Ricardo sacó del jacuzzi a Rebeca, la puso
en el piso y le dio respiración boca a boca.
–No te puedes morir. Rebeca reacciona,
reacciona.
¡ANAAAAAAA LLAMA A UNA AMBULANCIA!
Ya en la clínica, Rebeca había reaccionado.
Estaba en la emergencia.
–¿Cómo se te ocurre ponerte a beber y
metida en el jacuzzi con el cansancio que tenías?
–Perdón…no me di cuenta ni cuando me quedé
dormida, ¿estabas angustiado por mi? eso quiere decir que me amas. –Rebeca se
sonrió.
–Pendeja, voy a decirle a tu madre que está
afuera.
Salió y estaba Yolanda, su novio Catire y
Victor y entrando a la clínica Gonzalo Cienfuegos.
–Ya está fuera de peligro, unos minutos más
y el panorama sería distinto.
–¿A mi hija que le pasa? Que inconsciente,
tiene un hijo, bueno, no se porqué me sorprendo…
–¿Por qué lo dices? –Preguntó Catire.
–Tú no te metas cariño, tú estás aquí de
compañía.
–Vieja
pendeja. Voy a tomarme un refresco, ya vengo.
–¿Por qué lo dices Yolanda? Respóndeme a
mi.
Yolanda le recordó a su yerno que Rebeca no
le gustan los niños y que no quería quedar embarazada, le advirtió que
estuviera pendiente de su hijo pues ella no le presta atención. –¿Por qué crees
que contrató a la muchacha de una vez? No quiere saber del niño.
–Conmigo se le acabará esa mariquera, le
voy a dejar a Ana porque me la quiero
coger pero que se ocupe ella también de Teodoro, o va a llevar palo y no
precisamente del que le gusta.
–¿Me estás diciendo que le vas a pegar?
–Sí, a veces hay que aplicar la fuerza para que entiendan las cosas.
–A mi hija le hace falta unos buenos golpes
que yo no le di, así que adelante.
–No te estoy pidiendo autorización, te
estoy notificando lo que haré.
–Epa, ¿cómo estás?
–Hola…bien, un poco atontada, ¿qué haces tú
aquí?
–Estaba con tu mamá cuando llamó tu esposo,
nos interrumpió la tirada.
–No quiero saber esa información. -Le miró
el pantalón, tenía una pequeña mancha en el cierre del jean.
–Lo que si me gustaría saber es si tú y yo…
–¡Hija! Por fin me dejaron eeeen…trar…¿Tú
como entraste primero?
–Pasé y ya.
–Sal, espérame afuera, es más toma esto
para que te vayas de una vez a tu casa en taxi.
–¿Por qué lo tratas así? Que mala eres.
–¿Mala? Prácticamente mantengo a ese niño.
Es fantástico en la cama, no se cansa, pero hasta ahí no quiero un pegoste.
–Catire es buena gente.
Yolanda le puso una mano en el hombro a su
hija. –Catire sale conmigo y mientras salga conmigo es mio y de más nadie. Por
cierto tu marido quiere que le dediques tiempo a su hijo, lo cuides, sino me
dijo que vas a recibir algó más que una cachetada para que hagas caso.
–¿Qué me está a amenzando?
–No lo creo, lo va a hacer.
–¿Y tú tan tranquila?
–Es que tú a veces te pones bruta cariño.
Cinco días después estaban Ricardo y Rebeca
en un brunch con Yolanda y Catire en un nuevo restaurante que habían abierto
hace un par de semanas, invitaron a Ricardo y familia.
–Bueno los traje aquí pues me invitaron a
probar la comida del restaurante que es de un amigo y para decirles que mi
esposita está preparando las cosas para el bautizo de Teodoro.
–Pero está muy chiquito todavia ¿no? la
gente espera como tres meses… -Yolanda le puso la mano en el antebrazo y Catire
sabía que tenía que callarse.
–Quiero que sea un acontecimiento, 300 invitados,
quiero que mi hijo lo conozca la ciudad, por eso hay que planificarlo bien.
–Me
encanta que gastes dinero en un niño que no es tu hijo. Bueno mi amor habrá
que ponerse a hacer eso.
–Este desayuno criollo está divino y la
presentación un espectáculo, ¿te gusta mi amor? -Le deciá Yolanda a Catire.
–¿Puedo contestar? -Yolanda lo vio con ojos
de odio y movió la cabeza afirmando.
–Si, está rico, poco pero está bueno, a mi
me gusta una vaina así que llene el plato, comer que jode.
–Ya, ya mi amor, hay que sacarte más para
que tengas roce.
Rebeca se quitó el tacón y levantó su
pierna para estirarla hasta la entrepierna de Catire que lo tenía enfrente.
Estaba comiendo y levantó la mirada para verla, ella se mordía los labios.
Ricardo hablaba con Yolanda.
Rebeca le apretó el jean con los dedos de
los pies, un ligero brinco hizo Catire que se concentró en la comida.
–Voy al baño un momento amor.
–Ay espera, yo también, te acompaño. -Dijo
Catire, que se levantó poniéndo su mano en la entrepierna para disimular la
erección.
–Tienes al carajito sometido, eres una
cuaima.
–Ay Ricardo es que si no se me monta encima
y no hay quien lo despegue.
–Lo que te gusta es que te monte,
cochinita.
–Ay Ricardo por favor, es un chulo
–Un chulo que te da donde Teodoro no te
daba, más nada. Mientras le pagues ese te va a coger como te gusta.
–Ya, por favor. ¿Cómo se porta mi hija con
Teodoro?
–Bien, no es la madre ejemplar pero ahí va.
¿Te quieres escapar y tiramos?
Yolanda abrió los ojos y se ahogó con la
comida, tomó jugo y volvió a ver a Ricardo.
–¿Y Catire y tu hija?
–Le decimos que vamos a hablar de negocios,
tu despachas a Catire y yo mando de compras a Rebeca, no es dificil que diga
si.
Catire y Rebeca entraron al baño familiar y
cerraron con llave la puerta comenzaron a besarse apasionadamente.
–¡Coño te quiero coger! –Le metió la mano
por el bluyín hasta legar a su vulva y meterle los dedos, Rebeca pegó un grito
ahogado, él siguió besándola.
–¡Cógeme pero ya! Bájame el bluyín y
mételo. –Catire se bajó el pantalón pero Rebeca se agachó y comenzó a hacerle
sexo oral.
–TOC TOC TOC ¿Hay alguien ahí?
–Coño, coño, coño, vámonos de aquí.
–No, no, no, no me dejes así, métemelo,
–¿Estás loca? Catire se acomodó el pantalón , se peinó con
las manos y abrió la puerta.
–Hola…es que el baño de caballeros estaba
ocupado.
–Si, permiso. Salió Rebeca sin mirar a la
persona que había tocado la puerta. –Ve tu primero a la mesa, que las mujeres
siempre tardan más en el baño.
–Llegué, es que me estaba cagando, por eso
tardé.
–¿Y Rebeca? ¿No la esperaste?. -Dijo
Ricardo
–Eh…no
–Que poco caballero eres niño, ve a
buscarla. –Catire se levantó de nuevo pero ya venía La muchacha.
–Mi amor yo me voy a quedar con tu mamá para
hablar de negocios, te dejo en el centro comercial para que le compres unas
cosas al bebé y te compres algo tú.
–Y tú te vas a tu casa, yo luego te llamo.
–Dijo Yolanda. –Toma para el taxi
Se fueron con Rebeca en el carro y Catire
no se fue en taxi, sino que bajó caminando hasta el metro para irse a su casa.
<Voy a estar en el centro comercial
Santa Rita> -Le escribió Rebeca a Catire.
Jajajaja dios esa Rebeca! Pobre Catire espero que no lo maten
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