Cheo
tiene a veces episodios de celos, no extremos pero siempre pendiente de
quien llama a David por el celular, a quien le escribe, se asoma a la
pantalla del celular a ver que escribía. A David de momento no le
molestaba eso, lo vio normal.
Llegó el día del viaje y David se encontraría con Cheo en San Antonio y de ahí arrancar.
Cheo se acercaba al lugar de encuentro con una de sus sobrinas, Andrea. Al ver a David le dijo –hola tío– él quedó por segundos en shock y vino Cheo a saludarlo con un abrazo.
Se despidieron de Andrea y fueron a desayunar a una panadería cercana.
Se
encontraron con la otra sobrina, Beatriz, se saludaron y siguieron su
camino a desayunar. Al salir de ahí buscaron un taxi que los llevaría a
la Colonia Tovar. Se montaron y
emprendieron el viaje.
Durante
el camino hablaron, escucharon la música que ponía el taxista, Cheo le
pidió que cambiara el repertorio, seguían hablando de la carretera, de
la vida, de las de cada uno, hasta que llegaron al Jarillo, le pidió al
muchacho que detuviera el carro y se bajaron donde había la estatua de
una virgen, llegaron al sitio y lejos de la vista de todos, se besaron.
Tomaron
un par de fotos en el sitio y volvieron al carro, otra vez pararon
justo en la carretera para tomar otra foto de la panorámica. Volvieron a
pararse casi llegando pues había una roca con un petroglifo, ahí
solitario y abandonado del mundo, le tomaron fotos y Cheo le explicó la
historia de esa roca, lo que ha pasado con eso, etc. David le encanta
saber de esas historias y le preguntaba todo, era uno de los ganchos de
Cheo que a David lo mataban.
Llegaron
por fin a la Colonia Tovar y fueron directo al hotel donde se hospedarían, no
había nadie en el pueblo, el lugar estaba muy agradable para pasear.
Pidieron la habitación, una cabaña grande parecía que ahí se hospedó
Manuelita Sáenz con Bolívar, pero era muy bonita, con grandes ventanales
que daban a la montaña.
Se
lanzaron a la cama juguetearon un poco, se tomaron fotos, Cheo no
estaba convencido de la cabaña pero David le dijo que estaba muy bien,
que salieran a pasear que el día estaba espectacular, para luego
almorzar en un restaurant de otro hotel que es muy bueno.
Entre conversa y conversa Cheo decía cosas
–Chico yo te estoy queriendo bonito, me gustas, ¿papi tu me quieres?.
David se rió y luego le dijo
–A veces me asustas.
Esa frase marcó a Cheo pero de buena manera. De vez en cuando le volvía a decir a David –Chico yo te estoy queriendo– él sonreía…David empezó
a ver con otros ojos a Cheo –este es el tipo, este el tipo– se repetía
en la cabeza. Cheo estaba pendiente siempre de él, en todo momento. Y el
celular sonaba y entraban mensajes y Cheo miraba y David le decía quien
escribía.
Regresaron
al hotel con la firme intención de cambiarse de cabaña y así lo logró,
le dieron otra. Estaba mucho mejor, más moderna y con la montaña en sus
narices y un río que se escuchaba aterrador muy cerca de ellos. Esa
noche cenaron en el restaurante cerca del hotel, regresaron, se ducharon
juntos, primer baño que se daban juntos, incluída una felación hecha
por David. Se quedaron en la cama viendo televisión y bajo un torrencial aguacero que incluía el escalofriante sonido de aquel río que ahora
sonaba con más fuerza.
Esa noche no hubo más sexo, durmieron abrazados, roncando, ambos lo hacen, pero felices de estar ahí.
La mañana siguiente se despertaron con el sonido del río, el primer beso de la mañana llegó seguido del sexo no ocurrido anoche. Se ducharon y bajaron a desayunar, pasaron por la recepción con la noticia que debían cambiar de cabaña pues ya estaba reservada para ese día. Le dieron una más pequeña pero confortable.
Desayunaron y conversaron
–Chico yo si te quiero.
Cheo
le había contado que entrevistaba a personas por twitter, David le dijo
que lo entrevistara, al principio no le parecía pero luego accedió.
Preguntas cortas para respuestas cortas. Fue cómico ese momento.
Terminaron el desayuno y se fueron de paseo.
Tomaron
un paseo por los petroglifos que Cheo le había comentado, David le
preguntaba de todo acerca de esto. El trayecto se hizo largo, iban en un 4x4, el camino era irregular, llegaron al sitio. Caminaron un poco
más y llegaron a las rocas donde se encontraban aquellos dibujos y
trazos de hace miles de años. David le encantó ver eso pero se
decepcionó al ver que eran pocas rocas pero igual le gustó estar ahí,
Cheo seguía explicándole, David embobado. Se tomaron fotos, una muchacha
les hizo el favor y les tomó una juntos. Justamente esa foto cuando
amigos y conocidos la vieron, preguntaba si no eran familia. Ambos usan
barba y lentes.
Regresaron
del paseo y justo cuando empezaba la gente a bajarse del camión 4x4, el
chofer se bajó y no puso el freno de mano y el carro empezó a bajar la
cuesta. Cheo casi brinca hacia el conductor pero se le adelantó el que
tenía delante de él. David como si nada, no se movió, no se sabe si era
por pánico o que no le pareció que se iban a ir por el barranco. No pasó
de un susto.
Llegaron
a la habitación, se pusieron a leer cada uno el libro que trajo, se
besaban, se tomaban de la mano. David sentía una tranquilidad y una
seguridad enorme. –Cheo es el carajo que quiero, este es el tipo–.
Las siguientes 48 horas fueron de paseo y descanso. Fueron a una tienda a
curucutear, de repente Cheo ve una foto muy vieja y le pregunta a la
dueña que quienes son y dijo –Es mi abuela, recién llegada a
Venezuela–. Una foto muy bonita. De
ahí fueron a una librería y encontraron un libro que en la portada
estaba esa misma foto, les impresionó, preguntaron y era la historia de
esa mujer junto con otras historias de la época. Fue algo curioso que
sucedió esa tarde.
La última noche cenaron en el hotel en un rinconcito apartado del resto, se tocaban las piernas y otras cosas por debajo de la mesa. David estaba feliz, le brillaban los ojos y no paraba de sonreir, a juzgar por la cara de Cheo, estaba en las mismas.
Dejaron el hotel temprano, durante el trayecto David estaba muy hinchado y mareado, estaba de mal humor, tanto que no le prestó atención a Cheo en casi todo el trayecto sólo se tomaron de la mano.
David recostado, Cheo muy serio sin saber que hacer. Al llegar a Caracas le dijo
–Ojalá no te pongas así cada vez que te sientas mal, me tenías nervioso y sin saber que hacer.
David
tenía pendiente verse con unos excompañeros del colegio, Cheo lo
acompañó, fue solo un par de horas, todos hablaban con él, les cayó
bien.
Luego
cada quién tomó para su casa. David feliz y a la vez triste que ya se
acabaron esos días, ya extrañaba a Cheo, se escribieron durante todo el
trayecto.
No tenía dudas, Cheo era la persona con la que quería estar. ¡Punto!
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