jueves, 30 de septiembre de 2021

Huevos revueltos. 253

 


Castro se quitó la ropa, se puso un bóxer y una franela. Abrió el armario buscando una botella. No consiguió y fue a la cocina. Tomó la botella, la abrió y comenzó a beber. Fue a la habitación de Yuridia.

–Sal del cuarto.
–Está dormida.
–No la voy a despertar, quiero darle un beso. 
–Debes tener aliento a alcohol.
–Te dije que te salieras niña. -Se sentó en la cama, Naya salió de la habitación.

–Voy a esperar que se duerma, si se bebe toda esa botella será perfecto.

Castro le pasaba los dedos por el cabello de la niña mientras una lágrima corría por su mejilla. –Si mi flaco no está conmigo no quiero vivir, pero tengo que hacerlo porque te tengo mi amor. -Le dio un beso en la cabeza.

Salió de la habitación y se encontró nuevamente a Naya.
–¿Tu mamá a que hora llega?
–En la noche, supongo.
–Ok, voy a dormir, no me molestes, no me pases llamadas ni nada, quiero dormir, si se levanta la niña, encárgate.
–Si señor, a su orden. ¿Quieres que te prepare algo de comer?
–Lo que quiero es que no molestes, ¿Es mucho pedir?
–No..pero que carácter.

Entró a su habitación y comenzó a beber de la botella, se acostó en la cama y encendió el televisor.
–Voy a esperar a que el estúpido este se duerma y entro. -La chica esperó media hora y se acercó a la puerta, pegó el oido a la puerta y escuchaba el televisor encendido y a lo lejos unos ronquidos. Fue a buscar la cámara y regresó. Con cuidado abrió la puerta y ahí estaba Castro dormido, roncando. La botella estaba casi vacía. Naya colocó la cámara en el mueble, se quitó la ropa, se acercó a  Castro y con dificultad le bajó el bóxer.
–Dios mio, esto es enorme...como me lo voy a meter. -Se acercó a la cámara y la encendio, regresó donde estaba Castro y comenzó a mamarle el enorme pene. Lo cogía con sus dos manos y abría su boca, lo iba metiendo y miraba a la cámara. Castro dejó de roncar y movía las piernas, Naya se detuvo sin soltar el pene.
–Sigue flaco...mama, mama. -La chica siguió mamando sorprendida de las dimensiones que tenía el pene en erección. Buscó en la mesita de noche alguna crema o lubricante, vio un tubo de gel y se colocó en la vagina y en el culo, también a Castro.
–¿Cómo hago para meterlo? -Colocó las piernas al lado de las caderas del hombre y se puso de cuclillas, tomó el pene y comenzó a introducirlo.
–Aaau,au, duele. -Miraba a la cámara arrugando la cara, cerraba los ojos mientras el pene apenas entraba. –Aaay, ay, coño. -Co una mano sostenía el pene y la otra la apoyaba en el pecho de Castro. –Aaaay coño, que dolor, ay. –Con sus dos manos se abrió los labios y se sentó. Apretó los dientes y cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás, aguantando el dolor mientras el grueso pene seguía entrando. Entró por completo, la piel de Naya estaba totalmente erizada, no se movía esperando que se le pasara el dolor y dilatara un poco, comenzó a levantarse suavemente. –Mi flaco, te amo, te amo. -Castro puso sus manos en las caderas de la chica apretando, ella se levantaba y volvía a bajar, el dolor seguía pero ahora el pene entraba con facilidad. Las piernas le temblaban. Se levantó lentamente viendo como el pene salía de adentro. –Aaaaaah, aaaah. -Un pequeño chorro de flujo se escurría de su vagina. –Lo logré, ahora me lo voy a meter por el culo. -Tomó más lubricante y se colocó en el culo y embadurnó el pene del hombre. Se introdujo dos dedos y volvió a ponerse de cuclillas sosteniendo el pene.
El pene se abría camino. –Aaay, me hace...au, daño...aaay, ay, ay. -Apenas el glande entraba. Volvió a erizarse, esta vez todo su cuerpo temblaba.

–Castro, llegué. -Naya se puso tensa, la puerta se abrió. La chica le dio una fuerte cachetada a Castro, pegó un grito y se lanzó al piso.
–¡Naya! 
–¡Mamá , me violó, me violó ¡Mamá...ayúdame, ayúdame!
Francia impactada por la escena, Castro no entendía lo que pasaba. La enfermera vio la botella de whisky mientras su hija lloraba desconsoldamente.
Ay Dios mio, espero que me crean que este tipo me violó. Pensaba Naya, nerviosa y tirada en el piso llorando.

Castro, sin entender nada se levanta de la cama mareado y ve a Naya en el suelo llorando, sale de la habitación y ve a Francia.
–No sé que pasó...Francia...yo...
–¡No te acerques! -Francia estaba al teléfono llamando al 911 con un arma en la mano. -No te acerques o te disparo. –Aló por favor vengan a mi casa, un hombre acaba de violar a mi hija.
–¡Yo no he violado a nadie, no se que pasó! -Castro se le abalanzó a Francia, ella gritó y accionó el arma, el disparo le dio en el hombro. 
–Aló, aló, vengan pronto...por favor. Calle Salvador....edificio...257...apartamento 8A...-Colgó y seguía apuntando a Castro, las manos le temblaban, el hombre se apretaba la herida, la bala le rozó el hombro. Un fuerte dolor de cabeza le impedía abrir los ojos. Naya salía de la habitación desnuda llorando, Francia se acercó y la abrazó. Busco algo para taparla.
–¿Estás segura que Castro abusó...de ti?
–Mamááá...ese hombre es un enfermo, un salvaje, llegó...borracho.

10 minutos después, Castro estaba en el suelo al igual que Francia que lo seguía apuntando. Llegó la policía y los paramédicos

–Yo no hice nada oficial, esa niña miente.
–Mejor quédese callado, lo que diga puede ser usado en su contra.
A Naya y a Francia se la llevaron en la ambulancia para hacerle el chequeo de rigor y luego rendir declaraciones.

–¿Puedo hacer una llamada?
–Puedes, cinco minutos. Busca un buen abogado, una violación y encima a una menor de edad, te vas a podrir en la cárcel, aparte de la bienvenida que te van a dar.
–Flaco, flaco, soy yo, Castro, no me cuelgues, avisa en el bufete, estoy detenido, me están culpando de algo que no cometí.-
–Castro, ya ya, ¿Qué pasó?
–Me culpan de haber violado a una chamita de 16 años, yo no lo hice, fue esa niña flaco, yo no le hice nada...yo....-El policía cerró la llamada.
–Listo grandulón, vamos al calabozo.

Tres horas después, luego de hacerle los exámenes y confirmar que en efecto hubo penetración anal y vaginal, Naya y Francia fueron a la policía a poner la denuncia junto con el informe forense.

Jaime y Oto estaban en la comisaría hablando con la policía un fiscal del Ministerio Público y escuchando de que iba la denuncia. Oto se acercó al calabozo para hablar con Castro.
–Te lo juro chamo, te juro que yo no la violé.
–El informe dice que hubo penetración, hay lasceraciones.
–Coño, ¿Tú has visto la verga que me gasto? De bola que las hay, esa carajita me violó a mi Oto, te lo juro, yo estaba totalmente borracho.
–Está complicado probar lo contrario pero vamos a ayudarte a que salgas lo mejor posible de esto.
–¿Cómo está mi flaco?
–Lo dejaste preocupado, pero conociendo como te conoce, no le extraña que hayas tenido relaciones con esa niña.
–Qué bolas tiene Tin de pensar eso de mi...esa niña quiere conmigo, esa niña se me insinuó hace unas semanas...y hoy se aprovechó de mi borrachera....
–Ya...ahora vas a rendir declaraciones, Jaime está tratando de que te fijen una fianza para que quedes libre mientras se da el juicio.

Otras tres horas después, Castro firmaba su declarción, frente a su abogado y el fiscal. Lograron fijar una fianza y Castro se fue a su casa esa tarde, pero no puede salir de la ciudad mientras comienza el juicio y tiene una orden de alejamiento. No puede acercarse ni a Naya ni a Francia.

Antes de ir a su casa el fiscal y un policia acompañaron a las mujeres a buscar todas sus pertenencias en el apartamento de Castro, luego él podría ingresar. Lás sábanas de la cama se las habían llevado como evidencia.

Francia se fue a casa de una amiga con su hija que no habló más luego de dar declaraciones.
–Me voy a encargar que este tipo se pudra en la cárcel con lo que te hizo mi amor, te lo juro, va a pagar, lo soltaron, pero va ir preso, por más abogados que tenga lo voy a meter preso. Abrazó a su hija.
Naya se sonrió. –Va preso, pero cumplí mi promesa, ese hombre me cogió. Tiene un pene enorme pero me lo tiré. Yo me quiero morir...yo no quiero volver a verlo.
–Ya mi amor, ya, tranquila, vamos a salir de esto, tranquila, yo estoy contigo. Ambas comenzaron a llorar.

Castro en su apartamento, le daba vueltas a la cabeza pensando como salir del grave problema en que lo había metido la chica. Llamó a Agustín.

–No sé si creerte Castro, tu comportamiento en los últimos meses me hacen pensar muchas cosas.
–Tin a veces pienso que nunca me amaste, estabas conmigo por otra cosa. No sé como puedes pensar que soy un violador.
–Te violaste a Raúl, el hijo de tu socio.
–A él le gustó

–Te lo violaste Castro. No le des vueltas. -Colgó la llamada

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