lunes, 27 de septiembre de 2021

Huevos revueltos. 250

 


Castro había dormido junto a Agustín, en la misma cama, pero no lo tocó, no lo abrazo y no hubo ningún roce. Se levanta con sumo cuidado para no despertarlo y va al baño a orinar.

Se baja el interior, toma su pene y lo acaricia, aún estaba erecto y le costó orinar. Lo sacude y como puede lo acomoda en el interior, se lava las manos y coge u poco de pasta dental y con el dedo se la pasa por los dientes, toma enjuague bucal y hace gárgaras. El pene no se le baja. Decide masturbarse.
Se queda frente al lavamanos y se baja el interior a medio muslo y comienza a agitar su pene, sabe que va a tardar y pellizca sus pezones para adelantar la eyaculación. Siente que llega el momento y aprieta los dientes para no gritar pero igual lo hace descargando una buena cantidad de semen que mancha el lavamanos y el grifo. Limpia el desastre, se lava el pene y sale del baño para ir, en interiores, a la cocina.
–Necesito beber. ¿Habrá algo en esta casa? No creo, Héctor lo tiene prohibido.
–Tú tambíén deberías tenerlo prohibido.
–Coño...me asustaste ¿Qué hora es? -Castro se voltea y Jacinto le ve el enorme pene oculto en el interior blanco.
–Laaaas...seis pasadas.
–Temprano, tengo que ir a trabajar.
–¿Te puedes vestir?
–¿Para qué? Aquí hay puros hombres, ¿Cuál es el peo? En ese cuarto está mi suegro y en el otro mi esposo y bueno, tú, otro hombre. Relájate.
–Si quieres desayunar, ahi consigues que comer, voy a ver como está Héctor.
–Vaya, mientras monto café.

Jacinto se acercó a la habitación y con cuidado abrió la puerta y entró. Vio a Hector a oscuras revisando su celular.
–¿Qué haces despierto?
–No tengo sueño.
–¿Quieres desayunar?
–Acércate negro.
–No me llames así.
–¿Te ofende?
–No...así me llama...un guevón. Olvídalo.
–El ex...ok.
–Dime. -Jacinto se sienta en la cama cerca de Héctor.
–¿Cuándo me vas a coger?
–¿Vas a seguir con eso?
–Yo no te puedo coger, no se me para.
–Ni lo uno ni lo otro. -Hector le puso la mano sobre el pene apretando el pantalón.
–¿No te quieres coger a un chueco como yo, un minusválido?
–No es eso...es que...-Hector se levantó como puedo y le dio un beso en la boca.
–Anda, hazme el amor, estoy jodido pero todavía quiero tener sexo.

Castro montó la cafetera y fue a la sala, miraba los cuadro, estaba ansioso.

–¿Eres como el negro de whatsapp?
–Estoy muy lejos de serlo. -Se bajó el interior.
–Coño, pero es negro.
–¿Que creías que ibas a ver un tequeño crudo? -Hector lo tomó con su mano y lo apretaba mientras sentía como crecía.
–No...pero es más negro que tú, tienes un guevazo. -Hector se lo metio en la boca.

Castro se rascaba los testículos mirando por el balcón y esperando que el café saliera. De pronto escuchó el gorgojeo de la cafetera cuando ya termina de salir y corre. Oye ruidos que vienen de una habitación, se acerca a la de Agustín pero no escucha nada, se acerca a la puerta de la habitación de Hector.

–Aaau coño...despacio, ay, ay...coño, que rico, chamo dale despacio, tengo tiempo que no me cogen au, au, au, aaaay así.
–Ya está adentro, ¿qué tanto te quejas? -Jacinto lo penetraba de lado, Héctor apenas podía levantar la pierna aunque era la buena. El oscuro pene entraba y salía del culo ahora con facilidad. Brillaba por el lubricante.
–Dale más duro papá.
–¿Seguro?
–Si.
–Coño se están cogiendo al suegro, quiero ver eso.

–Aaaah, aaaah, aaah, aaah, daaaleee, coño, coño. Ay negro, bájale, bájale...aaay, ay.
–¿Lo saco?
–Noooo, pero ya va...déjame...aaaaauu.
–Lo estaba metiendo, se salía. ¿Sigo?
–Si, ya va, déja que me ponga bien de lado, ya va, coño.
Castro. Tenía la oreja pegada a la puerta cuando vuelve a escuchar gritos. Abre con sumo cuidado la puerta. Jacinto le daba la espalda a la puerta así que Castro le veía las redondas y duras nalgas al hombre. Se contraían con cada empujón. Se escuchaban los quejidos de Hector y Castro se estaba excitando.
Quisiera acercarme y meterlo entre esas negras nalgas, que divino. Pensaba Castro mientras acariciaba su enorme pene sobre el interior.
Jacinto no paraba de moverse y Hector de gemir. Castro entró lentamente y se puso justo detrás de Jacinto.
Acercó su mano y tocó las nalgas de Jacinto, que las contrajo al sentir el contacto se detuvo y brincó del susto al ver a Castro de pie a su lado.
–¿Qué, qué carajo haces?
–Escuché ruidos y me acerqué. -Jacinto se tapó y Hector se dio la vuelta.
–Cooooño, Castro. Ni de vaina me voy a meter esa vaina que tienes tú. Primero porque es enorme y segundo eso ya tiene dueño y es mi hijo. ¿No te enseñaron a tocar la puerta antes de entrar?
–Disculpa suegro...ya los dejo. -Castro salió y se fue a la cocina apoyándose del mesón, estaba sudando frío y el pene erecto al extremo.
–¿Qué haces ahí con el guevo parado? -Agustín no le quitaba la mirada al enorme miembro de su ex. –Estás bañado en sudor, ¿Qué estabas haciendo? -Miró a la habitación de su papá y volvió a ver a Castro.
–Vete de mi casa Castro, vete de mi casa y no vuelvas. Eres un enfermo.
–¿Qué dices?
–Vienes del cuarto de mi papá. ¿Te los cogiste a ambos?  ¿Te gustó?
–No es lo que estás pensando.
–Si entraste entonces.
–Si, pero no pasó nada flaco, nada, te lo juro. Te lo juro amor, solo, solo los vi...estaban tirando.
–¿Mi papá y Jacinto? ¿Qué coño dices?
–Me tomo el café y me voy, tengo que trabajar.

Castro se vistió y se fue sin despedirse de nadie. Necesitaba beber pero las licorerías seguían cerradas. Se fue a una zona popular y encontró una bodega abierta y compró anís. Tres botellas y se fue al auto, abrió una y la bebió ahí mismo. 
Cuando iba por la mitad de la segunda llegó a su al edificio donde vive, completamente borracho, como pudo estaciónó.

–Marica, ese hombre me tiene que coger, no sé como voy a hacer pero lo haré con él.
–¿Y cómo vas a hacer marica? Ya te rechazó.
–Obvio, soy menor, pero...él se la pasa borracho últimamente, lo agarro bien rascao y me monto sobre él.
–Estás loca marica.
–Burda de loca pero es que si tu le ves el guevo a ese tipo también te pones loca. Voy a grabar la cogida para luego mostrarte.
–Ay no marica, ¿qué es eso? ¡Yo no quiero ver eso! 
–Pajúa, te va a gustar. Cuando cumpla 18 si el tipo sigue con mi mamá, se lo tumbo. Chao, chao, te dejo, creo que llegó.
–Hola Castro, tu hija sigue dormida, pero ya debe estar por levan...
–Yo me voy a acostar que estoy mamao, que nadie me moleste, ni tu mamá. Encárgate de Yuridia.
Naya, la hija de Francia, se sonrió. –Hoy es el día, hoy me lo tiro. -Fue a su cuarto y buscó la cámara. –Voy a grabar esto para tenerlo de recuerdo. 

–Ay Castro, me vas a coger y ni te vas a enterar.


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