Gonzalo, el hijo del abogado fallecido
Gonzalo Albornóz, le había pedido permiso a su mamá para quedarse en casa de su
tío Roberto y pasar el domingo juntos.
–Tío, ¿es verdad que mi papá era gay?.
–¿Por qué me preguntas eso?
–Bueno primero porque tú eres el gay de
la familia je, je y segundo mi mamá me dijo que a mi papá lo consiguieron con
vainas de sadomasoquismo y había sido violado…y…
–Ya va, ya va…que yo sea gay no quiere
decir que sepa todo en la vida sobre eso. En cuanto a tu papá…sí, quedamos
sorprendidos con la noticia, no me imaginé que Gonzalo era gay, en este caso
bisexual, porque tenía novia, aunque bueno, quien sabe como era esa relación,
nunca supimos. ¿Tú la conociste?
–No. Me gustan los hombres tío.
Roberto se le quedó viendo unos
segundos.
–¿En serio? ¿qué te hace pensar eso?
–Me siento atraído por mis compañeros,
no me gustan las mujeres pues. Cuando voy a la piscina, en los vestidores veo a
los tipos desnudos y me excito. Cuando te he visto desnudo a ti..
–¿Qué coño dices carajito? Respeta–le
dio un empujón.
–Coño tío, contigo es con quien puedo
hablar esto vale, mi mamá no sabe nada y anda como molesta cuando se enteró lo
de mi papá ahora piensa que le montó cachos con tipos…Quiero me digas cosas de
este mundo, ¿qué tengo que hacer? Enséñame, soy virgen.
–¿Cómo quieres que te enseñe, a ver?
Explícate.
–Bueno…no sé…como es lo del sexo y
mamar un guevo, ¿cómo se besan? Yo nunca he besado a nadie…casi todos en mi
clase ya han tenido sexo…
–No creas todo lo que escuchas, siempre
inventan. ¿me estás pidiendo tener sexo contigo?
Gonzalo se puso rojo de la pena y luego
habló.
–Bueno…sí tío, prefiero hacerlo
contigo, digo, mi primera vez, que con un desconocido.
–Termina de desayunar y deja de decir
semejante burrada, voy al cuarto a acomodar una ropa.
Mientras doblaba unas chemises su mente
comenzó a volar imaginándose a su sobrino desnudo en su cama penetrándolo y
gritando del dolor por ser su primera vez. Sacudió la cabeza y siguió doblando
unas camisas. Fuera del cuarto se escuchaba ruido. Gonzalo lavaba los platos
del desayuno.
Terminó de recoger la ropa y salió del cuarto.
–Gonzalo, ven acá.
El muchcacho se acercó hasta el cuarto
y entró.
Roberto se le acercó al muchacho y le
dio un beso en la boca, volvió a repetirlo hasta que le tomó de la cabeza y le
introdujo la lengua. Comenzó a moverla dentro de la boca de su sobrino.
Su pene comenzaba a despertar, el de su
sobrino también. Gonzalo se atrevió a colocar su mano sobre el pene de su tío.
Él hizo lo mismo.
El muchacho seguía besando a su tío,
aunque Roberto tenía dominada la situación, y comenzó a meter su mano entre la
abertura del boxer y tocar su pene. Roberto se apartó.
–Ya, hasta aquí, no sigamos.
Roberto se fijó en la entrepierna de su
sobrino.
–Muchacho pero tú tienes lo tuyo.
–Yo quiero ser penetrado tío.
–Esto no está bien, ve a ducharte al
otro baño, yo me ducho aquí y salimos a comprar unas cosas y te llevo a tu
casa.
Gonzalo se fue a la ducha del otro
baño. Roberto se quitó el boxer y la franela e iría a lo mismo. Pero antes se
acercó hasta el baño donde estaba su sobrino y lo veía mientras este se
masturbaba.
Luego de unos minutos el muchacho se
descargaba. Roberto no pudo ver mucho pues los vidrios de la ducha estaban
empañados pero la silueta de su sobrino lo excitó aún más. Se fue a su cuarto a
masturbarse mientras se duchaba.
Robertó salió del baño y Gonzalo se
estaba vistiendo.
–¿Por qué sales en toalla? Somos dos
hombres tenemos lo mismo.
–Ay carajito quédate quieto ¿sí? Ya te
enseñé como besar, hasta ahí lo demás es una locura.
–Tío vale, enseñame lo que tú sabes, no
quiero llegar a mi primera vez como un torpe.
–Vístete.
Salieron del edificio rumbo a una
ferretería grande a comprar varios materiales para unos arreglos en su casa.
Luego de ahí almorzaron. Gonzalo insistía en tener sexo con su tío y este lo
frenaba o le cambiaba la conversación. Le compró un par de pantalones y una
franela por su cumpleaños que fue hace unos días y le debía el regalo.
–Pero que desespero el tuyo por tener sexo. Tranquilo que eso va a llegar, no desesperes.
–Ay si seguro tu perdiste la virginidad a los 16 y a mi me quieres joder.
–A los 21
Gonzalo se quedó impresionado–¿En
serio? Verga…
No hablaron más del tema. Robertó llevó
a su sobrino hasta el apartamento donde vive con su mamá.
–Pórtate bien.–¿Tío tu crees que aparezca el que mató a mi papá?
–Va a aparecer y si no aparece lo busco yo y lo meto preso. Te juro que va a pagar por lo que hizo. Vamos, cuídate y me saludas a tu mamá.
–Nos vemos pronto–Le dio un beso en el cachete y le susurró en el oído–Me gustó el beso que me diste–.
Se bajó del carro. Roberto se quedó
pensando unos instantes apoyado en el volante.
–Que mentecita la tuya Roberto, sácate
esa idea de la cabeza.
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