David ya estaba con algunos amigos en el restaurante, esperando que le asignaran las mesas para luego mudarse a otra zona del restaurante.
No
fue toda la gente invitada pero fue un grupo bueno y la estaban pasando
muy bien. En eso David llama a Alejandro a ver si se acercaba, el vive
cerca, cuatro cuadras, pero le dijo que no, que le daba pena estar ahí y no
conocer a nadie que en otras circunstancias él iría sin problema. Quedaron en hablarse al día siguiente.
Ya
a mitad de fiesta y con el relajo encendido David ya estaba medio tomado y no se le ocurrió otra idea que llamar a Diego a ver
que estaba haciendo e invitarlo a la reunión –En la tarde Diego lo llamó
para felicitarlo–.
–<Hola, me encantaría estar ahí pero estoy con mis chamos en casa viendo tele>.
Entre los tragos de más que cargaba y saber que no venía le entró el despecho. Enseguida su amiga
Ainoa lo levantó y empezaron a joder en la pista quitándole la camisa a
David junto con otras chicas.
La reunión terminó un hora después, cada quien se fue a su casa, David se quedaría en casa de su tía que vive en Caracas.
La reunión terminó un hora después, cada quien se fue a su casa, David se quedaría en casa de su tía que vive en Caracas.
Varios
días después Alejandro y David cuadraron para verse en el apartamento donde vive
Alejandro aprovechando que el dueño estaba de viaje el fin de semana. David se quedaría a dormir.
Seis de la tarde, se encontraron en el edificio, subieron, Alejandro abrió la puerta y
no aguantaron. El beso que se debían desde hace varios días llegó. Un buen rato besándose hasta que llegaron al cuarto. Ropa y
cestas por todos lados, el closet abarrotado de cosas, matas en una mesa
desafiando el equilibrio, un futón en el piso con 14 almohadas y un
edredón.
Se
desnudaron uno al otro, esta vez David tenía la oportunidad de tocar
aquellas nalgas que hasta ese momento solo las veía dentro de un blue
jean, al pasar sus manos por esa piel lampiña y sentir la firmeza de
esos glúteos, la excitación se apoderó de él. Luego vendría la materia
pendiente: el mito. No era de proporciones descomunales pero aquello
terminó por volver loco a David.
Alejandro
estaba excitado con el pecho velludo de David y en el resto del cuerpo y metiendo mano por donde podía. Ya desnudos, David se agachó para disfrutar todo aquello que había
imaginado y hoy era una realidad. Estuvo un rato ahí y decidieron
acostarse en el futón y siguió el sexo oral, mutuo, intenso. Mientras
ambos disfrutaban, David no dejaba de tocarle las nalgas
oscuras que eran dos piedras.
Hubo
más besos y llegó el momento cumbre, la penetración. Alejandro se
colocó un condón. David no
sabía si era porque David es afroamericano o fue aprendido pero las
embestidas que ese hombre le daba lo estremecían. No hubo rincón de ese futón que no se recorriera, no hubo
posición que no hicieran.
Se
acercaba el clímax de aquella faena. Alejandro abandonó la zona, se quitó y derramó todo el semen–que era bastante– en la
cara y pecho de David. Cerró
los ojos e hizo lo propio, estremeciéndose de pies a cabeza. Aquella sesión fue larga, intensa y excelente.
Tarde en la noche se repitió todo nuevamente. Se durmieron abrazados. Ese día lo fijaron como inicio de esa relación.
A partir de ahora se desencadenan otras situaciones que no terminarán del todo bien.
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