sábado, 11 de septiembre de 2021

Huevos revueltos. 234


 –Flaco, quédate tranquilo.

–Señor...yo me tengo que ir.
–Francia, hablamos ahora, mi marido está despierto.
–¿Qué hago en tu apartamento?
–Mi flaco, aquí vivimos. -Agustín intentaba acomodarse en la cama pero sentía dolor. 
–¿Quiere un analgésico? -Le decía la enfermera.
–Lo que quiero es saber qué hago aquí y no en la clínica.
–Te saqué de ahí, quería estar contigo y me traje a la enfermera para que te cuide.
–Me secuestró.
–Francia, no lo digas así...
–¿Dónde está mi papá?
–Ya se fue a su apartamento, pero está cuidado, tranquilo.
–Llévame para allá.
–Mi flaco aquí estarás bien atendido.
–Me dejaste solo en la clínica.
–No quisiste casarte conmigo, ¿Que querías que hiciera?
–Voy un momento a la cocina para que hablen tranquilos.
–Yo no quiero que esta mujer esté aquí, yo tampoco quiero estar aqui. -Castro se acercó y lo besó en la boca.
–Me voy a meter en un peo con la clínica por sacarte sin decir nada.
–Estás tomado Castro ¿Qué hiciste hoy?
–Beber, bebí como un desgraciado. -Castro se puso a llorar, Agustín con dificultad se sentó en la cama y le acarició la cabeza.
–¿Por qué lloras? ¿Estuviste con alguien verdad? Tiraste. -Castro lloró aún más, la cabeza la tenía en el colchón mientras Agustín seguía acariciandole la cabeza.
–Si y estoy arrepentido de haberlo hecho, me siento muy mal por eso, lo hice por rabia.
–Ya...¿puedes buscarme agua amor? -Castro se acomodó, se limpió las lágrimas.
–Ya te busco el agua.

Francia hablaba por el celular.
–Estoy en la casa del novio del paciente, el que me secuestró- Castro se acercó y le quitó el celular, lo tiró al piso y lo pisó varias veces hasta romperlo. Tomó a la mujer con fuerza por el brazo.
–Como me metas en problemas, vas a tener uno bien gordo conmigo. -Francia se estaba orinando.
–No me haga daño...por favor.
–Depende de ti. ¿Cuanto ganas en la clínica?
–No me haga nada.
–¿Cuánto ganas?
–200 dolares
–Te pago 400 y cuidas a mi marido y luego a mi suegro.
–¿Pero por qué me trata asi? Me rompió el celular. ¿Que le pasa, yo que le he hecho? 
–No sé, no sé Francia, tengo un nido en la cabeza, mi flaco no quiere nada conmigo, me acosté con otro tipo, lo hice borracho y ahora estoy arrepentido, me siento mal...y perdí a mi flaco.
–Me quiero ir. -Castro la cogió por la nuca y le dio un beso en al boca
–Si te cojo, te quedas trabajando conmigo. -Francia se puso a llorar tapándose la cara. Castro fue a la nevera, buscó una cerveza y el agua para Agustín. Sacó de su billetera 400 dólares, estaba sorprendido que tuviera ese dinero y se lo dio a Francia.
–Vete, aqui tienes por las molestias. -Se fue a la habitación a ver a Agustín.

–¿Todavía quieres irte de aqui? ¿Te llevo al apartamento de tu papá?
–Si.
–¿Entonces lo nuestro se acabó, llegó hasta aquí?
–Si...yo necesito estar solo y pensar.
–He cometido muchos errores flaco, pero te amo.
–Yo no me excluyo de eso, tambien los he cometido.
–Estuve con...José David...-Castro agachó la cabeza. –Me lo conseguí en el bar y me lo traje a casa. -Agustín comenzó a llorar sin esfierzo, las lágrimas salían solas.
–No pasa nada Castro, sigue con tu vida y yo con la mía. 
–Flaco yo no quiero dejarte solo, ahora comienzas tu quimio. Quiero estar contigo.
–Tranquilo yo resuelvo, solo te voy a pedir que me saques de aquí y luego lleves mis cosas al apartamento de mi papá.
–¿Puede ser mañana? Duerme aqui conmigo hoy, aunque sea la última vez.
–En esta cama no vas a dormir, mañana temprano me dejas en casa de mi papá.
Castro se levantó de la cama, se limpió la cara y volvió a sentarse para besar a Agustin en la boca. Se quedó muy cerca de su cara.
–Te amo mucho mi flaco, te amo.
–Hueles a borracho. Sigues bebiendo. ¿Quieres terminar como mi padre o como el tipo que te tiraste?
Castro se puso de pie, se acercó al mueble donde estaba el televisor y lo lanzó al piso tumbando todo lo que había en el mueble. Salió de la habitación cerrando la puerta con fuerza.
Agustín soltó un suspiro aguantando el llanto. Se estiró para coger su celular y llamar a su trabajo, luego llamaría a su papá para decirle que se iba a vivir con él.

Castro entró a la habitación de su hija, no estaba, vio la hora y se acordó que estaba en clases de música con la mujer que la cuida.–Debo estar más tiempo con mi hija. -Entró al baño y se vio al espejo.
 –Te quedaste solo Castro, ahora si es definitivo, tu flaco te abandona. Comenzó a llorar. Se desabrochó el pantalón, lo dejó caer y comenzó a masturbarse. Apoyó una mano en la pared y con la otra se daba en el pene con fuerza. Se miraba al espejo, lloraba mientras se sacudía el enorme miembro. No quería pellizcarse las tetillas, quería acabar cuando le tocara, quedar cansado. Se miraba al espejo, su cara estaba roja, sudaba.
Francia entró a la habitación y luego se acercó al baño y vio a Castro masturbarse.
Santo Cristo, que cosa tan enorme. -La enfermera estaba impresionada al ver el tamaño del pene de Castro, que gruñía mientras se veía al espejo.
Sin hacer ruido y un poco oculta por la pared no perdía detalle de lo que hacía el enorme hombre.
Castro aceleró aún más el movimiento de su mano, sudaba copiosamente, resoplaba, con la otra mano golpeaba la pared, hasta que llegó el momento. Un grito y apareció el primer chorro de semen. Francia soltó un grito ahogado al ver la cantidad que salía de aquel pene. Dos chorros más y luego varias salpicadas. 
La respiración de Castro estaba entrecortada, se apoyó en la pared que tenía atrás. –¿Te gustó lo que viste Francia? ¿Qué haces todavía aquí?
A la enfermera se le aceleró el corazón.
–Yo...señor Castro...yo...quería ponerme a la orden para cuidar a su esposo.
–No es mi esposo, no es nada mio. Él no quiere que tú estés aqui, lo escuchaste ¿Puedes traerme una cerveza mientras me limpio?.
Francia buscó la cerveza, se la abrió y se la entregó.
–Déjeme que lo ayudo.
–¿Quieres limpiarme el guevo? Vaya Francia, no pierdes tiempo, aprovecha que estoy soltero, soy bisexual.
–Estoy acostumbrada a ver hombres desnudos.
–Pero a que no habias visto semejante verga nunca. -Francia tomó una toalla y la mojó pasándosela por la cara y quitándole el sudor, la enjuagó e hizo lo mismo en el pene.
–Estás loca por llevártelo a la boca. Te doy permiso.
–Puedo conseguirle una enfermera que se encargue del joven y de su suegro.
–EXSUEGRO. Salud. Déjame solo Francia, gracias por limpiarme. Anótame tu número y te llamo.
–¿Me puede llevar a la clínica?
–Mañana cuando lleve a mi ex a casa de su papá yo te llevo. Por ahi debe venir mi hija, yo me voy a acostar, me avisas por favor. Si quieres comer algo ahí está la cocina, toda tuya.
Castro se fue a la habitación de su hija y se acostó. Francia se quedó de pie viendo hacia la habitación donde había entrado el hombre. 

Cerró los ojos y llevó su mano a la nariz, el olor a semen entre sus dedos la hizo lubricar, sus labios temblaban.

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