martes, 24 de marzo de 2015

5 AMORES, 5 HISTORIAS. Cheo & David 2 TEMPORADA FINAL


Tres días después de ese toque Cheo le escribe a David.

–<Hola, tú eres el mejor amigo de Miguel>
–<Si, ¿por qué?>
-<No nada es que me extraña que me escribas>
–<Bueno Facebook me dijo que tal vez te conocía y te di el toque>.
Y ahí empezaron a chatear, preguntas de rigor, intercambio de PIN, etc.

–<¿Cuál es tu rol?>–Preguntó David–.

–<Caramba ¿y esa pregunta  ya tan rápido?, ¿es importante el rol?>
–<Bueno para mi sí, yo soy 100% pasivo no negociable>
–<Ja, ja, ja soy activo>
Siguieron chateando por los siguientes días.

Cuadraron para desayunar juntos el viernes de esa misma semana.

Llegó el viernes, Cheo llegó 45 minutos tarde,  a David le molesta la impuntualidad, pero como en años anteriores, lo dejó pasar por ser el primer encuentro.

Hablaron de sus familias, sus gustos musicales, de comida, ocio, etc. Cheo veía a David con ojos de entusiasmo y le dijo –Tu si eres lindo, me gustas–David sonrió y dijo –gracias–. 

Terminaron de desayunar y Cheo le dijo a David que lo acompañaría en el taxi hasta su oficina en La Trinidad, ellos estaban en Altamira.

Se montaron en el taxi, Cheo iba hablando de su trabajo como creativo, David no hablaba solo sonreía y hacía comentarios de vez en cuando pero no estaba aburrido, le gustaba el cuento que echaba Cheo. El taxista si iba mudo y mirando por el retrovisor a cada rato.

Una vez David en su oficina, Cheo se regresó en el taxi rumbo a ver a un amigo. 30 minutos después llegó el primero de muchos mensajes al celular de David

–<La pase muy bien, me gustas, quiero verte de nuevo>

En la tarde hablaron por teléfono, conversaron un rato, luego en la noche Cheo lo invitó el domingo a su casa a un Sancocho bailable con la familia pero antes de eso iban a ir a un Stand Up Comedy en la mañana con su sobrina y un amigo y de ahí rumbo a San Antonio.

David iba nervioso a esa casa a conocer a veintipico de mujeres y el único hombre era Cheo, salvo dos cuñados. Pararon en un automercado a comprar algunas cosas y luego rumbo al hogar.

A David le pareció algo loco y precipitado todo eso pero ya iba rumbo a la casa de Cheo
 

Ya en casa, lo fue presentándo mientras iba apareciendo la familia, David estaba todo cortado de la pena y mudo sólo hablaba lo necesario. Con quien más hablaba era con la sobrina de Cheo ; Beatriz pues compartió un poco más con ella.
Mientras estaba listo el sancocho iban picando de lo que habían comprado en el mercado y hablando entre ellos chistes familiares que David sonreía por cortesía, se sentía cómodo cuando Cheo estaba al lado de él, obviamente Cheo estaba en su territorio, tranquilo, a sus anchas.

Llegó el sancocho a la mesa y la mamá muy amablemente le sirvió primero a David, luego al resto. Cheo le dijo al oído a David –Le caíste bien a mamá– el comentario le hizo bajar la tensión que tenía. Al terminar de comer le preguntaron a David si quería repetir y el dijo que no, que estuvo muy bueno el sancocho –y lo estaba- pero no quería más, mintió, si quería pero le daba pena.

Luego como si hubieran lanzado una lacrimógena, todos se dispersaron, quedando en la mesa Beatriz, un amigo de ella, Cheo y David. Se quedaron conversando, luego Cheo le mostró su cuarto, era exacto donde dormía Harry Potter en casa de sus tíos. Le enseñó un  libro digital en su tablet, escucharon música, hablaron, se tomaron fotos.

Al rato aparecieron más sobrinas, más mujeres. Ya pasadas unas horas Cheo le pregunta a David que iban a hacer y este le dice: –¿Quieres quedarte en mi casa?– La respuesta fue afirmativa.

A la media hora luego de recoger una camisa, cholas, desodorante, cepillo de dientes e interior, se fueron. Tomaron un taxi desde San Antonio hasta Guarenas, era algo descabellado pero lo hicieron, Cheo pagó. Antes de llegar a casa se detuvieron a comprar unas cachapas y refrescos para la cena, tomaron otro taxi y llegaron a casa de David.

Los recibieron a ladridos dos cockers histéricos, a los pocos minutos se calmaron y ya jugaban con el extraño.  Tomaron agua y de una subieron a la habitación. Ahí se dieron el primer beso, largo, profundo. Se desnudaron y quedaron descubierto los cuerpos velludos de ambos.
 

Cheo, más alto que David, era grande y sonreía con esa dentadura casi perfecta y blanca y una barriga amplia que a David le daba morbo, un pene perfecto, como tallado. Se tumbaron en la cama y David se concentró en la zona genital mientras Cheo disfrutaba cerrando los ojos y agarrando por la cabeza a David.

Se intercambiaron las posiciones y ahora Cheo exploraba la anatomía de David. Caricias, mordiscos, besos en la espalda, en los pies, rozando los vellos de ambos cuerpos sudados gracias a los  34º C  que marcaba el termómetro.

Llegó el momento de entrar en profundidades, buscaron los condones y el lubricante. Mientras Cheo se lo colocaba, David se ponía lubricante. Un vez listos la penetración fue lenta, suave y profunda. Ya completamente dentro de David comenzó el movimiento incesante, con fuerza, cambiando de posición, sudando a mares, amándose, compenetrándose, fundiéndose. Y estalló, toda esa energía acumulada fue a parar en el pecho de David, que por muy excitado que estaba no acabó pero no le importó pues disfrutó como no lo había hecho en meses del sexo con el hombre que pronto sería su pareja.

Se recostaron un rato y luego se ducharon, estaban muy cansados, comieron las cachapas y se pusieron a ver televisión. Se acostaron tarde, no repitieron.

Al día siguiente tenían que levantarse temprano pues David iba al trabajo. Subieron en autobús un poco más tarde de lo que suele salir David. Llegaron a Caracas y Cheo le dio dinero para que se fuera en taxi hasta La Trinidad.

Se despidieron, con la promesa de escribirse más tarde. Ambos cargaban una sonrisa en sus caras, contentos, cada rumbo a su destino.

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