Unas cuantas semanas después, Miguel, uno de los mejores amigos de David lo invita a salir una noche y presentarle a un amigo a ver que tal.
Llega esa noche y se encuentran en el local Miguel, Benjamín, para ese momento el novio de Miguel y David. Al rato llega
Francisco Ocando, productor, 32 años, ojos verdes, pelo rizado con
bucles y contextura gruesa
Se
lo presentan a David y a Benjamín. Piden cada uno un trago y se sientan
en uno de los puff cuadrados grandes en el medio del local. Hay poca
gente pero a medida que van pasando las horas se va llenando. Pasaban
los minutos, conversaban los cuatro, de vez en cuando sólo hablaban Francisco y
David con las típicas preguntas: a qué te dedicas, que haces, dónde
vives…
Entre
risas y bromas, el alcohol ya habían calado en los cuerpos de los cuatro. Estaban relajados. El local muy muy lleno, hubo un momento que Miguel le
pregunta al novio
–¿Cómo la estará pasando David?.
–Voltea y compruébalo tú.
Francisco y David estaban acostados en el puff besándose. No les importó que la gente los viera en esa
postura, estaban a sus anchas a pesar del gentío. Miguel quedó
impactado al ver ese espectáculo a centímetros de él, hasta
pena le dio ver aquello. Se rieron y al rato decidieron irse del lugar a
tomar otro rumbo más íntimo.
Se
fueron los cuatro a un hotel. Cada pareja en una habitación. David
y Francisco se pusieron a hablar, besos iban y venían hasta que se
quitaron la ropa. Recorrieron la cama teniendo sexo. Luego se fueron al jacuzzi a continuar. Francisco se lució, quería complacer a David en todo, de hecho repitieron y en la mañana otra vez.
Al amanecer y con la resaca a cuestas decidieron quedarse un rato
más, mientras Miguel y Benjamín se fueron. Francisco invitó a David a ir
a casa de un amigo que trabaja en lo mismo que él y pasaron la tarde
ahí echando cuentos y bebiendo de nuevo.
Así comenzaba otra historia en la vida de David.
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