si es mi jefe y estaba en la fiesta de cierra de la novela? No puedo decirle que no, este viejo me paga muy bien por ser su actriz estrella> -Rebeca hablaba en voz alta y se asomó al cuarto a ver si el viejo dormía. <Yo haré esto a escondidas, pero esta beca que me paga el viejo no la quiero perder>

<Mañana quiero hablar contigo de algo mi amor>

–<¿Sobre qué?>

<Mañana cuando estés aquí te cuento. ¿Dejaste de tomar las pastillas?>

<¿Estás loca? No voy a quedar embarazada ahora y perder el cuerpazo y los contratos que tengo>

<¿Tu eres tonta? Preñada del viejo ese tienes la vida resuelta, deja de tomarlas>

<Chao mamá>



 A las seis de la mañana Rebeca se despierta para irse temprano. –Gonzalo, despierta, ¡Gonzalo, Gonzalo!. –El hombre no reaccionaba y lo notó frió y rígido, se puso nerviosa y comenzó a vestirse con una ropa que tenia ahí, tomó su cartera y se fue.



Al llegar a planta baja, se topó con los guardespaldas.

–¿Dónde va señorita?

–Me tengo que ir el señor sigue durmiendo.

–Tenemos órdenes de no dejarla ir si no es con el señor Gonzalo.

–Déjenme ir por favor.

–Lo sentimos, tiene que regresar al penthouse.

–ESTA MUERTO, GONZALO ESTA MUERTO. –Los guardespaldas agarraron a Rebeca y la alzaron y la volvieron a meter en el edificio, unos vecinos escucharon y comenzaron los murmullos. Una de las vecinas se atrevió a  llamar por teléfono a decirle a alguien lo que había escuchado.



–Usted se queda aquí, mientras nosotros resolvemos. –Le dijo uno de los escoltas a Rebeca que no dejaba de temblar.



La prensa ya estaba en la zona.

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