–<Buenos días amor, ¿cómo amaneces? Ayer me quedé esperando tu llamada…
–<Buenos días, terminé muy tarde de hablar con Beatriz y me fui a acostar>
–<¿Te pasa algo? No me has dicho amor >
–<Estoy triste>
–<Pasa algo?>
–<Están pasando cosas David. Esta el tema de mis miedos, mi inseguridad,
ese mensaje que leí en tu celular, siento celos y no quiero convertirme
en un monstruo más adelante y hacernos daño>
–<Cheo eso ya lo hablamos, a mi no me interesa más nadie sino tú, yo no quiero estar con otra persona.>
–<También está lo del sexo, ha habido poco en el poco tiempo que tenemos y
siento que lo haces por compromiso, que no te gusto>.
–<Por Dios Cheo ¿cómo voy a tener sexo contigo por compromiso? ¡Ni que
lleváramos 10 años juntos! ¡Y claro que me gustas y lo sabes! ¡No vuelvas a
decir eso!>
–<Otra cosa, el dinero, ahora voy a ganar menos dinero que antes y no sé
manejar ese tema, yo siento que soy un papá contigo que pago todo, no te
estoy reclamando eso es que este tema del dinero no sé manejarlo
siempre ha habido plata y no me mortificaba>.
–<Que tonto eres Cheo, sabes que si tú no tienes tengo yo y viceversa, y si no hay plata pues ahí se ve como se hace>.
–<Son situaciones que están pasando y están ahí y eso desgasta David>
–<¿Tú estás terminando conmigo Cheo?>
–<Sí David…>
En
este momento David quedó paralizado, el autobús donde iba justo entraba
al túnel, todo se puso negro y su mente en blanco, no podía creer
lo que estaba leyendo, pensaba que Cheo estaba confundido, quería verlo
para hablar.
–<Quiero conversar contigo en persona, esto de terminar por celular me parece de adolescentes>.
David en un desespero por solucionar eso ya, le dijo:
–<¿Quieres que nos veamos ahora? yo voy subiendo –David escribía cada letra temblándole la mano–.
–<Ahora no puedo, tengo reunión cuando llegue, en la tarde nos vemos y conversamos.
–<Cheo esto no lo acepto, no me da la gana de terminar>.
–<David, se que esto es muy duro pero es una decisión que ya tomé, hablamos en la tarde>.
David
llegó a su oficina directo al baño a lavarse la cara y disimular el
dolor que tenía. No quería contarle a nadie porque quería esperar a
hablar con él, que a lo mejor estaba confundido, necesitaba hablar.
David
no tenía cabeza para más nada sólo pensaba en lo que pasó, se repetía
en la mente mil veces esas palabras que escribió Cheo y no podía
creerlo. A la hora del almuerzo se comió la mitad de lo que trajo, las
horas de la tarde eran interminables pero llegaron las cinco en punto y
agarró su bolso y se fue directo a encontrarse con él en el lugar
indicado.
Se
vieron, se abrazaron, así estuvieron unos segundos y empezaron a
caminar al café donde hablarían. Durante el camino Cheo le decía que
podía saber como se sentía, que era una mierda por lo que estaba
haciendo. David sólo lloraba.
Llegaron,
se sentaron en una mesa apartada y pidieron café. Cheo volvió a
repetirle lo mismo que había escrito en la mañana por el messenger.
–Sé
que soy una rata y una mierda al hacerte esto pero es una decisión que
tomé, con mis miedos no quiero convertirme en un monstruo para luego
hacernos más daño. En el sexo siento que no te gusto, no se si es mi
gordura pero es lo que percibo, que lo haces por compromiso y del dinero
me siento tu papa pagándote todo, no te estoy reprochando eso ni
sacándolo en cara pero es lo que siento y no sé manejar ese tema, ahora
que gano mucho menos.
–Cheo
¿ pero estas cosas no las podemos hablar, negociar, discutirlas? Para ti
la vía más fácil es terminar esta relación, ¿no hay manera de arreglar
esto?.
–No
David, es una decisión que ya tomé y es definitiva, se que te estoy
haciendo daño pero créeme que más adelante hubiera sido peor. Te juro
que no hay otra persona.
–¿Entonces, esto es definitivo? ¿Terminamos? ¿No hay nada que hacer?
–No David, esto es definitivo, pero a lo mejor funcionamos mejor como amigos.
David
escuchó esas últimas palabras, se levantó de la mesa, agarró su bolso y
tiró la taza de café que no había tomado ni un sorbo. Arrancó a llorar y entró al centro comercial cercano y en
un ataque de estupidez lo llamó y le pidió que volvieran.
–<David no te pongas así, es una decisión que ya tomé>
A Cheo no se le movió ningún músculo mientras le decía todo a
David estando en la mesa, no lloró, no se le movió ni un pelo. David
colgó la llamada.
Se
sentó en el piso y siguió llorando con la cabeza entre las rodillas, al rato agarró el celular y llamo a la única persona
que podía estar con él en ese momento.
–Tranquilo mi amor ya te busco, espérame en la plaza –Le dijo Miguel–.
Lo
buscó, se abrazaron y David arrancó a llorar de nuevo. Fueron a comer y
hablar. Le contó todo. Miguel no podía creer la historia que estaba
escuchando.
–Menos
mal que fue ahora y no a los 6 meses donde estarías más involucrado,
ese carajo es un loco, te dije que era intenso, menos mal que terminó
eso, ¡vamos a comernos un dulce!
Se
comieron el dulce y luego cada uno para su casa. David no durmió esa
noche, quería llamarlo, pero no lo hizo; seguía llorando…
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