lunes, 26 de abril de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 101

 


Agustín estaba arrodillado en la cama agarrado de la cabecera de la cama mientras Castro, detrás de él, lo penetraba con fuerza.

Cada empujón golpeaba a Agustín contra la cabecera y esta contra la pared. Le abría las nalgas viendo cómo su enorme pene entraba. Castro gruñía mientras le daba nalgadas y el muchacho gritaba. 
La vena del pene de Castro estaba brotada y lo recorría hasta el glande. 
-Despacito amor me duele.
-¡No, ya va, esto está demasiado bueno, aguanta!
-AAAAAH AAAAH AAAAH -Gritos y golpes lo que se escuchaba en la tranquilidad del edificio.

-Coño, no basta con los gritos que pega la loca que se coge sino que ahora hay golpes. Voy a subir a formarles un peo, ya está bueno.
-Diego, Diego pero espera que se acabe el ruido, no vas a interrumpirlos.
-Eso es lo que quiero.

Agustín seguía aferrado a la cabecera aguantando las embestidas de su fornido novio. Las piernas le temblaban y llegó un momento que no aguantó más y se tumbó en la cama.
-Flaco, Flaco, ¿Estás bien?
-Ay amor...que cogida...mierda.
-¿Te duele?
-Si....pero sigue, dame un chance y sigue.

-Ya se callaron, voy a subir.
-¿Le vas a pedir que te muestre el bicho que tiene?
-¿Tú eres loca? Yo para que quiero ver eso? Esa eres tú de golosa y morbosa.
-¿Morbosa? Era curiosidad.
-Si curiosidad, tienes unas ganas de que te coja Castro, te hubieses visto la cara que tenías cuando bajaste.
-Cuando lo veas vas a querer que te coja ja ja ja.
-Pendeja, cuando regrese te voy a echar una cogida que se te va a olvidar el gorila ese. Chao.
-Ay mi amor, ese guevo no se me va a olvidar nunca. -Pensaba Claudia la esposa de Diego

-Dale amor, sigamos, pero no como estábamos, yo me pongo boca arriba. Dios mío te veo el güevo con esa argolla y no se cómo me meto esa punta trasera.
-Te gusta mi verga por eso la quieres adentro siempre, ponte que te voy a dar.
-Despacito.
-No mi Flaco, quiero darte duro, con el príncipe Alberto siento un cosquilleo cuando te cojo así que no sentía antes. -Agustín alzó las piernas abriéndolas hacia los lados. -Coño, mira ese culito abierto, mi flaco por estas cosas te amo más. -Apoyó el pene lubricado y empujó. Se delizó sin problema y se agachó para comenzar a mover sus caderas rápido mientras besaba a Agustín que comenzaba a gemir. Lo dejó de besar y se quedó a centímetros de su rostro. -Me excitas mucho flaco, me tienes loco mi amor, te amo.
-Yo también te amo amor.
-Voy a darle duro, ¿Vas a aguantar?
-Si, date con fuerza y sin compasión.
Castro comenzó a moverse y los gritos de Agustín iban en aumento mientras más rápido se movía Castro. La cama también se movía.

-No puedo creer que está gente siga tirando y no se pelan un día. Se reía Claudia con un dejo de envidia.
Diego tocaba el timbre.
-¿Quién coño es a esta hora?
-No se te ocurra sacarlo porque te mato, que se reviente ese timbre.
Castro no se detuvo, más bien incrementó sus movimientos y con fuerza. El timbre seguía. sonando.
-Coñodelamadre, dame duro nojoda.
-Te voy a romper el culo flaco.
-Ese culo es tuyo, reviéntalo ¡Aaaaaay, aaaaay dale, dale! -Castro volvió a agacharse para besarlo.
-Estoy a punto de acabar, la quieres adentro o afuera.
-Afuera. -Castro retiró el pene y comenzó a masturbarse, Agustín también. Acabó primero él llegando el semen a su pecho, a los pocos segundos Castro derramaba su semen en varias direcciones sobre Agustín que sonreía al ver la lluvia caerle encima.
-No me voy a cansar de cogerte mi flaco, verte gritar y cuando gritas me aprietas el güevo y saber que lo disfrutas eso me encanta.
-Nosotros debemos estar bien lejos del promedio, tiramos todos los días y a veces dos al día.
-Flaco tu aguantas palo.
-No te creas el culo me arde desde hace días, pero más pueden las ganas de sexo.
-¿Ves? Eso me encanta. Voy a buscar cerveza ¿Quieres?.
-Si por fa.
Castro se puso una toalla y salió a la cocina. Sonó el timbre.
-Coño no puede ser, ¿Van a seguir? -Miró por el ojo mágico. -La otra vez la esposa, ahora este, no voy a poder tirar en paz ni en mi casa.

-Buenos días Castro.
-Hola Diego.
-Quería hablar contigo, ¿Puedo pasar?
-Estoy en paños menores ¿no te importa?.
-No...no, estás en tu casa.
-¿Tú tocaste el timbre hace como 20 minutos?
-Si, disculpa. Bueno es que quería comentarte que bueno, como sabes vivimos debajo de ustedes y...
-Y cada vez que tiro con mi novio ustedes oyen el peo, ¿Que quieren que haga? ¿Lo hacemos calladito para que no provoque rabia o envidia entre los vecinos?.
-No...bueno, es que...coño...se oye, uno ahí en el cuarto.
-Aprovecha que tienes mujer y se ponen en lo mismo.
-Si...lo hemos hecho pero, bueno, ella no es tan efusiva y no se enloquece como...-Diego no le quitaba la mirada de la entrepierna.
-¿Quieres saber porque Agustín es tan efusivo?.
-No chico, no, eso es cosa tuya.
-AGUSTIN VEN A LA SALA, PONTE ALGO Y SAL.
-No...bueno, no es para tanto Castro yo me voy...lo que si es que bueno....controlen su efusividad.
-¿Que pasó?
-Nuestro vecino de abajo quiere saber que te hace ser tan efusivo. ¿Le digo, le muestro? -Agustín se estiró quitándose la somnolencia, un poco sorprendido por la pregunta de Castro.
-Bueh, si...no sé. -Castro se quitó la toalla pero Diego volteó rápidamente sin ver.
-No hace falta Castro, entendí.
-Voltea, no hay problema, Claudia lo vio.
Diego se volteó y de una vez sus ojos se abrieron como dos platos, se echó para atrás y sintió que se le bajaba la tensión. Apoyó la mano en el sofá para sostenerse. -Mierda...ya va. -Cerró los ojos y los volvió a abrir y miró el enorme pene fijamente hasta que Castro se volvió a tapar.
-Ya, listo ya sabes el porqué de las cosas, puedes irte.
-¿Pero...eso es de verdad?
-Tanto el piercing como el güevo son reales, no hay truco.
-Eso es...una monstruosidad. -Castro se le acercó a la cara de Diego que retrocedió unos centímetros. -¿Te encantaría metértelo verdad? Te estás imaginando clavado en está verga.
-Ya va...Cas..tro, vamos a respetarnos. Yo mejor me voy.
-Si es mejor, porque está guachafita que tienen ustedes me tiene mama'o. -Diego se fue y Castro cerró la puerta tras él.
-Amor ¿como le pelas el güevo así? ¡Se puso pálido, casi le da una vaina! Bueno a mi también cuando lo ví.
-Ese quiere llevar machete, esos que se la dan de uy el machito, casado, cuando se lo metes es la pasivita del año.
-¿No estarás pensando en cogertelo? Porque ahí si me voy a arrechar.
-Por eso te llamé y te pregunté.

Diego entró a su apartamento.
-Mijo pero tú fuiste a reclamarle o hacer una visita social.
-Claudia, le ví el güevo a ese carajo.
-¿Qué? ¿Te lo mostró?
-Si...-La mirada de Diego estaba perdida. -...una vaina enorme, realmente enorme y gorda y le colgaba un anillo grueso, de acero, en la cabeza del guevo.
-Epaaaa! Quedaste hipnotizado.
-¿Tú te meterías eso?  ¿Por el culo? -En su mente se imaginó Castro penetrándolo y él gritando como Agustín.
-Yo probaría, da miedo pero pruebo.
-Yo no...debe doler mucho.
-Lo que faltaba...ahora este me salió marico

-Nos tomamos la cerveza y nos duchamos para ir a ver a mis padres.
-¿Tú crees que estos quieran tirar contigo?
-Creo no, estoy seguro.
-¿No lo irás a hacer?
-No...pero voy a conseguirle a alguien que pueda gustarle...
-Ooookey.


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